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FÚTBOL 21ª JORNADA DE LIGA

El Bernabéu rechaza el vedetismo

Raúl salva al Madrid en el último minuto, pero la hinchada recrimina con dureza la actitud de sus jugadores

Santiago Segurola

El pueblo soberano no quiere bromas en el Bernabéu, ni admite reproches de sus caprichosos jugadores, que se permitieron la licencia de afear la conducta a la hinchada después del tercer gol de Raúl. El tanto se produjo en el último minuto, después de un sofocón considerable, propiciado por los habituales defectos del Madrid: apatía, desorganización y suficiencia. También por un error espectacular de Fernando Sanz, que estuvo a punto de cargarse su carrera en el Madrid. Empató el Valladolid, se inflamó el público, y tuvo que llegar Raúl al rescate de todo el mundo. Su gol fue trascendental porque dio la victoria al Madrid y porque salvó numerosas cabezas, especialmente la del entrenador y la de Fernando Sanz. Pero de ahí a que los futbolistas pasen factura a los aficionados, va un abismo que la gente no acepta de ninguna manera. Varios jugadores se atrevieron a recriminar la actitud del público, un desafío intolerable para una afición que no soporta más el vedetismo reinante en el equipo, ni su indolencia. ¿Con qué derecho se sienten estos divinos para exigir el calor de la gente? El Bernabéu no aguantó más y abucheó con saña a los jugadores, a pesar del carácter crucial del gol, que sitúa al Madrid en una posición relativamente cómoda ante el gran duelo del Camp Nou. Por encima del partido se situó la figura de Raúl, capitán por vez primera, protagonista de la mayoría de las ocasiones de su equipo y autor de tres goles. El último evitó una crisis gravísima en un equipo que volvió a definir todos sus rasgos actuales. En lo bueno: la capacidad de hacer oportunidades con el peor juego posible. En lo malo: el desorden, la ausencia de un plan de juego, la apatía, la insolidaridad. Lo más sorprendente es que todas estas carencias no le impidieron abusar del Valladolid, sostenido por la espléndida actuación de César, quien desbarató al menos seis ocasiones limpias del Madrid. Pero la facilidad para producir oportunidades nunca estuvo relacionada con el juego, pésimo durante todo el partido. Las oportunidades surgieron en comandita por la desastrosa actuación de los centrales del Valladolid y por el ingenio indiscutible de los delanteros madridistas, con Raúl a la cabeza. Por lo que se refiere al fútbol, en el Madrid es difícil encontrarlo. Para empezar, es un equipo mal dibujado, descompensadísimo. Cinco defienden y cinco atacan. El centro del campo es una entelequia. En el mejor de los casos, el Madrid juega un 4-2-4, con los riesgos de fractura que eso significa. Ni tan siquiera es un riesgo: es una realidad. El Madrid abandona el medio campo y se lo deja a todo el mundo. Si el Valladolid no lo aprovechó mejor fue porque su entrenador sufrió un ataque de pánico. A su equipo le quedó tan lejos la portería que todos los ataques morían al borde del área madridistas. El excelente partido de Vizcaíno y Eusebio resultó bastante improductivo porque no había manera de encontrar delanteros. Al Valladolid le bastó la entrada de Alberto para hallar el hilo al encuentro. Al menos tenía una referencia, alguien capaz de generar alguna preocupación a los centrales madridistas.

REAL MADRID 3

REAL VALLADOLID 2Real Madrid: Contreras; Panucci, Iván Campo, Fernando Sanz, Roberto Carlos; Raúl, Seedorf, Jarni, Savio (Guti, m.59); Mijatovic (Karembeu, m.82) y Morientes (Suker, m.90). Real Valladolid: César; García Calvo, Julio César, Peña, Marcos; Torres Gómez, Vizcaíno (Lozano, m.82), Eusebio, Turiel (Alberto, m.59), Chema; y Víctor (Klimowicz, m.80). Goles: 1-0. M.18. Raúl, de penalti cometido por Vizcaíno con Roberto Carlos. 2-0. M.52. Raúl, también de penalti, tras derribo de Julio César a Morientes. 2-1. M.65. Falta que transforma Vizcaíno. 2-2. M.87. Error de Fernando Sanz que aprovecha Klimowicz para lanzar un duro disparo desde lejos. 3-2. M.90. Penetración de Roberto Carlos, cuyo centro lo aprovecha hábilmente Raúl. Árbitro: Bueno Grimal. Amonestó a Iván Campo, Panucci, Eusebio, Vizcaíno, Julio César y Klimowicz. Cerca de 55.000 espectadores

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La bronca contenida estalló en el último minuto

Es tan débil la línea de flotación del Madrid que ni sus goles, ni sus ocasiones, consiguieron evitar la impresión de que el partido estaba abierto. Así fue. Marcó Vizcaíno y empató Klimowicz en un error clamoroso de Fernando Sanz, que recibió la bronca de la hinchada y el abrazo de consuelo de Raúl después del tercer gol. Un gesto hermoso desactivado por la actitud chulesca de varios jugadores. A destiempo, de forma oportunista, pretendieron pasar al público una factura inexistente. Demasiado para el pueblo, que expresó abrumadoramente la opinión que le merece su equipo. Ni le gusta como juega, ni le gusta el talante de unos futbolistas consentidos y caprichosos.

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