Dueña de un perro grande
Soy mujer, educada, amable y tengo perro (un perro grande). Hasta hace poco eran circunstancias compatibles, pero parece que ya no, porque tener perro está reñido con todo lo demás, aunque yo me niego a aceptarlo. No quiero renunciar ni a mi educación ni a mi amabilidad, ni mucho menos a mi perro. Por eso me entristezco cuando leo la opinión de otro lector, publicada el día 29 de agosto, donde me compara con "... un pistolero dispuesto a sacar su arma en cualquier momento...". ¿Es qué nos hemos vuelto locos? Porque me interesa este tema, lo sigo muy de cerca y, según siempre información sacada de este periódico, los casos de agresiones graves a personas en toda España no superan los 11.
Si se aprueba el anteproyecto de ley para perros peligrosos, me parece desproporcionado que sólo en la Comunidad de Madrid se vean afectados alrededor de 100.000 perros, de la misma manera que también me parecería desproporcionada una ley que contemple a todos los hombres con un peso superior a 75 kilos (por ejemplo) como presuntamente peligrosos y potencialmente culpables de las agresiones y malos tratos infligidos a mujeres, que, en cualquier caso, superan las cifras de agresiones caninas sólo en la Comunidad de Madrid.
Estimado Felipe Ángel, ¿quién me dice que estoy segura en su presencia si coincidimos en la calle? ¿Cuánto pesa usted?
Sí, estoy totalmente de acuerdo, es una completa exageración; recuerde que al principio de esta carta digo que soy educada y amable y como tal pretendo rodearme de amabilidad y educación, así que sobra decir que tengo un perro educado y amable, aunque, eso sí, un poco grande.- .
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