"Escribo de forma compulsiva en servilletas y sobre los periódicos"
,Ha sido finalista del premio del Centro Andaluz de Teatro con su primera obra, Reflejos. Gracia Morales nació en Motril (Granada) hace 25 años. Es licenciada en Filología Española y actualmente prepara su tesis doctoral sobre el cuento hispanoamericano contemporáneo. Además ha publicado poemas sueltos y cuentos en varias revistas literarias. Para ella, asegura, escribir es casi una necesidad física. Pregunta. ¿Qué ha querido expresar en Reflejos? Respuesta. Pretendo responder a una pregunta: ¿Qué pasaría si tu reflejo, el que ves en el espejo, en vez de ser algo que tú dominas, te dominara a ti? En escena, cuando los tres personajes reales se van, sus tres reflejos se quedan. Tienen una vida independiente, comentan y critican lo que han hecho los personajes e, incluso, alteran su vida y deciden por ellos. P. Si nuestro reflejo tuviera vida, ¿cree que hablaría mal de nosotros? R. Sí. Los reflejos piensan que somos impredecibles, caprichosos y que nuestro comportamiento no es lógico. No nos entienden. Ése es el juego de la obra: pensar que los reflejos son más racionales que los personajes que están viviendo en el lado real. P. ¿Dónde nace su obsesión por los reflejos? R. (Risas) Es borgiana. Siempre me pareció un tema fascinante. En el rostro concentramos todos los sentidos y la imagen que damos al exterior. Y es una zona inaccesible de nosotros mismos, nos está vedada. El espejo te muestra un rostro que crees que eres tú. Me preguntaba qué pasaría si esa imagen que crees dominar fuera un ente extraño, rebelde e independiente. P. ¿Por qué dramatizó la idea? R. Ha sido un proceso lento. Como un parto. Al principio iba a escribir un cuento, que era el género que manejaba más. Luego, por sugerencias de amigos, pensé en llevarlo al teatro. Era un riesgo, por ser la primera vez. P. ¿Se plantea la literatura como una profesión? R. Escribir es una forma de entender el mundo y comunicarme con él y con la gente. Es casi una necesidad física, escribo compulsivamente en las servilletas de los bares y en los márgenes de los periódicos. Si luego tiene una salida profesional, lo aceptaría. Pero ahora mismo me parece más importante el aprendizaje de la escritura que el hecho de publicar. Me queda mucho camino por recorrer. P. Ser joven, mujer e intentar ser dramaturga... ¿es una osadía? R. Puede ser un reto. Y también una imprudencia (risas). Ser mujer es inevitable, ser joven también. Lo de dramaturga sí es una elección hecha con imprudencia y también con valentía, pero como no tengo la vena de dedicarme a ello de forma profesional me puedo permitir el lujo.
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