Philippoussis funde a palos a Moyà
El australiano no dio opciones y se enfrentará en la final a su compatriota Rafter
Todo ocurrió tal como previamente se había descrito. Ni siquiera los consejos de Josep Perlas, el entrenador de Moyà, pudieron cambiar el curso de los acontecimientos. La suerte del partido dependía de la solidez del servicio del australiano Mark Philippoussis. Y el sacador cumplió su cometido. Sirvió rozando la perfección y fundió a palos a Carles Moyá, que no tuvo ni siquiera la opción de entrar en juego. El español se batió como pudo y logró arañar una manga cuando más perdido parecía. Cayó por 6-1, 6-4, 5-7 y 6-4 en 2 horas justas de partido. Philippoussis, de 21 años, se enfrentará en la final del Open de Estados Unidos a Patrick Rafter, que se impuso al estadounidense Pete Sampras por 6-7 (8-10), 6-4, 2-6, 6-4, 6-3. Será una final australiana (Canal +, 22.00 hora española). Carles Moyá perdió la oportunidad de poder aspirar a un segundo trofeo del Gran Slam en el mismo año, después de ganar en Roland Garros.A Moyà siempre le quedará el recuerdo de haber sido el primer español que alcanzó las semifinales del open americano en los últimos 23 años, desde que Manuel Orantes ganó en 1975. Pero para un tenista de la calidad del mallorquín, que entrará entre los cinco primeros del mundo y que ha ganado un Grand Slam y ha jugado finales en otros dos a sus 22 años, eso sabe a poco. "No pude hacer nada. Intenté restar, cambiar mi juego, pero era imposible restar constantemente a tan buenos servicios", reconoció Carles. Mentalmente, debió ser duro para Moyà asumir que un tenista mucho peor que él técnicamente le estaba arrasando. Pero esa situación se da con bastante asiduidad con los buenos sacadores y voleadores en las pistas rápidas.
Las estadísticas resultan indiscutibles para explicar este partido. Moyà cometió sólamente 12 errores no forzados en las dos horas que duró el encuentro. Son muy pocos fallos para un partido a cuatro mangas. Lo que significa que el mallorquín ni siquiera tuvo la opción de fallar. Casi no restó hasta el final del partido. Y en las tres primeras mangas, en los saques del australiano, la bola apenas se paseó por encima de la red más de una vez por punto. En los 28 primeros juegos, la eficacia del saque de Philippoussis fue tan brutal, que Carles sólo dispuso de dos bolas para romperlo (con 3-1 en la primera manga).
Hasta entonces, el australiano, que mide 1,94 metros y tiene una gran envergadura delante de la red, había perdido sólo 19 puntos con su saque. Todo parecía indicar que el partido iba a concluir en tres mangas, cuando con 5-5 en el marcador del tercer set y perdidos ya los dos primeros, Moyà se colocó con 0-40 con su saque. Un depredador como Philippoussis no deja escapar nunca esas ocasiones. Sabe que es allí donde se dirime su suerte en el partido. Pero esta vez Moyà salvó esas tres bolas de break y otra más para colocarse con 6-5. Posteriormente, el australiano cedió por primera y única vez su servicio cerrando el juego con dos dobles faltas.
La adjudicación de la tercera manga pareció cambiar el panorama. Moyà, que tras haber perdido dos veces su saque en la manga inicial había optado por sacar más blando pero buscando el revés del australiano, modificó un poco más su táctica y decidió también él atacar tras el servicio. "Visto que las cosas no me funcionaban, opté por hacer saque-volea y creo que eso me fue bien. Ahora ya sé cómo debo jugar contra él en el futuro", señaló el mallorquín. El nuevo esquema cambió dos cosas: Moyà ganó mejor su saque y logró, por fin, intuir el saque del australiano y restar mejor.
Pero también corrió más riesgos. Dos veces afrontó tres break-points y, a la segunda, el australiano le rompió el saque. Fue en el séptimo juego, un juego polémico porque a Carles le cantaron mal -según él- una doble falta y le pitaron tres faltas de pie, que le llevaron a lanzar un improperio a la juez de línea. Acabó el juego pegando un raquetazo a la red que le valió una amonestación. Fue su final. Philippousis ya no perdonó con su servicio.
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