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FÚTBOL 17ª JORNADA DE LIGA

Al Mallorca no le asustó el Madrid

El equipo insular mantiene el liderato y sacó provecho de dos goles en la primera parte

Luis Gómez

Para quien corresponda: el Mallorca estuvo por encima del Madrid en el diseño del partido. Fue superior en su lectura y en organización. Encontró al rival que buscaba, le dio el trato preferencial, aprovechó sus oportunidades, cometió un error y cerró la faena con la profesionalidad debida. El partido concluyó en términos de aceptación por ambas partes: ni el Mallorca sufrió los apuros de última hora que se le suponen a un resultado ajustado, ni el Madrid se sintió con capacidad para improvisar un asedio definitivo. El Mallorca cumple con los grandes, a la vista está, aunque largo es su camino.El Mallorca esperaba un Madrid prepotente, dispuesto a adueñarse del control de la pelota y a jugar con la amenaza de sus grandes figuras. Es decir, el Madrid vistió la apariencia de equipo grande que llega a la ciudad a poner orden en la clasificación. Entró en juego con altivez, con derroche de toque, ensayando remates con Raúl y Súker, provocando tres lanzamientos de córner en los primeros 8 minutos. Era una forma muy común de impresionar, que posiblemente haya sido útil en muchas ocasiones, pero no ante este Mallorca. Hace falta algo más que posturitas para meterle el miedo en el cuerpo a este equipo, que sabe lo que quiere y se tiene fe.

MALLORCA 2 REAL MADRID 1

Mallorca: Roa; Olaizola, Marcelino, Siviero, Soler; Lauren, Engonga, Stankovic, Ibagaza (Soler, m.65); Biaggini (Carlos, m.81) y Chupa López (Fernando Niño, m.89).Real Madrid: Illgner; Panucci, Hierro, Sanchis, Jarni, Roberto Carlos; Seedorf, Guti, Raúl; Suker y Savio (Morientes, m.40). Goles: 1-0. M.10. Internada de Stankovic por la derecha, pasa al segundo palo donde acude Lauren a disparar. El balón lo despeja Illgner y queda suelto para Ibagaza. 2-0. M.27. Centro de Lauren desde la derecha y Sanchis, al tratar de despejar, introduce el balón en propia meta. 2-1. M.46. El Madrid sale de centro hacia el ataque, el balón llega a Raúl en la derecha, que centra en profundidad sobre Seedorf quien remata al poste contrario. Árbitro: Pérez Burrul. Amonestó a Sanchis en dos ocasiones, por lo que fue expulsado (m.76), a Guti, Engonga y Suker. Lleno en el Luis Sitjar (18.500 aficionados).

Bastaron 10 minutos para entender que el partido seguía en realidad el discurso que quería el Mallorca. Un fallo de Seedorf permitió una jugada de gol. Y el Mallorca dejó que las cosas siguieran por el mismo camino. Algo más de un cuarto de hora después, en tanto el Madrid seguía gustándose con su presunto dominio de la situación, la fortuna le regaló un segundo gol. El marcador señalaba justo lo contrario de lo que aparentaba suceder en el campo. De eso debía tratarse: de dejar que el Madrid se conformara con aparentar.

Porque en su actitud dominante, el Madrid no lograba pasar de un juego discreto, sin la tensión necesaria para hacer daño. Para remate, no encontró esta vez esas dosis de inspiración individual de alguna de sus estrellas, aunque Raúl protagonizara un remate al palo al borde del descanso.

Su dominio era tan ortodoxo como venial. El mejor ejemplo lo daba Guti, tan pulcro en su colocación como en la distribución de juego. Guti estaba donde tenía que estar, a pesar de que tanto Roberto Carlos como Seedorf amenazaban su jerarquía. Porque Guti no es Redondo y todavía no se le respeta su territorio como al argentino. Y Guti distribuía con rapidez y limpieza. Por la derecha, por la izquierda, en perpendicular. Nadie podía tener queja de su reparto. Sin embargo, el partido necesitaba algo más. No es el Mallorca el tipo de rival al que se le pueda doblar con un toque por aquí y otro por allá. En algún momento lo entendió Hierro que se quiso meter en la pelea del centro del campo con todo su peso específico y físico. Quiso enviar un mensaje al resto del equipo, pero desertó del asunto poco después, váyase a saber porqué.

Nada más comenzar la segunda parte, se produjo una interrupción de los hechos. El Madrid salía al ataque nada más sacar de centro, como se hace en el colegio, y de esa jugada nació un afortunado gol de Seedorf. Fue el único error que cometió el Mallorca, que no debió esperar ese arranque tan poco noble de un grande. Ocho minutos después, Raúl obligaba a Roa a una parada. Parecería que el Madrid dejaba la apariencia de dominio por la búsqueda decidida por la victoria. Pero pocos minutos después, el Mallorca cambió el registro: se hizo fuerte en el centro del campo, desplegó su organización colectiva y enmarañó el discurrir del partido hasta convertirlo en un trámite. Para entonces, al Madrid no le quedaba combustible para seguir dominando. Puestos a comparar, el Mallorca estaba mejor colocado, demostraba mejor tono físico y, para remate, hasta contaba con superioridad numérica por la expulsión de Sanchis.

En esas, el Madrid terminó aceptando la derrota con disimulo. Eso fue el partido: El Madrid creyó que bastaba con aparentar y el Mallorca demostró que lo suyo es trabajar. A estas alturas del campeonato no se va a asustar fácilmente.

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