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Crítica:TEATROCRÍTICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Engorroso pasatiempo

La esposa constante De W. Somerset Maugham. Intérpretes, Elisa Ramirez, Verónica Luján, Antonia Turiel, Josefina de Lego, Diego Serrano, Oscar Romero, Francisco Roga. Iluminación, Faviola. Vestuario, Alex Vidal. Escenografía, Elizabeth Ivars. Dirección, Diego Serrano. Teatro Rialto. Valencia.Somerset Maugham era uno de esos cosmopolitas escritores británicos empeñado en escribir crónicas del gran mundo donde los conflictos se amortiguan como en un edredón nórdico. Hablar de asuntos de cierta crudeza, como se dice en el lenguaje cursi de su público, está permitido siempre que se haga suavemente y la resolución se incline por los buenos sentimientos. Es más, muchas veces se trata de contar asuntos tremendos valiéndose del ejercicio de nombrarlos a hurtadillas, como retando al lector a que encuentre una sola palabra desagradable en medio de tanta exquisitez bien dosificada. De su teatro puede decirse tres cuartos de lo mismo. Sorprende que a estas alturas persista el interés por montar esta clase de cosas, donde tal vez el único atractivo es el nombre del autor, cuando hay miles de comedias más recientes que tratan con idéntica inanidad y elegancia impostada que esta obrita el tema del adulterio ocasional (como, por ejemplo, Indian Summer, de Rodolf Sirera). Los ardides de una mujer para reconquistar educadamente a un marido perdido tras muchos años de matrimonio nada tendrán que ver con los expeditivos métodos de Puerto Hurraco, desde luego, sino más bien con esa cursilería ingeniosa en la que es un maestro Antonio Gala. Una escenografía absolutamente increible, con un curioso parecido a un expositor de muebles de una fábrica de Sedaví, alberga una especie de desfile de modelitos femeninos para una trama en la que triunfarán las armas de mujer, como es lógico. Pero eso ocurre después de muchos minutos de chispeante cháchara, por supuesto, en la que Elisa Ramirez se empeña en vano en hacerse pasar por una refinada dama inglesa. Hay que ver hasta dónde ha llegado el Rialto.

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