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La policía sospecha que los polizones fallecidos habían pagado por embarcar

Las investigaciones policiales sobre los seis polizones rumanos que aparecieron muertos en las bodegas de un buque chipriota que atracó en el puerto de Sevilla el pasado jueves se centran ahora en conocer si los fallecidos embarcaron en el puerto de la ciudad rumana de Constanza tras haber abonado alguna cantidad de dinero. Un matrimonio rumano asegura que descubrió que su hijo se encontraba entre los fallecidos al reconocer su equipaje en unas imágenes de televisión. Según aseguraron a una agencia internacional el pasado sábado, su hijo Marcel les había comunicado el 20 de septiembre que había pagado tres millones de leus (unas 30.000 pesetas) "por embarcar clandestinamente con destino a España". Esta revelación podría contribuir a determinar si realmente hubo un pago previo al viaje a través de los familiares, aunque se considera "difícil". Por su parte, el subdelegado del Gobierno en Sevilla, Andrés Herranz, no descartó ayer que el capital y el primer oficial del Evangelia III facilitaran el acceso de los polizones a cambio de dinero, si bien señaló que "también pudieron contar con la colaboración de los tripulantes o los estibadores de Constanza". Libertad provisional Precisamente el capitán y el primer oficial del carguero, ambos de nacionalidad griega, quedaron ayer en libertad provisional tras prestar declaración ante el titular del Juzgado de Instrucción número 15 de Sevilla, acusados de los delitos de homicidio imprudente y contra los derechos de los trabajadores, mientras que los otros ocho miembros de la tripulación del buque quedaron en libertad sin cargos. Por otra parte, la policía continúa, en colaboración con la Interpol, las investigaciones para la identificación definitiva de los cadáveres. Entre las pertenencias que portaban figuran un pasaporte a nombre de un varón y tres partidas de nacimiento, todos estos documentos de origen rumano, con edades comprendidas entre los 13 y 20 años, que podrían corresponder a tres hermanas. Según el informe del forense, los seis fallecidos localizados en el interior del barco murieron "casi de inmediato" y no fueron conscientes en ningún momento del peligro que corrían al ocultarse en la bodega con el cargamento de semillas de girasol que transportaba la embarcación. Los seis cadáveres presentaban un "avanzado estado de descomposición", lo que dificulta determinar sus edades, que aproximadamente se sitúan entre los 20 y los 30 años. La causa de la muerte fue, en primer lugar y según las primeras estimaciones del forense el "confinamiento" en la bodega del barco con el cargamento de pipas de girasol, unido a la inhalación del insecticida con el que había sido tratada la mercancía.

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