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Incómodos pero contentos

Córdoba está con la Vuelta Ciclista a España como un niño con zapatos nuevos que, aunque le aprieten, no reducirá ni un ápice su entusiasmo. Así está la ciudad, encantada de ser este año el lugar de la salida oficial de la carrera y sufriendo sin queja las múltiples incomodidades que ello acarrea. Porque ¿qué son varios días de colapso de tráfico comparados con el inmenso placer de recibir a los equipos, de llenar hoteles y restaurantes y salir por televisión? El Ayuntamiento, vistos los resultados del año pasado, cuando la ciudad fue escenario de un final de etapa y una contrarreloj, se planteó conseguir para esta edición convertirse en sede oficial de la salida y no ha reparado en esfuerzos ni en gastos. El alcalde, Rafael Merino, concibe la salida de la Vuelta Ciclista a España como una oportunidad de promoción turística para Córdoba, por lo que ha dado vía libre a un presupuesto de 100 millones que, asegura, se multiplicará por tres sólo en los ingresos directos que dejarán los 1.500 visitantes de la organización, sin hablar del futuro beneficio que reportará la difusión televisiva de los rincones más bellos de esta capital declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Y -aunque eso, claro está, no lo dice- algún que otro voto arañará con el evento deportivo. Aunque cabe preguntarse qué verán los telespectadores desde los sofás de sus casas, porque a la parafernalia propia de la Vuelta (camiones, torretas, vallas, cartelería) se suma el propio estado de la ciudad, levantada en obras por los cuatro costados desde que comenzó el verano: el acceso más próximo a la plaza céntrica de Las Tendillas está cortado desde que los chavales empezaron las vacaciones; al Norte, 50 hectáreas del suelo liberado por Renfe están sufriendo las obras de urbanización; varios barrios son objeto de trabajos puntuales y unas cuantas plazas del casco histórico están siendo remodeladas, al igual que una de las tres calles principales, la Avenida del Gran Capitán. La ciudad, cortada por obras, ve limitada aún más su capacidad de movimiento con la llegada de la Vuelta Ciclista. Pero no importa, la Mezquita y Medina Azahara siguen en su sitio, y los curiosos rondan por los aledaños del Alcázar de los Reyes Cristianos para ver cómo hacen sus preparativos los equipos de televisión. El Palacio de Deportes Vista Alegre convirtió ayer su pista principal en un salón de recepciones en el que periodistas y organizadores cambiaban impresiones, mientras que el interior y los jardines del Alcázar se acondicionaban para la presentación oficial ayer tarde de los participantes. Los hosteleros se frotan las manos, con los hoteles de cuatro estrellas en los que no cabe un alfiler y un chorreo de visitantes que va llenando todos los establecimientos. La Universidad acoge un congreso sobre Medicina Deportiva; las salas de exposiciones ofrecen fotografías alusivas a la materia y la Asociación de Deportistas contra la Droga aprovecha para convocar un concurso para que los jóvenes busquen lemas contra el consumo de drogas de diseño. Todos colaboran. El presidente de la Diputación, José Mellado, ha destinado 50 millones para arreglar carreteras de la provincia por las que discurrirá la carrera, mientras que los joyeros aprovechan la ocasión para difundir la marca Joya Cordobesa, uno de los signos de identidad de la ciudad, desde el punto de vista empresarial. Ya sólo falta la prueba de fuego, que consiste en saber si los monumentales atascos de estos días y el calor, aún sofocante, son capaces de restar entusiasmo a los cordobeses al paso de los ciclistas.

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