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"Jamás admitiré presiones externas"

Abogado, profesor de Derecho Civil en la Universidad de Alicante y defensor a ultranza de su independencia, Luis Fernando Saura (Dolores, 1929), nuevo Síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana, se dispone a desempeñar el cargo convencido de que en ocasiones los ciudadanos son víctimas de unas administraciones públicas que tienden al abuso. "Estoy aquí para defender al ciudadano agraviado, y lo haré pese a quien pese", repite con énfasis una y otra vez. Para demostrarlo tiene cinco años de mandato por delante. Pregunta. ¿Puede explicarnos muy clarito qué representa y para qué sirve su cargo? Respuesta. Es el Defensor del Pueblo de la Comunidad Valenciana. Su misión es la de defender, hacer valer y velar por los derechos y libertades de los ciudadanos. Es la mejor definición del Síndic de Greuges, que por cierto se incluye en la ley. P. ¿Se trata de un cargo político? R. No. Considero que no lo es en el sentido de que su finalidad es velar por el cumplimiento de los derechos fundamentales recogidos en la Constitución. Tampoco es político si atendemos al momento del nombramiento, que exige una mayoría reforzada en las Cortes no inferior a los dos tercios de la Cámara. Ésta es una medida cautelar fundamental a fin de garantizar la independencia del Síndic de Greuges, que en definitiva no le debe el favor a nadie en concreto, sino que su nombramiento es fruto de un consenso entre las fuerzas políticas, de los representantes de la soberanía popular que depositan en él una confianza que no tiene que defraudar. P. El hecho de que un partido político concreto proponga su nombre, ¿no merma esa independencia? R. Yo creo que no. La propuesta tiene que partir de alguien, evidentemente, pero el hecho de que el nombramiento requiera un posterior acuerdo entre distintos grupos garantiza esa independencia. El consenso da un margen total de autonomía. No tienes disciplina para nadie ni con nadie, no estás sujeto a normas imperativas ni a imposiciones. La ley acierta en ese sentido, en rigor, porque sea cual fuere la propuesta de la persona, el hecho de ser aceptada por el resto garantiza que esa persona goza de una asepsia que la hace idónea para desempeñar la función. P. ¿Se lo pensaría dos veces antes de dar un tirón de orejas al presidente Zaplana, por ejemplo? R. Reitero lo dicho: lisa y llanamente el Síndic de Greuges está para defender al agraviado. Punto. P. Poco más de 1.200 quejas al año no parecen muchas. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para que el ciudadano asuma la figura del Síndic como algo propio? ¿Piensa promover medidas para que los valencianos conozcan más y mejor la institución? R. Efectivamente son pocas quejas. La institución es todavía muy joven, y no se conoce en la medida que debiera. Aunque tiene referentes históricos en Aragón, Cataluña y la propia Comunidad Valenciana, la institución es de raíz nórdica, se introduce en España en la Constitución de 1978 y aquí estamos en mantillas, con sólo cinco años de funcionamiento. Debería haber más reclamaciones de las que se tramitan, y además destaco el detalle de que la mayoría de las quejas proceden de la provincia de Alicante, lo que quiere decir que hay que difundir más la institución para que sea más conocida. P. ¿Y cómo hacerlo? R. Es difícil. Los medios de difusión son muy importantes para promocionar una institución que es muy útil y que está al servicio de todos los valencianos. P. Sinceramente, ¿usted cree que los poderes públicos hacen caso de meras recomendaciones? R. Pues la verdad es que no lo sé porque acabo de empezar en este menester, pero creo que en muchas ocasiones será suficiente. Siempre he mantenido que la raíz última y el fundamento definitivo del Síndic es velar por la defensa de derechos y libertades sobre la base del prestigio de la institución. Un principio moral para que cualquier administración que sea requerida o a la que el Síndic llame la atención se sonroje y actúe en consecuencia. Que sea una llamada de atención de un ente prestigioso para conseguir una respuesta efectiva. P. ¿Considera difícil sortear la presión que acostumbran a ejercer los poderes públicos? R. Nunca he sido presionado, y no lo admitiré jamás. Una institución es independiente siempre que las personas que la llevan sean independientes en sentido estricto. Si el Síndic es designado por un refuerzo parlamentario y no está al arbitrio de nadie, obviamente se puede sortear cualquier presión. Cuando le debes el sueldo a alguien te pueden presionar, pero no es el caso. P. ¿El ciudadano es víctima de la Administración? R. En ocasiones puede serlo, porque voluntaria o involuntariamente la Administración muchas veces produce situaciones de abuso y de exceso, y por eso precisamente se justifica la existencia del Síndic de Greuges, para defender al pobre ciudadano que en un momento dado está menesteroso de que alguien hable por él. P. ¿Y qué hacer con los ayuntamientos hostiles que hacen caso omiso de las recomendaciones del Síndic? R. Tengo claro que inmediatamente trasladaré un recurso a las Cortes Valencianas. Esos casos hay que denunciarlos de una manera tajante, hay que requerirlos cuantas veces sea menester, llamarlos al orden, al cumplimiento de su obligación, y sobre todo ponerlo en conocimiento de quien corresponda para que se actúe con toda energía y eficacia. No se puede hacer oídos sordos a una institución de este tipo. Es inadmisible que den la callada por respuesta. P. ¿Con cuántos casos sin resolver se ha encontrado? R. Todavía no le puedo dar ese dato porque apenas hace una semana que tomé posesión del cargo. P. ¿Debe modificarse la Ley del Síndic para dotar a la institución de poder ejecutivo? R. No lo considero. La figura está perfectamente diseñada por los nórdicos y la tradición europea. Cada institución debe tener su propio ámbito competencial, y la fuerza del Síndic radica en su autoridad moral. Es perfecto así. P. ¿El valenciano se queja de vicio? R. Habrá de todo. En el reglamento está previsto que algunas quejas no se admitan si carecen de fundamento. El valenciano, cuando se queja, tiene su razón. Puede que después esa razón sea únicamente por él compartida, pero acude al Síndic plenamente convencido. P. Tradicionalmente, el mayor número de quejas se presentan contra la recaudación de impuestos. R. Evidentemente. Cuando nos tocan el bolsillo respondemos de inmediato. P. ¿Qué hará usted para no acabar como su antecesor en el cargo, vapuleado por el poder? R. Pienso llevar a cabo, radical y escrupulosamente, todas las intenciones que le estoy anunciando. Cuando dentro de cinco años expire mi mandato, habré cumplido la misión del Síndic, me enfrente con quien sea. Obviamente procuraré por todos los medios, porque es mi misión, hacerlo con la mayor cortesía, suavidad y con el mayor ánimo de llegar a acuerdos, aunque siempre con la máxima energía. En ningún momento retrocederé ante cualquier agravio. Al que le toque le tocará. Me enfrentaré con quien proceda, con toda cortesía. P. ¿Cómo le sienta haber sido candidato de segundo plato después de haber sido rechazada la propuesta de nombrar Síndic al magistrado Luis Figueiras? R. Yo estaba en un puesto que me satisfacía mucho, como integrante del Consejo Jurídico Consultivo. Con la anterior propuesta no hubo entendimiento ni consenso y me llamaron a mí. A lo mejor resulta que Luis Fernando Saura es independiente de verdad, de siempre. Me satisface el consenso y el reto, porque es una manera de refrendar una trayectoria. P. Usted que ha participado en la reforma judicial de El Salvador, ¿considera necesario una medida similar en España para evitar colapsos o la politización de instancias judiciales? R. Es necesario agilizar la administración de justicia y evitar atascos, que se producen por falta de medios humanos y por las leyes que se han quedado obsoletas. Habría que acometer una reforma, sí, porque evidentemente la Justicia en un país como España tiene que funcionar muy bien, y ahora mismo tiene unas carencias notorias. Hay que reformarla con más medios económicos, legales y legislativos. P. Satisfaga una curiosidad, ¿qué haría si se presentara ante usted tal que una Mónica Lewinsky con una queja contra un cargo público? R. Seguramente la enviaría al fiscal Starr. Le diría que estos temas de faldas deben quedar en la órbita privada. Si fuera una pobre criatura, joven y acosada, habría que actuar con rigor, pero en este caso es una adulta y no creo que prosperara la queja... Creo que le diría que en la oficina del Síndic no tiene cabida su denuncia. En cualquier caso, ese es hoy un problema de los Estados Unidos.

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