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Una espera incondicional

Literalmente, ellas "morirían" por los Backstreet Boys. No hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta: dos semanas antes de que se celebre el concierto del famoso grupo de pop estadounidense en Madrid, más de un centenar de jovencitas espera con ansia la cita en el estadio de la Comunidad de Madrid, conocido como La Peineta. Todo por un buen sitio. Desde el pasado 29 de junio no hacen otra cosa que suspirar y contar las horas que faltan para la actuación. "Esto es como una enfermedad, pero lo hacemos porque el grupo nos gusta demasiado", confiesa una chavala que no pasa de los 17 años y que cada día acude desde Collado Villalba (a 41 kilómetros de Madrid), donde vive, para cumplir su "turno de guardia". La chica no exagera. En efecto, parece una enfermedad, una locura de adolescentes en plena efervescencia que lo hacen todo por sus ídolos. Por Nick, Brian, Howie y A.J. A ellas no les importa soportar los más de 38 grados que azotan cada día los alrededores del estadio. Lo asumen con alegría y no tienen ninguna queja. "Es que por ellos somos capaces de aguantarlo todo", afirman, casi en coro, una decena de seguidoras del grupo.

Llevan bikinis, toallas, tabaco, pulverizadores de agua y música. Hacen turnos de cinco horas diarias y a partir de hoy varias comenzarán a pasar la noche allí mismo. Las horas transcurren tomando el sol, oyendo cintas de sus ídolos e intercambiando cotilleos. Historias que van desde la muerte de la abuela de dos miembros del grupo, primos entre sí, o la vida amorosa de cada uno. "Esperemos que no vengan las novias porque son muy bordes", dice, entre risas, Patricia, otra fanática de los Backstreet Boys. Patricia tiene la piel tostada, parece que el sol le está quemando el cuerpo, pero eso poco le importa. Prefiere dedicar buena parte de sus vacaciones escolares a esperar con verdadero fervor el anhelado 16 de julio, día del concierto. Patricia y sus amigas compraron las entradas el pasado 27 de marzo. Ese día se levantaron a las cinco de la mañana para llegar a tiempo y pagar las 3.900 pesetas que cuesta ver, de pie y durante dos horas, a cinco chicos altos, guapos y muy flacos que cantan cosas como "te necesito esta noche" y "nunca te romperé el corazón".

Por los Backstreet Boys vale la pena cualquier esfuerzo. O cualquier mentira. Porque muchas de ellas inventan historias increíbles con tal de que sus padres no se enteren de semejante locura. "Yo a mis padres les digo que me voy a la piscina. Me llevo el bikini y luego vuelvo bronceada, pero no saben que estoy aquí. Si se enteran, me matan", anota, con picardía, una joven fanática.

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