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TURBULENCIAS EN LOS MERCADOS

Ruinas en agosto

Los tres millones de familias españolas que tienen inversiones en Bolsa afrontaban el veraneo de forma relajada, por no decir eufórica, y lo terminan con un marcado rictus de preocupación. Conocieron un primer semestre de orgía financiera alimentada por unos datos económicos espectaculares que el propio Gobierno se encargaba de airear al socaire de la entrada en el euro con pleno derecho. Miembros del Gobierno alardeaban de contar con una Bolsa en la que confiaban tres millones de familias, cifra nunca alcanzada.Un particular que invirtiera el pasado 1 de enero un millón de pesetas en Bolsa se encontraba el 17 de julio (cota más alta del año y de la historia de la Bolsa de Madrid) con 1.498.000 pesetas si lo vendía ese día. El índice había ganado el 49,8%. Había valores muy por encima de la media y otros que no la alcanzaban.

Sin embargo, ese mismo valor medio cerraba el pasado viernes con una pérdida desde el 17 de julio de 32,3 puntos porcentuales. De todas formas, aún el inversor puede vender sus títulos y ganar un 17,5% respecto al cierre de 1997. Si se desprende ahora de las acciones, en las que invirtió un millón, obtendría 1.175.000 pesetas.

Pese a los problemas de las últimas fechas, esa rentabilidad del 17,5% está aún muy lejos del 2% que podría ofrecer cualquier banco por su dinero a plazo fijo (el 4% anual), eso sí, sin riesgo de perder el sueño ni sufrir taquicardias. Con los últimos acontecimientos, el inversor particular, advenedizo al mercado bursátil, ávido de ganancias rápidas, comienza a saber los riesgos de la mundialización de los mercados. Pero no hay que olvidar que la Bolsa de Madrid acumula en dos años y medio unas ganancias del 132% y que, sólo en el pasado año, el inversor medio en este mercado obtuvo una rentabilidad del 42%.

Evidentemente, los expertos recuerdan incrédulos que los ajustes siempre se pueden producir, que son cíclicos, pero, una vez más, la realidad ha desbordado sus previsiones. Ahora recuerdan que la velocidad de ganancias de la Bolsa española era alocada. Es cierto. En los cuatro primeros meses del año, el índice de la Bolsa de Madrid rompió el nivel del 700%, del 800% y del 900% en una espiral ascendente que a nadie parecía dar vértigo, pero que superaba a los expertos más optimistas.

El Gobierno, que en los últimos dos años ha vendido 25 empresas del Estado con unos ingresos superiores a los cuatro billones de pesetas, enlazaba una oferta pública con otra, aprovechando una coyuntura de ensueño y buscando ampliar esa capa social en Bolsa para sustentar la tesis del capitalismo popular tantas veces anunciado. Los datos económicos de inversión y consumo, las previsiones de beneficios en las empresas, la mejora del desempleo, junto con la iniciativa bancaria, han logrado que la demanda de acciones haya superado a la oferta en todas las operaciones.

Ahora, a la vuelta del verano, el inversor medio se halla ante la disyuntiva de vender o permanecer con sus títulos. Partiendo de la base de que el miedo es libre y que el dinero es el más miedoso de todos los elementos de una crisis financiera, el inversor debe saber, dicen los expertos, que en las crisis las monedas fuertes son las que salen ganando y que España está al refugio de una moneda fuerte como es el euro. Las cifras de pérdidas en la capitalización bursátil son de vértigo. Así, la capitalización de las 35 empresas que componen el Ibex (supone más del 90% del valor del mercado) era de 42,39 billones de pesetas el pasado 17 de julio. Al finalizar la sesión del pasado viernes, ese valor se había reducido a 32,44 millones de pesetas, es decir, una caída del 23%. El descenso en la cotización ha sido general, con la excepción de las dos compañías de distribución que cotizan en el índice, Continente (+15,82% desde el 17 de julio) y Pryca (+6,44%).

Algo similar ocurre si nos fijamos en el ahorro que las familias han canalizado en Bolsa. Según la Memoria de la Bolsa de Madrid, en el año 1997, el ahorro familiar directo en Bolsa aumentó un 34% y alcanzó los 17,2 billones de pesetas. Ese dinero invertido, con la fuerte subida de las cotizaciones hasta el 17 de julio, llegó a valer en el mercado casi 26 billones.

Además, las familias cuentan con otros dos billones invertidos en renta variable a través de los fondos de inversión. Esos 26 billones se han convertido, a precios del pasado viernes, en poco más de 22 billones, según expertos consultados. Los fondos de inversión, el producto de ahorro estrella de los últimos años, han visto cómo su patrimonio gestionado se reducía medio billón de pesetas en el mes de agosto.

Pero si el inversor medio comienza el curso con un nudo en la garganta y atento a las cotizaciones, a las grandes familias multimillonarias les han dado un pellizco importante en sus fortunas. Emilio Botín, presidente del Banco Santander, se ha dejado unos 55.000 millones de pesetas en la crisis como consecuencia de la pérdida de valor de las acciones de la entidad bancaria, según estimaciones del mercado.

Esther Koplowitz, principal accionista de FCC, ha visto cómo su capital en la constructora perdía 42.748 millones. Pedro Ballvé, presidente de Campofrío, entre las firmas españolas con más interés en Rusia, sabe que su compañía vale en Bolsa unos 25.000 millones menos que antes del verano. Tampoco son despreciables los 24.000 millones que ha perdido Gabriel Escarrer, propietario de Sol Meliá, o los 17.000 de la familia Entrecanales, que controla la constructora Acciona.

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