"Sólo el PP ha hecho oposición a CiU en el terreno ideológico"
Alberto Fernández Díaz (Barcelona, 1961) tuvo un debut electoral amargo como presidente del Partido Popular en Cataluña: el PP perdió 80.000 votos en las elecciones municipales y no logró ahuyentar definitivamente el espectro de Aleix Vidal-Quadras, que sobrevuela el partido desde 1996. Fernández Díaz se jugará su futuro político en unas difíciles elecciones autonómicas al frente de una estrategia de "catalanismo moderado" inducida por el ministro Josep Piqué. Pregunta. ¿Cómo explica el retroceso del PP catalán? Respuesta. Ha habido una consolidación de los resultados, con un retroceso de apenas un punto con relación a 1995. Si no hemos tenido mejores resultados ha sido por la propia connotación de estas elecciones, que han tenido una lectura estrictamente municipal. P. ¿No hubo fallos en la campaña electoral? R. El PP no es un partido de gobierno en Cataluña y no ha podido obtener los réditos que han tenido otros partidos en unas elecciones en las que el voto no ha sido político, sino sobre la gestión en los municipios. En las autonómicas, las coordenadas cambiarán porque la confrontación será más ideológica. P. ¿Una campaña más ideológica incidirá en asuntos como la lengua y la identidad? R. Son elementos importantes, pero no los únicos. Hay que apostar por una sociedad plural, abierta, cosmopolita, bilingüe... Son los valores del mensaje del PP, basados en el pluralismo y la libertad. Pero también apostaremos por la eficacia en la gestión y por dar un impulso determinante a la renovación de la vida política catalana. P. ¿No les pasará factura la colaboración con CiU? R. El PP concurre a las próximas autonómicas siendo el único partido que ha hecho oposición a CiU en clave nacionalista y en el terreno ideológico. El votante del PP no podrá penalizarnos por esto. En el Parlament ha habido más entendimiento en asuntos clave entre el PSC y CiU que entre el propio PP y CiU. La legislatura se inició con cuatro contra uno y ha acabado con uno contra cuatro en clave nacionalista. En los aspectos controvertidos, como el proyecto de ley de las selecciones deportivas, la ley de política lingüística y la comisión sobre el autogobierno, todos los partidos han ido contra el PP. P. La estrategia electoral será fijada por un comité impulsado por la dirección nacional. ¿No es un signo de que se ha perdido la confianza en la dirección catalana? R. En absoluto. La estrategia en las elecciones autonómicas la determinará el PP de Cataluña, pero no renunciamos a aprovechar la acción de gobierno y nuestra condición de partido con representación en toda España. Es el mismo planteamiento que se adoptó para las elecciones vascas y dio un excelente resultado. P. Esto eleva el listón de las expectativas. Si se compara con el País Vasco, el PP de Cataluña estará obligado a subir y mejorar sus resultados. R. Las victorias o derrotas políticas son relativas. Se pueden tener más diputados y perder un escenario político privilegiado, o al revés. Dependen de alcanzar o no los objetivos fijados. Nosotros queremos influir en la configuración de una Cataluña basada en el pluralismo, la libertad y la renovación, que no esté anclada en la reivindicación permanente. P. Tras los resultados electorales, algunos sectores del PP han cuestionado la posibilidad de crecer a costa de CiU. ¿Lo considera aún posible si su discurso, como dice, tiene un componente muy ideológico? R. Aspiramos a abrirnos a sectores moderados cansados de 20 años de nacionalismo y esto nos permite dirigir nuestro discurso a sectores que hasta ahora respaldaban a CiU y que están cansados de su nacionalismo reivindicativo. Pero también aspiramos a abrir nuestro espacio electoral a los sectores moderados de la sociedad que ponen el acento en el debate social. La sensibilidad social del Gobierno del PP debe ser un aval suficiente para conseguir el respaldo de gente que hasta ahora confiaba en el PSC. P. ¿El PP no cimenta en el nacionalismo español su alternativa al nacionalismo de CiU? R. Yo no soy nacionalista, ni catalán ni español. No me gustan los nacionalismos ni como afirmación política ni como discurso personal. Me considero catalán y español desde la normalidad, sin levantar ninguna bandera por ello. La Cataluña del siglo XXI debe afirmarse desde la normalidad, asumiendo sin ambigüedades ni complejos que la sociedad catalana es también española y apostando por una cultura de gestión vinculada a la eficacia y no a la confrontación. P. ¿Qué papel debe desempeñar Josep Piqué en la estrategia del PP de Cataluña? R. Es uno de nuestros principales activos. Tenemos que ser capaces de capitalizar la acción de gobierno que el propio Piqué representa en su condición de portavoz, pero también su talante centrado, abierto y catalanista, que aspiramos a asumir. P. ¿Es compatible su mensaje con el que difunde Aleix Vidal-Quadras? R. La compatibilidad de los mensajes depende de la capacidad de adecuarlos a una estrategia común. Afortunadamente, el PP no es monolítico; aspiro a que sea un reflejo de nuestra sociedad y a que, por tanto, también sea plural. Desde planteamientos distintos, hemos de confluir en objetivos comunes y los mensajes deben modularse. P. ¿Está de acuerdo con Vidal-Quadras cuando dice que Pujol es un tirano totalitario? R. A veces la forma en que se dicen las cosas te hace perder la razón. En política las formas son importantes, aunque en ocasiones la moderación de los mensajes hace difícil que lleguen a la sociedad. Pero es evidente que Cataluña necesita una importante renovación de actitudes, de talantes, de diseños de futuro. P. Vidal-Quadras ha reclamado, parece que sin éxito, un papel en la campaña de las elecciones autonómicas. ¿Lo tendrá? R. En el PP no sobra absolutamente nadie. Todos caben en el proyecto popular desde el momento en que somos capaces de compartir una estrategia común. En este sentido, nadie sobra en el PP. P. ¿No teme que Maragall sea el gran receptor del voto útil antinacionalista? R. Veo difícil que los sectores cansados del nacionalismo de CiU respalden a un Pasqual Maragall y a un PSC que han sido copartícipes de las principales decisiones del nacionalismo catalán en los últimos años. Si añadimos que, si gana, Pasqual Maragall puede llegar a formar gobierno con el independentismo, como hizo en Barcelona, veo difícil que los no nacionalistas le respalden. P. Para evitar la influencia de los independentistas, ¿el PP ofrecería sus votos a CiU? R. No entraremos en la dinámica de posibles acuerdos ni con unos ni con otros. Colaboraremos con los que apuesten por el pluralismo lingüístico, por las actitudes abiertas, y estén dispuestos a impulsar su acción política desde la eficacia. Socialistas y nacionalistas tratarán de centrar el debate en clave personalista, pero nosotros tenemos claro que nos jugamos la Cataluña del futuro.
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