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España 'se comió' a Israel sólo 15 minutos

Durante ese cuarto de hora logró una jugada de ataque cada 60 segundos

Luis Gómez

Camacho es hombre parco en palabras. La noche del miércoles llegó a la sala de prensa y zanjó un análisis pormenorizado del España-Israel con un exabrupto apasionado: "Nos comimos a Israel". No dejó un resquicio para entrar en otras consideraciones: tomó la victoria por la mano, la propagó a los cuatro vientos, limitó todas sus palabras a transmitir optimismo y evitó cualquier crítica a la actuación del equipo. Sirvió en bandeja un titular y se marchó. ¿Realmente España se comió a Israel? El recurso al análisis estadístico del partido dice otra cosa: el almuerzo duró un cuarto de hora. España, efectivamente, barrió a Israel entre el minuto 21 y el 35 de la segunda parte, los que van desde el gol de Hierro a instantes después del tanto de Etxebarria. En ese periodo, ese cuarto de hora partido, España barrió: logró producir una jugada de ataque por minuto. En tal periodo de gracia, que sobrevino en un momento especialmente delicado, España se apoderó del encuentro. Llegó 15 veces al área. Tuvieron especial actividad hombres como Hierro, Alkiza, Kiko y Etxeberria. Israel no existió. No sólo no llegó a puerta: apenas dispuso del balón, que sólo llegó a tener en su poder el 20% del tiempo en ese periodo. "Creo que el partido ya era nuestro desde que comenzó la segunda parte", dice Pepe Carcelén, ayudante de Camacho en la selección, "y esperamos que el equipo se convenza de que se pueden jugar los 90 minutos como en ese cuarto de hora. No era fácil inculcar a los jugadores esa idea con las connotaciones que tenía el partido. Camacho quiere que el equipo juegue en el terreno del contrario y que juegue bien al fútbol".

Un cuarto de hora de gracia y 75 minutos discretos. La estadística general del partido dice más cosas. Que hubo igualdad casi total: partiendo de que Israel tuvo la pelota 91 veces y España 92, ambos equipos intentaron casi idéntico número de jugadas (117 Israel y 121 España), perdieron una cifra similar de balones (81 Israel y 73 España) y se repartieron la posesión del balón (51% Israel y 49% España). ¿Significaría eso que el empate debió ser el resultado estadísticamente correcto?

Mala interpretación

"Esa igualdad estadística tiene su explicación", dice Pepe Carcelén, ayudante de Camacho, "hay que tener en cuenta que sufrimos unas pérdidas tremendas de balón en la primera parte. Recuperábamos y perdíamos. Recuperábamos y perdíamos. El equipo no llegó a interpretar lo que queríamos. Claramente, la derrota ante Chipre estuvo planeando sobre los jugadores mucho tiempo. Querían hacer un gol casi sin moverse. En la segunda parte, el equipo sí interpretó el juego que queríamos: iniciar por un lado, terminar por el otro, buscar la posibilidad de llegada a través del juego". Carcelén disculpa las deficiencias de Alkiza y Engonga en el eje del centro del campo durante la primera parte, al igual que las de los dos laterales, Aranzábal y Michel Salgado. "Su actuación era consecuencia del juego del equipo, también de que para muchos era su primer partido importante con la selección".

La crítica ha sido magnánima con España porque todos los analistas concluyeron que, en este momento, la necesidad de una victoria estaba por encima de cualquier otra consideración. Se trataba de ganar el partido y de evitar que España quedara desplazada en la clasificación. Todos fueron conscientes de que el equipo estaba sometido a una presión especial y de que Camacho ha dispuesto de muy poco tiempo para modificar el estilo de juego.

Otro punto: la selección necesitaba recuperar su autoestima, muy debilitada tras el fracaso en el Mundial y la derrota ante Chipre. Necesitaba ganar y experimentar buenas sensaciones. Ese cuarto de hora produjo el efecto deseado: la selección recuperó la sonrisa. Durante los próximos cinco meses ya no se hablará de las últimas derrotas. "Lo que creo es que esta victoria puede servir para que el equipo se conciencie de que puede jugar con la intensidad que quiere Camacho. No es fácil inculcar esa idea. Los jugadores eran conscientes de que una derrota significaba que nos quedábamos a cero puntos, mientras que Israel y Austria sumarían ya siete. Hay gente que se jugaba mucho, que no suele jugar en Europa todos los años. Deben saber que hay que intentar ganar y jugar bien al fútbol, que eso nos va a procurar más entidad como equipo".

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