Revolución
La revolución. Teófila está por revolucionar Andalucía, por darle la vuelta a las cosas, por convertir su política en un grito charro al lado de un mariachi llamado Antonio Sanz. Viva la revolución. Con su carabina treinta treinta y su boina estrellada se dispone a engrosar las filas revolucionarias, ándele manita, que nuestra tierra es como un país en llamas, la California irredenta del sur de Europa, la tierra de rastrojos y polvaredas de Salvador Távora, una manta campera a la que hay que sacudirle el polvo de tantos intereses entrecruzados. La revolución. Teófila quiere revolucionar el patio, armar un guirigay de mucho cuidado, convertir Andalucía en esa playa de la Victoria tan celebrada por Cádiz durante el verano. Una playa limpia, abierta, gobernable. Sin algas ni tiburones. Un sueño. Cuate, aquí hay tomate. El problema es que la derecha española tiene una revolución pendiente desde los exámenes la historia del treinta y seis. Llegan, como dice Teófila, hasta los griegos y los romanos. Se saben Aníbal y Amilcar el Barca. Julio César y Pompeyo. Pero cuando llegan al treinta y seis siguen montando unos tiberios como el que montaron el otro día en el Parlamento para condenar el alzamiento franquista. Ahí dejaron huérfana a la revolución de Teófila. Ahí la dejaron sola y ante el peligro. Ahí asomó la patita bajo la puerta ese tremendo bestiario que aún rebuzna en lo más profundo de la derecha española. La derecha mundial, que no sólo la española, no inventa nada revolucionario desde que patentó la Coca-Cola. Teófila, y me lo creo, quería revolucionar Andalucía con sus ideas, con su indesmayable compromiso con el trabajo, con su inasequible desaliento para distribuir bienestar. Pero acaban de chafarle la ocurrencia. Vemos a Teófila con su carabina treinta treinta engrosando las filas de una revolución en la que ella sola cree. Antonio Sanz tiene un pasado en Jerez como para que nos lo quieran vender como el comandante cero. Y la estructura del partido en Andalucía, en esta profunda comunidad que abre sus brazos desde un mar a otro, sigue haciendo tanta agua como la que acabamos de perder en Sevilla por cien metros de tubería hasta el pantano del Huesna. Creo en Teófila para hacer de Cádiz un hermoso tango de Carnaval. Pero con ese partido y esa implantación en Andalucía me parece exagerado no ya una revolución, sino simplemente montar un guirigay.J. FÉLIX MACHUCA
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