El Valencia fulmina al Alavés al contragolpe

La confianza en las propias fuerzas casi siempre es positiva. No siempre. Ayer, por ejemplo, el equipo de Mané pagó con la hoguera su buen estado anímico, la fe en sí mismo que le habían dado los últimos resultados. Jugó con atrevimiento, sumó hombres en ataque y dejó mucho espacio a sus espaldas. Y como consecuencia salió escaldado. Mendieta y Piojo, seguramente los hombres más valiosos de Ranieri a lo largo de la temporada, montaron un contragolpe tras otro y quemaron las notables intenciones del Alavés, que quedaron para el arrastre. De hecho, casi se trataba de una efeméride: era la segunda victoria en casa del Valencia en toda la segunda vuelta y suponía el rescate, por parte de Mendieta y López, fundamentalmente, de un equipo que se había metido últimamente en un hoyo. También la bravura de Farinós contribuyó lo suyo y el público, cuando se lesionó el valenciano, lo despidió con una ovación considerable.En el fútbol manda la cabeza, indudablemente. La del Valencia estaba hundida en los primeros 19 minutos al observar como un equipo que lucha por la salvación le pasaba por encima. Parecía un grupo exhausto y pesado. Hasta entonces el Alavés se había paseado ufano y erguido por Mestalla, demostrando que le podía ganar a cualquiera. Y, sin embargo, se juntaron Mendieta, Farinós y Piojo López en un contraataque para invertir el estado de ánimo de uno y otro equipo. López marcó y mandó callar al público, que se había puesto muy quisquilloso. A partir de ahí, Mendieta dio una lección de jugar con la testa alzada y el Alavés se marchó cabizbajo al descanso. Desnortado.

La diferencia parecía abismal en esos momentos y, sin embargo, al Valencia le bastó apelar a su especialidad, el contragolpe, para derrumbar el castillo vitoriano. El Alavés se quedó mudo, mientras el Valencia sacaba petróleo de cada contragolpe.