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Una luz en el reino de las sombras

A veces los dramas teatrales no están cercados por un territorio aséptico que separa al autor de su obra. La imagen del escritor que triunfa en las tablas y derrocha su vida entre lujos y placeres no se cumple siempre. A veces, la violencia que supuran los dramas acaba por devorar a sus autores. Tennessee Williams arrastró su esqueleto hacia la muerte, entre drogas y palizas, con la misma vehemencia con que buscaba un macho la protagonista de Un tranvía llamado deseo. Joe Orton murió a martillazos a manos de su novio. Sarah Kane se ahorcó el pasado 20 de febrero. La escritora británica impartió poco tiempo antes -en noviembre de 1998- un taller de dramaturgia en el Centro Andaluz de Teatro (CAT). Sarah Kane y la directora Mary Peate, de The Royal Court Theatre de Londres, enseñaron su técnica a 10 autores y 12 actores andaluces. Sarah Kane tenía entonces 27 años. La dramaturga británica acababa de cumplir 28 años el pasado 20 de febrero, el día que decidió ahorcarse. Los autores que aprendieron de ella -José Francisco Ortuño, Gracia Morales, Carlos Herrera, Tomás Afán, Ruth Lladó, José Manuel Ortiz, Javier Berger, Chusa Couñago y Antonio Hernández- le rendirán hoy su homenaje en el Teatro Central de Sevilla a las 19.00. Tras la representación de cinco piezas breves de teatro de varios de estos jóvenes, llegará el homenaje a la chica mala del teatro británico. Los autores leerán un fragmento de Crave (Ansia, 1998), una obra de Sarah Kane. Crave es un canto desolado que, de alguna manera, rebajó la salvaje intensidad de sus primeras obras. La trama de Crave ocurre en un campo de concentración donde resuenan los versos de La tierra baldía del poeta T. S. Eliot. Cuando Kane representó en 1995 su primera obra, Blasted (Condenados), el escándalo cuarteó los cerebros de parte de la crítica. Kane encerraba en su obra a un periodista y su hija en un cuarto de hotel. La escalada de violencia iniciada en ese espacio llegaba a la violación, la castración y el canibalismo. Su segunda y tercera obras -Phaedra"s love (El amor de Fedra) y Cleansed (Purificados)- provocaron también reacciones de escándalo. Tras estrenar Cleansed, la escritora se fue hundiendo en intensas depresiones. Al final, el infierno que domeñaba su cabeza se saldó con la muerte. El director del CAT, Emilio Hernández, tuvo el martes dulces palabras de respeto y cariño para el recuerdo de Sarah Kane. "No quisiera extenderme demasiado en el dolor. Quizás su último trabajo fue estar presente en el taller de Sevilla con esta camada de autores andaluces poco antes de que ella decidiera cambiar de vida", explicó Hernández. El director del CAT calificó de "decisivo" el peso de Sarah Kane en la formación de estos autores. "Tuvimos la suerte de que fuera el último taller que ella impartía. Lo mejor que podemos hacer es seguir trabajando. Los autores harán un homenaje a Sarah Kane entregando su energía en un fragmento de Crave", concluyó el director del CAT. El joven autor José Francisco Ortuño destacó la importancia de la escritora en su formación. "El trabajo de Sarah Kane va directo a los sentidos. Su taller estaba muy vinculado a eso: a sacar las cosas de dentro, hacia lo más visceral. Quería un teatro que saliera de las tripas y explotarlo a través de sensaciones y de la liberación del subconsciente", comentó Ortuño, cuya obra Rigor mortis fue representada ayer. Sarah Kane no podrá ver la prueba de devoción y amistad que sus alumnos reservarán hoy para ella. El cariño se inundará de luz en ese reino de las sombras en el que se internó Sarah Kane.

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