"Me importa mucho lo que se diga de mí"
Pregunta.Tanto tiempo peleando por llegar a Europa, al fútbol español, y a los tres meses se va.Respuesta.Las tres cosas más lindas que me han pasado en el fútbol -salvo mi paso por Newell"s, mi episodio de máxima felicidad-, sólo me han generado dudas. Salgo campeón con Vélez, e inmediatamente tengo que elegir si seguir allí o ir al Espanyol, a Europa, al fútbol que siempre soñé. Fue una decisión difícil, diez días duros. Vengo acá, trabajo el mes más difícil, el de la transmisión de las ideas y la adaptación, y cuando todo empieza a encarrilarse, llega la selección: hermoso, pero otros 20 días confusos. Fue un desgaste importante. Lo pasé mal.
P. ¿Cuando puso la cláusula al firmar por el Espanyol es que sabía que Argentina le podía llamar?
R. No, la puse porque finalizaba un Mundial, porque había dirigido al campeón, porque por qué no ponerla. Por intuición, no. No sé, no encuentro la palabra. Lo puse por si llegara a pasar, por precavido. Pero fue una sorpresa.
P.Sí, pero habría valido poner que si llegara una oferta mejor...
R.Es que sólo podía plantear una cosa así si era la selección. Si no, habría sido una falta de consideración hacia el Espanyol.
P. ¿Y con la selección, no es la misma falta de respeto?
R.No. Ahora, conociendo un poco más el fútbol español, donde la selección no es tan importante, quizás. Aquí los dirigentes consideran que entrenar a su equipo es más importante que dirigir a la selección. En Argentina hay otra cultura, otra idea. Pero bueno, cuando pusimos la cláusula no imaginé que iba a generar tantas dificultades, y el club no pensó que podrían ofrecerme el cargo. P. Pero si existía la cláusula, ¿por qué tardó tanto el acuerdo?
R. Para el club resultó muy difícil aceptar que el entrenador que contrató y proyectó su temporada se iba por una oferta de su país. A mí me asistía un derecho, pero me pareció que la situación merecía un trato flexible por mi parte. Valoro que el club haya sido sensible a mis deseos, pero lo mío no fue un capricho. Estaba contemplado.
P. ¿Convendría que su sustituto respondiera a su mismo perfil [Carlos Toto Capitano, el técnico argentino con el que negocia el Espanyol, sí cumple esta permisa]?
R. No creo. Para mí eso es darle al entrenador una importancia excesiva. Es un plantel flexible, suficiente, con aspectos que autorizan a pensar que un entrenador de ideas distintas a las mías puede hacer algo que valga la pena.
P. ¿Dónde le encasillamos como entrenador?
R.Mis referencias de peso fueron Griffa [responsable de las secciones inferiores de Newell"s] y el Ajax. También un poco el gran Milan. Y luego, Menotti y Bilardo: su estancia en la selección transcurrió entre mis 20 y mis 36 años, la etapa más fértil en cuanto a absorber conocimientos. Sus ideas las leí a cinco páginas por día durante ocho años cada uno. Hay mensajes suyos que me llegaron. Luego, la sensibilidad selecciona y retiene.
P. ¿De quién está más cerca?
R.Menotti estimula la espontaneidad, la resolución creativa de los episodios que propone el fútbol. Bilardo es la antítesis: sabe que hay muchas situaciones que inevitablemente van a suceder y ofrece respuestas preestablecidas. Creo en el equilibrio: si el fútbol es absolutamente previsible, mal; si es exclusivamente inspiración, no alcanza. Son dos estados de difícil convivencia. El fútbol actual tiene un predominio de lo planificado sobre lo espontáneo. No es casual: cada vez la creatividad debe sortear más vallas, y el nivel de los futbolistas ha ido decreciendo.
P.¿El método sobre todas las cosas?
R. El método ofrece organización. Tener un proyecto simple y claro para recuperar la pelota y otro para manejarla es mejor que no tenerlos. Y es de las pocas cosas que un entrenador puede ofrecer. No tenemos demasiadas funciones, pero sí importantes: elegir a los mejores y lograr que ninguno se quede fuera por la imposibilidad de convivencia entre sí; conseguir que cada futbolista se acerque a su máximo potencial; garantizar una organización, un estilo de juego y un clima anímico adecuado.
P.Un estilo, ¿el suyo no es demasiado estructurado?
R.Uno no sabe cuánto tiempo de un partido se va a destinar a la recuperación y cuánto a la posesión, lo seguro es que habrá que dedicarse a ambas cosas. Yo aspiro a la compensación, que nunca el equipo defienda bien a costa de manejar mal la pelota ni tampoco ataque bien a costa de recuperarla mal. Después, he elegido un sistema táctico, pero si bien es importante para mí y me ha llevado tiempo escogerlo, profundizarlo y conocer sus secretos, no me parece un episodio trascendente. La distribución de los jugadores en el campo no ocupa un lugar superlativo en los episodios que debe resolver un entrenador. Es más, más vale un sistema equivocado en el que todos crean, que el ideal si los futbolistas no le tienen fe. Entrenar es eso. Convencer de que elegimos el mejor camino.
P. ¿Y cómo se les convence?
R. A partir del conocimiento. Después el devenir exige que en momentos te muestres inflexible o flexible, tolerante o intolerante, categórico o disuasivo... Pero eso es el arte de entrenar. Hay que mantener una conducta previsible, actuar globalmente del mismo modo frente a la misma situación, ser justo, no establecer diferencias... Mi estilo es decirles la verdad y tan crudamente como sea necesario. A la larga, el futbolista se siente mucho más cómodo con ella. Finalmente, la amistad con el jugador es incompatible con entrenarlo.
P. Su apego al método choca con la falta de tiempo del que dispone un seleccionador.
R.Habrá que pulir los entrenamientos, hacerlos más precisos, más asimilables, más simples. Es una desventaja, pero el abanico para elegir jugadores es mayor.
P. Otro problema: hacer comulgar con su idea a jugadores que trabajan con otras diferentes.
R. La capacidad de ejecución del futbolista es mucho más importante que la partitura que se le propone. Lo difícil es conseguir buenos intérpretes, lo demás es todo demasiado parecido.
P. ¿Habrá revolución en la selección argentina?
R.No creo. Espero que haya una evolución. Se darán los cambios de generación habituales. Primero decidiré qué jugadores tienen nivel de selección, unos 40, tres o cuatro por puesto, y luego seguiré la realidad de cada uno.
P. Concretando. ¿Redondo, por ejemplo, volverá al equipo?
R. Redondo es uno de los 30 seleccionables. Y si nos fijamos en los antecedentes, nadie tiene más que él: jugar en el Madrid desde hace cinco años da mucho peso. Pero cada convocatoria es particular y se analiza en su momento.
P.Passarella, Redondo, la melena... ¿Dónde situará usted el límite de las reglas internas?
R. El profesionalismo genera derechos y obligaciones y todo el mundo las sabe. Después, hay situaciones singulares, que para uno será no usar zapatos de color blanco y para otro llevar el uniforme de viaje, episodios que pertenecen a una zona gris, que se resuelven a través de la buena voluntad y el diálogo. Si no se resuelven por ahí es que no tienen solución, porque son una excusa, esconden otros problemas que no están a la vista.
P. Ser seleccionador argentino es convertirse en el centro de una inagotable rueda de comentarios, someterse a una presión brutal.
R. Sí. No es sencillo ser seleccionador en ningún país del mundo y en Argentina, menos. Es un país absolutamente futbolizado, donde el equipo más importante es la selección, donde hay posturas periodísticas alrededor de diferentes formas de interpretar el juego, polémicas, ideas enfrentadas...
P. ¿Qué puede hacerle más daño una derrota o una frase dura por ejemplo de Menotti?
R. Hay que cuantificar la derrota y la frase.No hay nada peor que una derrota sin rebeldía y no hay frase peor que la malintencionada. Pero también hay derrotas que engrandecen y frases que ayudan. La pregunta es demasiado global. Lo cierto es que me importa mucho lo que se diga de mí. Me hacen daño las críticas, más incluso las malintencionadas. En cuanto a los halagos, me hacen bien, pero cuando sólo están apoyados en la productividad desconfío de ellos.
P. ¿Cómo sobrevivirá a la sombra de Maradona? Sus declaraciones, el vacío que ha dejado...
R. Ha tenido un pasado como futbolista que autoriza a que su opinión sea una referencia. Cuando opina a favor, es un impulso, cuando lo hace en contra, presupone una dificultad. La suya es una palabra con resonancia. Y en cuanto a su vacío, el fútbol argentino, históricamente rico, nunca lo fue más que a partir de Maradona. El mundo jamás ofrecerá un jugador mejor que él. Y Argentina, a partir de esa definición, nunca repetirá los momentos de Maradona.
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