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GOLF Open Británico

Lawrie hace feliz a Escocia

El francés Van de Velde perdió una ventaja de tres golpes en el hoyo 18

Fiesta mayor en Escocia. Hacía 68 años, desde la victoria de Tommy Armour, que un escocés no ganaba el Open Británico en suelo escocés. El autor de la hazaña, el hombre que supo domar al monstruo de Carnoustie en el hoyo 76 del 128º Open no es quien todo el mundo pensaba que sería el primer escocés desde Sandy Lyle que ganara un grande. No, no fue Colin Montgomerie. El ganador del Open, el hombre que hizo ayer feliz y orgullosa a la tierra escocesa fue Paul Lawrie, un chavalote simpático, sanote y buena gente, de 30 años, que disfrutó de un privilegio único: durmió los cuatro días del torneo en su cama, y no en la de cualquier hotel o Bed and breakfast de los alrededores.El golf nació en Escocia en el siglo pasado. Paul Lawrie, el personaje más improbable, le devolvió a las tierras altas el honor de tener el último ganador. Pero no fue fácil para Lawrie. Para que su felicidad pudiera darse tuvo antes que suceder el golpe de efecto más tragicómico que el Open conoce en su centenaria historia. Y después, de eso, de la terrible historia de ascensión y caída del francés Jean van de Velde, tuvo que suceder un desempate a cuatro hoyos en el que también intervino el norteamericano Justin Leonard, el ganador sorpresa de 1997.

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El encargado de grabar el nombre del ganador del Open Británico en la mítica jarra de plata que simboliza la victoria lo tuvo más fácil en 1975. Fue también en el bestial Carnoustie. También se jugaron la victoria en una partida de desempate. Pero entonces, el apellido de los dos rivales, Tom Watson y Jack Newton, terminaba en on, y por allí empezó a manejar el buril el buen hombre. Esa facilidad no la tuvo ayer. Todo lo contrario. Ya se andaría escribiendo en plata Jean cuando a toda velocidad se vio obligado a tachar. Y no fue el único que tuvo que borrar el nombre medio escrito de quien a falta de un hoyo aventajaba en tres golpes a sus más cercanos rivales.

Sorpresa

Y así, tanto el escocés Paul Lawrie como el norteamericano Justin Leonard habían dado por perdida la jornada, y veían por televisión cómo Jean van de Velde, el francés que había mandado en el torneo desde el segundo día, debía coronar su hazaña cuando se vieron sorprendidos. El mayor sobresalto de su vida: desafiando la prudencia, la lógica y el destino, el impávido francés a quien le habría bastado un doble bogey en el último hoyo para dar a su país la segunda victoria en un Open 92 años después de la primera deshizo en un acto de soberbia todo lo que tan bien había trabado en tres días de serenidad.El francés de Mont de Marsan, el veraneante en Biarritz que de joven dudó si dedicarse como profesional del deporte al esquí náutico o al golf, jugaba casi solo. Su rival inicial, el australiano Craig Popeye Parry, se había dado de baja de la pelea tras un triple bogey en el 12. Los dos siguientes, Leonard y Lawrie ya estaban en la casa club después de marcar + 6 en sus respectivas tarjetas. Leonard, quizás frustrado. Lawrie, feliz con haber llegado allí. Había comenzado el día con +10 y una jornada de 67 golpes ya le había colmado. Estaban ambos a tres golpes del francés. A éste sólo le quedaba un hoyo para culminar su histórica victoria. Ya lo sentía. Sonreía a los graderíos. Cruzaba el doble meandro de Barry Burn con suficiencia, casi altivez. Podía cometer un doble fallo y aún así tener el derecho a agarrar la jarra de clarete con las dos manos. Su primer golpe en el 18 se fue a la calle del 17. Un error, pero no insuperable. Lo terrible llegó después, en su segundo. Cualquier profesional, cualquier aficionado, hasta cualquier handicap 5, habría dado marcha atrás, un golpe de recuperación hacia la calle, Van de Velde, imbuido de una soberbia inconcebible, queriendo rematar su faena a lo campeón, decidió arriesgar, decidió apuntar al green directamente. La bola salió despendolada, chocó con una tapia y acabó en un rough espesísimo, con hierba hasta la rodilla, allí donde sólo las ovejas se aventuran a pastar. De allí, el infortunado francés se fue al agua del Barry Burn. Con ello, tres golpes, más el de penalización, cuatro. El quinto, bunker. El sexto, ya green. Y aún tuvo temple el francés para embocar desde tres metros y forzar un triple bogey y el derecho a participar en un desempate a tres bandas de los hoyos 15 a 18. Con dos birdies en el 17 y 18 en su quinta visita a esos hoyos, Lawrie, un modesto jugador que sólo contaba en su historial con el Open de Cataluña de 1996 y el Masters de Qatar este año, concedió a su tierra el honor que Van de Velde negó a la suya. Arnaud Massy, el ganador francés de 1907, puede seguir tranquilo en su tumba.

Clasificación: 1. Paul Lawrie (Escocia) (73, 74, 76, 67). Jean Van de Velde (Francia) (75, 68, 70, 77), Justin Leonard (Estados Unidos) (73, 74, 71, 72), 290 (seis sobre el par del campo)sz. Lawrie ganó en el desempate sobre cuatro hoyos. 4. Angel Cabrera (Argentina) (75, 69, 77, 70) y Craig Parry (Australia) (76, 75 67, 73). 292 (+ 7). 6. Greg Norman (Australia) (76, 70, 75, 72), 293 (+ 9). 7. Davis Love (Estados Unidos) (74, 74, 77, 69). David Frost (Suráfrica) (80, 69, 71, 74) y Tiger Woods (Estados Unidos) (74, 72, 74, 74), 294 (+ 10)... 25. Miguel Angel Martin (España) (74, 76, 72, 76), Ernie Els (Suráfrica) (74, 76, 76, 72), Ian Woosnam (Gales) (76, 74, 74, 74), 298 (+ 14)... 59. Santiago Luna (España), 305 (+ 21). 73. Martin Thompson y Derrick Cooper (Reino Unido) (últimos), 313 (+ 29).

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