Pues sí que está cara el agua
Perdonen las molestias, pero sigo sin acordarme de la anécdota de la jornada del jueves. Hay tiempo hasta Madrid.Después de la etapa tán rápida del día anterior y, especialmente, del palizón que me di en mi fuga con Bugno y compañía, hemos agradecido la mayoría de los ciclistas que no se corriera hoy la etapa por carreteras francesas, lo previsto antes del inicio de la Vuelta. Hubiera sido terrible subir al Portalet o al Col de Marie Blanque. Hemos respirado.
La jornada ha comenzado tranquila. Sin sobresaltos en el gran grupo, charlando entre nosotros. "¿Quién puede atacar?", se preguntaba más de uno. ¿El Kelme?. No creo. Ha estado atacando en la alta montaña y debe guardar fuerzas, esperar su momento, su terreno propicio.
Las hostilidades han comenzado al inicio del circuito de Sabiñánigo. Tres vueltas enteras a una circunvalación de unos 35 kilómetros. No se trataba de un itinerario selectivo, pero hacía daño por las carreteras estrechas. Ha resultado muy duro.
Hay un nombre significativo que resume el trabajo que ha hecho hoy el Banesto: Txente. Menudo papelón ha desarrollado. No me extraña que con corredores currantes como él, el Banesto controle siempre la carrera. Olano debe de estar tranquilo. Tiene un equipazo.
El día ha resultado curioso para mí. Los comisarios de la Vuelta me han puesto una multa de 1.000 francos suizos -unas 100.000 pesetas- por beber un botellín de agua en las cuestas de Cerler. El agua más cara de mi vida. En estos momentos tengo más perdidas que beneficios. Habrá que ganar una etapa para compensar con el premio económico la multa. No he sido el único.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.