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Harding abandona la lista negra cinco años después

La patinadora provocó un gran escándalo en 1993 al intervenir en una trama para lesionar a su rival Nancy Kerrigan

Después de cinco años en el exilio, la patinadora Tonya Harding abandona la lista negra y hará su primera aparición en un torneo para profesionales. Harding provocó uno de los mayores escándalos del deporte. Todo ello porque Tonya Harding fue cómplice de un intento de agredir a su gran rival deportiva, su compatriota Nancy Kerrigan y así impedir que participara en las pruebas de clasificación para los Juegos de Lillehamer, en 1994. Ambas estaban consideradas como dos de las grandes patinadoras del momento. Fue una historia de celos que desveló algunas de las complejidades que se ocultaban tras el aparentemente modélico mundo del patinaje.Dominada por su marido, Harding protagonizó un hecho sin precedentes, que acabó con sus huesos ante un tribunal de justicia. Fue declarada culpable y tuvo que cumplir con 400 horas de trabajos para la comunidad, fue suspendida de por vida por la federación estadounidense de patinaje, su vida entró en una dinámica muy oscura, convertida por todos en la mala de la película. Ahora, una tibia luz aparece en su horizonte cuando ha cumplido 28 años: los días 18 y 19 podrá participar en unos campeonatos de profesionales que se celebrarán en Virginia.

"Me quedé impresionada. Fue una noticia maravillosa. No hacía más que llorar. Estoy un poco nerviosa porque será la primera vez que regreso, pero creo que será divertido. Me prepararé para ello. Trataré de ir relajada y de divertirme", declaró.

Nadie niega que Tonya Harding estaba en una lista negra, que nadie reclamaba sus servicios para exhibiciones de patinaje, que estaba fuera del circuito, tanto a nivel amateur como profesional. Todo sucedió a finales de 1993, cuando Harding y Kerrigan debían competir por clasificarse para los Juegos de Invierno. Jeff Gillooly, marido de Harding, un hombre ambicioso y sin escrúpulos, tramó un plan para facilitar el camino de su mujer y sus posibilidades de alcanzar una medalla olímpica. Contrató a unos matones para que golpearan a Kerrigan y la apartaran de la competición. El plan se llevó a cabo y Kerrigan, tras finalizar un entrenamiento, fue asaltada por unos desconocidos que la golpearon en la rodilla hasta lesionarla. Kerrigan no pudo participar en la fase de clasificación, pero las investigaciones policiales condujeron a la sospecha del entorno de Harding y a la evidencia de que la lesión de Kerrigan fue un asalto premeditado. Kerrigan pudo recuperarse y estar en disposición de participar en los Juegos, para lo cual la federación estadounidense hizo una salvedad en su caso y la seleccionó. Por aquel entonces, el escándalo estaba ya en las páginas de los periódicos: Harding era toda una sospechosa, Kerrigan una víctima inocente. Ambas acudieron a los Juegos rodeadas de toda esa carga emocional: el interés por ese duelo alcanzó unas cifras de audiendia nunca conocidas en ese deporte. La presión sobre Harding afectó a la patinadora, que no pudo actuar conforme a sus posibilidades: fue octava, mientras su rival conquistaba la medalla de plata.

A partir de ese momento, Harding vivió una experiencia muy dura. Llegó el juicio y la evidencia de que tuvo conocimiento de todos los hechos. Fue apartada de la competición, sancionada, se le retiraron sus títulos, y terminó repudiada por la sociedad. Llegó a vender sus memorias e incluso unas imágenes de sus relaciones sexuales con su marido para ganar dinero. Nadie quiso contratarla, probó a ser actriz sin éxito, se divorció, los problemas se le acumulaban.

"Supongo que si me quieren utilizar como un ejemplo para los demás de lo que puede significar ir por el mal camino y relacionarse con gente poco adecuada, lo entenderé", dijo. Preguntada por su ex marido, Harding contestó no saber nada. "No me preocupa en absoluto. Ahora soy feliz y eso es lo que importa".

La situación de Tonya Harding comenzó a ver la luz a principios de este año, cuando fue contratada por un club de patinaje de Portland para dar clases a 17 estudiantes. Ahora, viene su posible regreso a las pistas. Será una competición reservada exclusivamente a patinadores del circuito profesional, que ya no están para participar, o no quieren, en unos Juegos Olímpicos. Michael Rosenberg, su agente y consejero, manifestó: "Si Tonya patina bien, si causa una buena impresión al público, si se maneja bien con la prensa...volverá. Se que lo que hago es correcto, permitiendo que se le abra una puerta, que le den una oportunidad para rehacer su vida".

Harding era una de las dos patinadoras que ha dado la competición capaces de hacer un triple Axel. Reconoce que todavía está en disposición de repetir ese salto, pero que no piensa incluirlo en su programa de actuación para el evento al que ha sido invitada. "No lo necesito. Creo que soy una patinadora más completa que antes, sobre todo en el aspecto artístico". Harding no quiere hacer pronósticos sobre su porvenir. "Sólo espero que la gente termine dándose cuenta de que soy una buena persona con un buen corazón, que he cometido errores y que he aprendido de esos errores, que he pagado por ellos y que ahora he mejorado como persona".

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