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Entrevista:

"Pensar que el PSOE estaba muerto fue un profundo y grave error"

"A mí no me ha cogido por sorpresa. Ya había advertido en mi partido, desde el primer momento, que había dos mapas: uno, el electoral, que se resolvía el 13 de junio; otro, el de cómo se podían formar después los Gobiernos municipales y autonómicos", aduce Javier Arenas, el secretario general del PP, cuando se le plantea que, a la vista de los sustos y disgustos que les vienen dando los pactos poselectorales, puede decirse que la poscampaña está siendo más dura para él que la propia campaña.Pregunta.La guerra no ha terminado, sino que, en realidad, empieza ahora, ¿no?

Respuesta.Sí, porque creo que, de alguna forma, la estrategia de los partidos en cuanto a los pactos poselectorales supone una preparación de las elecciones generales. En ese sentido, pues, se puede pensar que el PSOE ha tomado una decisión. Su primer objetivo, el segundo, el tercero...: arrancar parcelas de poder al PP aunque haya sido la fuerza más votada. Por parte del PP se ha tomado otra: sólo hablamos con los partidos afines para completar nuestras mayorías. Los pactos contra natura, que podrán ser legales, pero que no se entienden porque no están basados en afinidades ideológicas o de programa, pasan siempre factura electoral a quien los hace. P.¿Por qué da la impresión de que ni ustedes mismos se creen que son los que realmente han ganado las elecciones?

R.El PP tiene un problema: no valora los resultados electorales como lo hace el PSOE. Llevamos cuatro años ganando elecciones y la verdad es que no se nos nota. No nos reímos como se ríe el PSOE cada vez que pierde. Nosotros tenemos un nivel de autoexigencia que se corresponde con el de nuestro electorado. Porque la verdad es que a los socialistas, que tienen un electorado sólido, sus votantes no les exigen tanto como a nosotros.

P.Quizá ustedes no habían contado con la resurrección de un PSOE que parecía muerto.

R.Yo creo que pensar que el PSOE estaba muerto es un profundo y grave error. En una sociedad como la nuestra, los socialistas tienen un suelo que nunca va a estar por debajo del 30% o el 32% [de los votos]. De la misma forma, los populares también tenemos un suelo que nunca bajará de esos mismos porcentajes. Esta realidad la tengo muy clara, igual que la tiene José María Aznar. Y, bueno, a mí, personalmente, las mayorías absolutas, apabullantes, nunca me han parecido buenas. Le diré una cosa: el listón nuestro no tiene que estar en la mayoría absoluta, sino en la mayoría suficiente.

P.¡Anda que le iban a hacer ustedes ascos a la mayoría absoluta!

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R.Le repito que nuestro listón tiene que estar en la mayoría suficiente. Y, desde luego, pienso que, si uno está gobernando desde el diálogo, como el PP; si ese Gobierno que no tiene la mayoría suficiente la alcanza, cometería un error gravísimo si no escuchara a las minorías. Estaría iniciando el camino hacia la oposición, igual que nos pasaría si no fuésemos conscientes de que también se puede morir de éxito. Desde que llegué a la secretaría general me he pasado todos los días luchando contra las actitudes triunfalistas. Ha habido realmente exceso de confianza en nuestro electorado, pero también ha habido exceso de confianza en nuestra organización. Eso tiene una explicación sencilla: no existe en la sociedad la necesidad de ejercer un voto de castigo como en etapas anteriores, pero tampoco la de movilizarse porque el país marcha razonablemente bien.

P.Supongo que ustedes no aceptarán ese argumento conocido de que la derecha y Aznar no acaban de enamorar a la gente. R.Nosotros nunca hemos estado en otras elecciones tan acompañados como en ésta. Es verdad que algunos hablan de la soledad del PP, pero yo creo que, en democracia, lo importante es que te acompañen los ciudadanos y a nosotros nos ha acompañado un 40%, más que en las últimas generales. Si ahora resulta que el PSOE ve colmadas sus aspiraciones recuperando el 50% del espacio que pierde IU es que ha perdido la vocación mayoritaria. Porque deben recordar que para ganar deben acercarse al 39% o al 40%. En cualquier caso, los partidos no estamos para enamorar, sino para convencer. Creo que la mayoría de los españoles están convencidos de que tienen un buen Gobierno, de que la economía va bien...

P.¿Qué le preocupa más con vistas a las próximas elecciones generales?

R.Sobre todo, que el partido, y no sólo el Gobierno, el partido, ¡y no sólo el Gobierno!, sea capaz de ofrecer a la sociedad una imagen y un proyecto de centro y de reformas. Y que en todos los congresos regionales que tenemos que celebrar haya una renovación profunda, pero sin exclusiones. Y que logremos aparecer ante la sociedad como un partido realmente interclasista, capaz de atraer a los grandes sectores de trabajadores.

P.Eso de renovación sin exclusiones suena a eufemismo para anunciar que va a haber una limpia en los lugares en los que las cosas no han ido bien.

R.No, no... Creo que todo lo que se puede arreglar con el diálogo es mejor que con la imposición. Yo soy de guante suave.

P.¿De guante suave, pero con puño de hierro dentro?

R.No, no... De guante suave. Yo creo que hay comunidades como Cataluña, Canarias, Castilla-La Mancha..., donde hay que hacer un mayor esfuerzo de reimplantación y de reforzamiento de nuestras estructuras. Pero, por ejemplo, en Andalucía, donde tanto se dice que hemos sido derrotados... ¡Pero si hemos sacado el mejor resultado de nuestra historia! Y en Galicia... ¡En Galicia el problema lo tiene el PSOE, que el BNG se le está comiendo la mitad de su electorado! En serio: yo me propongo hacer renovaciones y cambios en todas las organizaciones del partido, pero esa renovación significa que se redistribuyan los papeles de otra forma, que gente que no ha tenido oportunidad de participar, que estaba en el banquillo, pase al centro del campo.

P.Parece que todo les ha pillado a contrapelo. ¿De verdad nunca pensaron que el PSOE podría hacer pactos con IU, con el BNG o con cualquier otra fuerza?

R.Nunca creí que el PSOE iba a llegar tan lejos ni se iba a atrever a tanto. Está poniendo en riesgo su condición de partido nacional. Está haciéndonos dudar muy seriamente de su preocupación por la desmembración de España de la que tanto ha alardeado. ¿Cómo podía esperar, además, que dirigentes del PSOE estén alentando, promoviendo o legitimando las candidaturas del GIL?

P.Tendrá argumentos sólidos para hacer semejante acusaciones.

R.Me baso, por ejemplo, en que me consta que hubo unos pactos del señor Gil con la Junta de Andalucía sobre el plan urbanístico de Marbella; en la certeza de que se van a conocer, muy pronto, aspectos de las relaciones financieras del señor Gil con el PSOE... Y, bueno, he visto con estos ojitos cómo el señor Gil ha sido la estrella invitada de actos convocados por el señor Chaves. El PSOE nunca ha tenido, nunca, ni a nivel nacional ni a nivel andaluz, una actitud claramente beligerante respecto al señor Gil. Muy al contrario, ha manifestado privada y públicamente lo bien que le venía el GIL como elemento de deterioro del PP. Eso, sin olvidar lo del señor González, que es lo más curioso. Cuando afirma que las elecciones hay que ganarlas en las urnas, yo le diría que sus compañeros prefieren ganarlas en los despachos.

P.Pues lo curioso es que Jesús Gil a quien señala con el dedo es a usted. Él asegura que se reunieron en 1995 para pactar la Diputación de Málaga.

R.Es verdad que me reuní con el señor Gil, como también que él saca ahora a relucir esa reunión, de forma pactada con el PSOE, para sembrar la confusión. Me reuní con él para conocer si iba a hacer un pacto con el PSOE para quitarnos la Diputación. Pero no hice ningún pacto con el señor Gil, que, como se sabe, al final no hizo ninguno, ni con el PSOE ni con nosotros. Y, por cierto, ni tomé vino ni menos caviar, que no me gusta. En cualquier caso, creo que estos últimos cuatro años han sido definitivos para conocer el perfil del señor Gil y de su gestión, por llamarla de alguna manera. Tengo la percepción de que partidos como el GIL son de localización muy concreta y corto recorrido.

P.¿Han calculado qué porcentaje de votos se les podría fugar al GIL desde la extrema derecha?

R.A nosotros la candidatura del señor Gil no nos preocupa ni inquieta en absoluto. Es una candidatura antisistema, que no se puede ubicar en la derecha o en la izquierda. Además, la extrema derecha, muy pequeña, no vota al PP, sino a algunos partidos marginales. Ya sé que los socialistas creen que perjudica más al PP que al PSOE, pero yo creo que nos perjudica a todos. Además, si hablamos de espacio electoral, algunos municipios de Andalucía que ahora controla Gil fueron del PSOE.

P.Todavía no le he preguntado cómo se pasa cuando uno tiene que ejercer de secretario general del PP y tiene que llamar a capítulo a Manuel Fraga para arreglar el grave problema de Galicia.

R.Yo no he llamado a capítulo a Fraga. Creo que nadie es capaz en el PP de llamarle a capítulo, aunque sea el militante más disciplinado que tenemos. Yo despaché con Fraga, no él conmigo, en su despacho de Madrid. Y estuvimos analizando los resultados electorales, que son muy buenos en los núcleos rurales y menos buenos en algunas ciudades. La conclusión fue que tenemos la mejor organización de partido de España; que tenemos que mejorar mucho en las zonas urbanas, y que, respetando lo que tenemos, hay que introducir caras nuevas en la dirección de Galicia. Yo no fui el que le tuvo que decir a Fraga lo que hay que hacer. Fue él mismo quien me hizo las propuestas de lo que hay que hacer para renovar el partido. P.¿Está dispuesto Fraga a sustituir a su secretario general, Xosé Cuiña? Y, sobre todo, ¿quién va a sustituir a Fraga como candidato a la presidencia de la Xunta?

R.A Fraga, en las próximas elecciones, le va a sustituir Fraga. Creo que va a ser de nuevo nuestro candidato. Sigue siendo un volcán de ideas y proyectos. Le queda mucho recorrido. Le puedo asegurar que nadie en nuestro partido en Galicia se está planteando la sucesión o sustitución de Fraga. Y Cuiña está haciendo una buena labor, lo que no quiere decir que no haya que promover la incorporación de personas que pueden renovar el partido.

P.¿Piensa usted renovar también el de Baleares después de todo lo que ha caído?

R.¡Pero si en Baleares no se ha producido ningún cambio en las tendencias electorales! Lo que ha cambiado es la actitud de los dirigentes, que han dicho: "Vamos a por el PP. Montemos una coalición contra el PP sin preocuparnos de nada más con tal de que el PP no siga". El que personas que no tienen nada que ver, ni en ideas ni en proyectos, organicen una cruzada contra el PP no tiene ninguna explicación razonable. Y el señor Almunia tendrá que explicar, o el señor González, cómo pueden unirse a partidos que no aceptan la Constitución o son partidarios de la autodeterminación. Creo que es una mera cuestión guiada desde la voracidad de poder y el afán revanchista de darse el gustazo de impedir que el PP gobierne. P.Perder el poder después de haberlo tenido 16 años es muy duro, pero presentarse ante la gente de Unió Mallorquina con un maletín de 100.000 millones y un estatuto autonómico del máximo nivel lo es más, ¿no?

R.Es rigurosamente falso que hayamos cuantificado ninguna oferta económica. Miente la señora Munar [Maria Antònia, líder de UM] si mantiene esa afirmación. Ninguna persona del PP ha estado autorizada, bajo ningún concepto, a cuantificar una oferta económica que nunca, nunca, ha existido. Hasta donde yo sé, hemos ofrecido un pacto que tenía que ver con el modelo del que tenemos con Coalición Canaria. No hubo ninguna oferta secreta. Ni por debajo ni por encima de la mesa. Ni siquiera UM quiso oír ningún tipo de oferta. Ni ésa, que no existió, ni ninguna otra.

P.¿Le preocupa que las tensiones hagan emerger la sombra de Gabriel Cañellas? R.Creo que la sombra del señor Cañellas no es alargada y que, independientemente de la situación en la que se vio envuelto y que le llevó a la renuncia, es una persona que siempre ha tenido una actitud de mucho respeto hacia el proyecto del PP. Así que yo no espero ninguna actuación del señor Cañellas que no podamos comprender.

P.Lo que no se comprende muy bien es que ustedes vean ahora la paja de la irresponsabilidad de los socialistas por los pactos con grupos que no reconocen la Constitución y no les moleste la viga en los de ustedes, que pactaron con el PNV para poder gobernar el país.

R.¡No sea usted... mala! Además, el partido que ha gobernado con el PNV ha sido el PSOE en el Gobierno vasco. Es verdad que nosotros hemos tenido con el PNV algún pacto puntual de gobierno, pero que el PSOE hable de nuestras relaciones con el PNV es un ejercicio de cinismo notable. No se pueden confundir las cosas porque nosotros lo que hicimos fue un pacto puntual con luz y taquígrafos para poder gobernar. Cumplimos el pacto y, mire, el PNV hace tiempo que en el Congreso vota lo que le parece. Nosotros sólo firmamos un acuerdo de investidura, sólo un acuerdo de investidura, con un partido que siempre ha dicho que respeta la Constitución aunque no comparta algunas cosas. El PNV ha ejercido siempre como un partido nacionalista moderado. Sólo han empezado los problemas a partir de su integración en el Pacto de Estella [Lizarra] y de su conexión con HB. Nosotros no estamos en la vida política para escenificar rupturas ni para radicalizar al PNV, que es un partido que nada tiene que ver con las posiciones de personas que se reservan el derecho de autodeterminación en los juramentos o que juran la Constitución por imperativo legal. Pero es que, además, el PNV, cuando decidió irse a Lizarra, se limitó a advertir que ellos se habían ido "al monte", sin que nosotros pudiéramos hacer nada para evitarlo.

P.¿Cree probable que el acercamiento entre el PSOE e IU se reproduzca tras las generales?

R.No, no lo creo. Pero, en cualquier caso, sería razonable que, si van a hacer pactos luego, vayan juntos a las elecciones. Sería mucho más clarificador. No me preocupa porque nuestro objetivo es conseguir una mayoría... suficiente para poder gobernar a partir de un espacio de centro, que es donde está nuestra fuerza. Pero no veo que por parte de IU haya una disponibilidad clara a un entendimiento de ese nivel con el PSOE. Al menos, hoy por hoy.

P.Usted tiene fans y enemigos claros dentro de su propio partido. ¿Le preocupa que estos últimos le señalen con el dedo como responsable de un eventual fracaso?

R.Yo no contemplo un escenario que no signifique un éxito en las elecciones generales. Si lo contemplara, no debería ser el secretario general. A partir de ahí... Yo tengo 41 años y he pasado por muchas responsabilidades políticas, muchas. Y, cuando se han tenido todas esas oportunidades, la preocupación personal es muy pequeña. No tengo ninguna preocupación por mi futuro político. Pero tengo claro que, en los malos momentos, el secretario general es quien debe estar en primera fila para asumir sus responsabilidades. Aunque creo que la mía, ahora, es rentabilizar al máximo al partido para que en enero esté preparado para la batalla, que será dura.

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