_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Asunción

ADOLF BELTRAN Quien defendió las primarias hasta el absurdo dice ahora que "no se siente ajeno" a esa ejecutiva federal que ha parado los pies a los candidatos elegidos por las bases cuando han intentado hacer listas al margen de las etiquetas y las fidelidades de tribu ("sensibilidades" las llaman algunos). Antoni Asunción, supongo, sí que debe sentirse ahora ajeno a ese patético mendigar de cabezas de lista de varias federaciones a quienes el PSOE ha dejado claro que una cosa es dar la cara ante la sociedad y otra cardar la lana en los parlamentos (tarea que, como todo el mundo sabe, sólo puede corresponder a profesionales del partido). Asegura el improvisado cabeza de cartel del PSPV a la Generalitat que "Romero no era el mejor candidato". Y añade, tras apuntar que Carmen Alborch era la más adecuada: "Si Romero hubiera sido el mejor candidato yo no me habría presentado a las primarias". Ya dijo Borges que el periodista escribe para el olvido, pero no tanto. Todavía no amarillea el episodio en que Asunción y Vicent Garcés (bonito papel el de Izquierda Socialista, sí señor) forzaron a Romero, entonces su supuesto aliado, a anunciar tempranamente que concurría a las primarias. ¿Tal vez porque no era el mejor candidato y había que liquidarlo? En fin, como todo ser humano, Asunción se reexplica la historia a su manera. Por lo demás, su propuesta de campaña contra Zaplana (ante la sospechosa euforia de Unión Valenciana) es bien simple. Consiste en sacar pecho al grito de: "A por ellos, que son pocos y cobardes". Hay que hacer mucho ruido para conjurar los ecos del portazo que dio Joan Romero (un dirigente con sus virtudes y defectos, pero consciente de que la reafirmación interna y el conservadurismo de partido, como comprobaron los laboristas británicos y los socialdemócratas alemanes, pueden condenar a la izquierda a una larga etapa en la oposición). Lamentablemente, el ruido es un conjuro ingenuo de la realidad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_