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"Sólo quiero seguir aprendiendo"

Haber ganado el torneo júnior de Roland Garros y ser la primera española que se impone en una prueba del Grand Slam en esa categoría no ha cambiado a la pontevedresa Lourdes Domínguez, de 18 años. Le ha reportado confianza, eso sí, y le ha confirmado que estaba en la buena línea de trabajo y de entrega. Cuenta Miguel Sánchez, su entrenador en el grupo de élite de la Federación Española de Tenis en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), que el pasado diciembre Lourdes atravesaba una crisis de juego brutal. "Intentamos tomárnoslo con calma. Nos reíamos incluso de la situación, porque estábamos convencidos de que era simplemente una cuestión de confianza. Pero en algún momento me sentí preocupado por mi futuro como entrenador", explica Sánchez. Las cosas comenzaron a enderezarse un par de meses antes del torneo parisiense. Lourdes ganó en Tortosa (un WTA de 10.000 dólares) y llegó a los cuartos de final en Atenas (un WTA de 25.000 dólares). Después viajó a Roland Garros y ganó. Y tanto ella como su técnico certificaron que habían acertado. Pregunta. ¿Cómo puede resolverse una crisis tan deprisa?

Respuesta. La verdad es que la situación que viví a finales del año pasado pudo llegar a afectarme incluso personalmente. Pero la actitud de Miguel me ayudó a superarlo. Creo que con otro entrenador habría acabado totalmente agobiada y tal vez no habría sabido cómo reaccionar. En 1997 jugué muy bien todo el año y acabé ganando la Orange Bowl y el Campeonato de Europa de mi categoría. Pero luego tuve lesiones y jugué muy mal. Perdía contra jugadoras a las que debía ganar y, en lugar de divertirme, cada partido se convertía en un tormento. Así que en septiembre cambié de técnico y eso me ayudó.

P. ¿Qué fue lo que cambió?

R. Casi todo. Modifiqué incluso el mismo concepto de mi juego. Trabajamos mucho los golpes de ataque y las subidas a la red, porque estaba jugando demasiado defensiva y eso me obligaba a eternizar los peloteos. Intenté jugar más dentro de la pista. Y necesité un periodo de adaptación a tanto cambio. Hubo un momento en que parecía que había perdido mi derecha. Pero poco a poco fui recuperando la confianza.

P. ¿Y cree que fue ese cambio lo que le permitió ganar en Roland Garros?

R. Eso no lo sé. Pero le aseguro que jugando tal como lo hice en diciembre en la Orange Bowl habría sido imposible ser campeona en París. Para mí fue importante recuperar la ilusión por el tenis. Porque gracias a ello vuelvo a sentirme feliz. Juego mejor y disfruto en los partidos.

P. Cuentan que tiene un carácter difícil, que era incluso un poco huraña.

R. Tengo carácter, de eso no hay duda. Pero lo de huraña era al principio, cuando dejé mi casa, a los 14 años, para irme a vivir al CAR de Sant Cugat. Aquello fue duro para mí y, sobre todo, para mi madre. La adaptación me costó. Y algunas veces llegaba al desayuno con cara de pocos amigos y me aislaba demasiado. Pero eso ha cambiado. Me he adaptado muy bien. Soy más feliz, y creo que mucho más abierta que antes.

P. Y sus estudios, ¿puede compaginarlos con el tenis?

R. De momento lo hago. Estoy en 1º de Bachillerato y no tengo intención de dejarlo, al menos hasta acabar el COU. Pero cada vez me cuesta más estudiar en los viajes. Luego, me llegan las prisas cuando se acerca el final de curso.

P. ¿Qué piensa cuando ve jugar a Arantxa, Hingis, las Williams o Graf?

R. Que aún están muy lejos. Hay que ser realista. Ganar la prueba júnior de Roland Garros es lo más importante que he hecho en mi carrera tenística. Pero no deja de ser una prueba júnior. Eso no me cambia en nada. Sigo trabajando con humildad, porque es la única forma de poder meterme algún día entre las 50 primeras del mundo. Por ahora no me marco objetivos. Lo único que me interesa es seguir aprendiendo, porque sólo así puede que algún día logre realizar mi gran sueño: ganar en Roland Garros, pero la prueba grande.

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