No votan, no existen
"Que un inmigrante pueda o no votar es una cuestión mucho más profunda de lo que, tal vez, pueda parecer a primera vista. Si el inmigrante no participa en la comunicación electoral, sobre todo como emisor (votante) no puede ser considerado como un ciudadano de pleno derecho". Esta es una de las principales reflexiones que se plantean en el estudio El tratamiento de los inmigrantes en los programas electorales, realizado por Francisco Checa, Juan Carlos Checa y Angeles Arjona Garrido, miembros del Laboratorio de Antropología Social y Cultural de la Universidad de Almería. Este estudio, desarrollado entre junio y septiembre, se ha centrado en el análisis de los programas electorales de los partidos, coaliciones o formaciones independientes que concurrieron a las elecciones municipales del pasado 13 de junio en los municipios del Poniente almeriense (Adra, El Ejido, Vícar, La Mojonera y Roquetas de Mar), en Níjar y Almería. La presencia de inmigrantes en el territorio nacional se traduce en estos momentos en un 1,5% del total de la población, un 1,1% si nos centramos en la comunidad andaluza. En Almería, el 1 de marzo pasado, había 13.427 africanos (10.884 magrebíes y 2.533 subsaharianos) regularizados. A estos hay que sumar los entre 3.500 y 4.000 inmigrantes que se estima que están en situación irregular, lo que supone que en la provincia, especialmente en la época agrícola intensiva (de octubre a marzo) hay unos 17.000 inmigrantes. Sin embargo, una de las conclusiones del estudio es que la atención hacia los inmigrantes en los programas electorales es muy escasa. De hecho, en la mayoría de los programas reducidos, que son los que más llegan a los ciudadanos, ni siquiera se les menciona. "El mismo concepto de inmigrante sirve tanto para identificar al colectivo completo, como a trabajadores o temporeros y otras veces para referirse a los ilegales o delincuentes. Y de conceptos poco precisos únicamente se pueden esperar anuncios de actuaciones sin compromisos concretos, generalidades", reza uno de los apartados del texto. Checa destaca también que: "A los inmigrantes se les relega a lo que denominamos zona marginal del programa, se les considera necesitados sociales, como si no generaran ninguna riqueza". Con este hecho enlaza otro dato significativo: "En áreas tan importantes como la agricultura, no en vano en casi todos los programas aparece la primera, al inmigrante (el gran sustentador de este sector como mano de obra barata) ni se lo menciona". Sólo en contadas ocasiones se sitúa a los inmigrantes fuera del apartado de servicios sociales, como en el programa del PP de El Ejido, que incluye al colectivo en el área de seguridad ciudadana: "En el área de inseguridad ciudadana producida por los inmigrantes, se establecerán pautas de trabajo que de forma coordinada con las administraciones competentes en esta materia, puedan llevar a la rápida expulsión de aquellas personas que se hallen de forma ilegal en España..." La pregunta es, si los inmigrantes son unos excluidos, social y jurídicamente, ¿por qué aparecen en los programas electorales?. "Por ética política", explica Checa, "transmitir una idea de igualdad, solidaridad y justicia social y siempre es bien recibido entre los electores". Checa y los dos sociólogos que han elaborado el estudio plantean la siguiente paradoja: "Son otros ciudadanos quienes opinan (votan) sobre los modelos de actuación que las formaciones políticas se comprometen a llevar con los inmigrantes. A los inmigrantes se les despoja, por tanto, de la condición de ciudadanos para convertirlos en lo que Checa denomina "medio-hombres". Es como si se aplicara la idea de que quien no vota no existe.
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