El fútbol se asoma al Camp Nou

Lanzado desde Valladolid, el Barça llegó a tiempo para coronarse campeón de invierno en una radiante tarde de fútbol, muy fugaz si se quiere, objetivamente intermitente, pero bien jugada por ambos equipos y recibida con gusto en un estadio sometido a una tormenta constante. Justo en el momento en que dobla el calendario, Van Gaal ha juntado una plantilla muy guapa. El Barça seduce desde el portero al extremo izquierdo. Tiene un equipo capaz de ganar con la gorra.Es ahora responsabilidad del entrenador darle una estructura y desarrollar los automatismos de juego que permiten resolver los encuentros que se enredan sin atender a las leyes del fútbol. La incógnita es saber si un equipo manejado por Van Gaal será capaz de hacerse querer por una hinchada que se siente agredida por la desnaturalización que sufre la entidad desde la sentencia Bosman.

A la espera de que el técnico intervenga y de que el juego crezca, aumenta la nómina de futbolistas con posibilidades de decidir por su cuenta. Los recursos son ilimitados. El contenido del partido avala la sensación de que el Barça ha encontrado un plan de juego. La forma en que se resolvió, sin embargo, redunda en la opinión de que necesita siempre de las acciones individuales y concretas para ganar. Pese a ser un grupo con una querencia natural por la pelota, y con ella por el toque, la posesión, la asociación y la combinación, decidió el choque por la vía aérea y a balón parado, y cuando el adversario exigió una respuesta, apareció un gesto técnico de Rivaldo para zanjar la disputa.

El Zaragoza obligó al Barça a trabajarse la victoria. A la que el grupo de Van Gaal se salió del encuentro, el equipo de Txetxu Rojo le quitó el balón y cuestionó su jerarquía. No perdió el orden ni la posición durante el primer tramo, momento en que los azulgrana jugaban como nunca, y se envalentonó en la reanudación cuando tomó la medular y remató con saña. Tuvo mérito su labor porque aceptó la propuesta del Barcelona de dirimir la contienda de acuerdo con la tenencia de la pelota e incluso se equiparó al adversario en cuanto a ocasiones de gol. Puesto que Van Gaal sólo parece estar para fichar, poner la alineación y celebrar los goles, el desfondamiento barcelonista lo combatió Rivaldo. El brasileño acabó con el empeño del Zaragoza en poner a debate la declaración de intenciones del Barça. No basta con tener el balón, sino que hay que saberlo jugar, y ayer le faltó algo de dinamismo, más velocidad y sentido del desmarque. El epílogo no estuvo de acuerdo con el prólogo y el discurso del partido perdió entereza.

El aroma futbolístico que desprende la alineación exige un fútbol más continuo. Hacía tiempo que el Barça no tenía una línea de vida tan saludable. El juego empieza en Frank de Boer, continúa con Guardiola, se ramifica por la banda derecha con Figo y Ronald de Boer y por la izquierda con Cocu y Luis Enrique, y se concentra en el punto medio con Luis Enrique y Kluivert. Un manantial. El balón es difícilmente mejorable a su paso por cada línea pues su punto de partida resulta embriagador. Frank de Boer es un gran futbolista. Tiene la facultad de hacer siempre lo que demanda la jugada. El cierre azulgrana orientó al equipo, Guardiola lo condujo y Rivaldo anunció la llegada a meta.

El protagonismo del brasileño escondió de nuevo el problema del equipo para actuar como quiere Van Gaal. Para ser una copia del Ajax le faltan dos extremos y un media punta capaz de jugar a espaldas del ariete. Rivaldo tiene una tendencia irreprimible a asomar por detrás de Kluivert al tiempo que la agresividad de Luis Enrique queda solapada.

Las disfunciones se expresan no en la gestación del juego, sino en la dificultad para tirar el último pase y en abrir el campo hasta las bandas, sobre todo por el empeño de Rivaldo y Figo en jugar para adentro y no tirar hasta el banderín de córner. Le costó al paquete de delanteros generar espacios en ataque estático y, consecuentemente, el número de ocasiones fue escaso respecto a la declaración de intenciones del juego. El Zaragoza leyó perfectamente la cojera azulgrana y se ofreció para disputar un partido de muy buen ver. Ganó el Barça porque el talento de su plantel es tan inmenso que no admite réplica. Más que ganar la Liga, el reto de Van Gaal parece ser no perderla.