"Las únicas fuerzas generadoras de cambio político están fuera del eje CiU-PSC"

Esquerra Republicana celebra este fin de semana un congreso que, con toda probabilidad, reelegirá a Josep Lluís Carod como secretario general. Carod tiene ideas propias sobre algunos asuntos que hasta ahora eran tabú en la política catalana. Pregunta. Usted ha dicho que uno de los males de la izquierda catalana es que sus dirigentes proceden de un reducido grupo de familias barcelonesas de clase alta, muy alejados de sus electores. ¿Lo mantiene? Respuesta. Lo que he dicho, y a algunos les ha dolido, es que existe una proximidad en las cúpulas de los partidos catalanes, incluidos los de izquierdas. Hay un perfil similar en los dirigentes de todos los partidos: clases altas acomodadas barcelonesas. Y uno de los cambios que defendemos en la política catalana es que personas procedentes de sectores populares, y no barceloneses, también puedan acceder a puestos de dirección decisivos en algunos partidos. P. Dibuje ese perfil similar. R. Muchos de ellos han estudiado en las mismas escuelas religiosas. Han hecho los masters en las mismas universidades británicas o americanas. Han coincidido en las mismas pistas de esquí o de tenis y tienen el chalet en la Costa Brava. Y todo eso explica también algunas cosas P. ¿Por ejemplo? R. Pues que, en el fondo, los modelos políticos que representan los principales partidos, CiU y el PSC, sean muy próximos. En cierto modo, puede decirse que CiU y el PSC son dos marcas distintas de un mismo producto. Ellos son los protagonistas de la transición. Y por eso pensamos que quienes la han gestionado durante 20 años no pueden gestionar ahora el cambio. P. ¿Qué diferencias hay entre el modelo socioeconómico de ERC y el del PSC? R. Muy pocas. Si comparamos los programas, encontramos muchas más coincidencias que divergencias. Hay dos aspectos diferenciales. Uno es que ERC procede de una tradición antiautoritaria, poco estatista, y no intervencionista, que cree más en la sociedad y la gente que en el Estado. Eso procede más de una tradición libertaria que liberal. P. ¿Y la otra? R. Proviene de que difícilmente pueden aplicarse políticas socialdemócratas sin una mínima intervención del Estado. Aplicar ciertas medidas progresistas exige tener Estado propio. ¿Cómo podemos garantizar en Cataluña el nivel existente del Estado de bienestar sin recursos económicos suficientes? P. Pero no se ve que eso sea una diferencia con los socialistas. R. Sí, porque para aplicar esa política social en la que estamos de acuerdo con ellos, hacen falta unos recursos que no tenemos. Y los socialistas no están dispuestos a modificar un sistema de financiación de la Generalitat que las hace imposibles. Por eso, en la gran mayoría de las votaciones que hay en el Parlament, ERC y PSC votan igual. Y con IC, más si cabe. Pero cuando aparece el factor nacional es cuando se produce la incomodidad. P. ¿Puede cambiar esto con vistas al futuro? R. Sostengo que Cataluña debe avanzar hacia un sistema de partidos cuatripolar. Del centro a la derecha, dos partidos, uno en clave catalana y otro en clave estatal. Del centro hacia la izquierda, otras dos fuerzas, dos expresiones político-electorales: una en clave catalana y otra en clave estatal. Y ya está. Con vistas al futuro, en esa expresión político-electoral en clave catalana, ERC entra toda, pero también entra IC en muy buena parte, y gentes procedentes del PSC y de CDC, cerrando definitivamente el periodo de la transición. Que conste que no estoy hablando de que deban desaparecer partidos. P. ¿Usted considera que aún está abierta la transición? R. Sí. En mi opinión, aún no se cierra en las próximas elecciones al Parlament. Serán todavía las últimas del modelo actual. El cambio vendrá en las primeras elecciones autonómicas del siglo XXI. Porque el cambio de verdad no es poner a Maragall donde está Pujol o al PSC donde CiU. Como le decía antes, son dos marcas de un mismo producto. Y lo que necesitamos es un cambio de producto. P. ¿Cree que en Cataluña apunta un cambio así? R. Para el bienestar material y la higiene democrática del país, creo imprescindible que haya un cambio político que comporte un cambio de gobierno. El electorado dirá quién ha de constituirlo. En todo caso, me parecería un fraude democrático que se hiciera pasar por cambio la continuidad del mismo sistema con algunas variantes estéticas. P. ¿De verdad piensa que Maragall y Pujol sólo representan variantes estéticas? R. Creo que existen intereses poderosísimos que quieren polarizar la política catalana en torno al PSC y CiU, porque es la mejor garantía de que no haya cambio. P. Pero sin contar con el PSC no puede haber mayoría alternativa a CiU, ¿no cree? R. Las únicas fuerzas generadoras de un cambio de modelo son las que se sitúan fuera de la polarización. Para lo bueno y para lo malo. Si el PP tuviera un papel determinante en el futuro Gobierno, habría un cambio tanto en el aspecto social, como en el nacional y en el democrático. En este caso sería un cambio negativo. Habría también un cambio en el ámbito social si IC tuviera un papel determinante, que a mi juicio sería positivo en la mayoría de los aspectos. Pero creo, además, que la única fuerza que puede representar un cambio en los dos frentes, el social y el nacional, es ERC. P. ¿Por qué hace un juicio tan negativo de unos partidos que desde 1980 cuentan con el apoyo sostenido del 70% de los electores? R. El drama es, desde mi punto de vista, que Cataluña no es actualmente la prioridad política ni para el partido en el Gobierno ni para el principal de la oposición. Para CiU, Cataluña es la plataforma desde la que ejercer como lobby de intereses empresariales en Madrid. Y el PSC se ha convertido en un recaudador de votos para el PSOE. Un PSOE que, desgraciadamente, ha derivado en lo que en algunos juzgados se nos recuerda. P. ¿Qué conclusiones extrae de este diagnóstico? R. Si unos utilizan la Generalitat como base para un lobby y los otros piensan en Cataluña sólo como escalón para su acceso a La Moncloa, eso demuestra que la política catalana no existe. Ha ido degenerando y convirtiéndose en un subsistema de la política española, en la que lo que cuenta es lo que se hace y decide en Madrid. Ante un panorama así, y pese a que Cataluña necesita imperiosamente un cambio, uno se pregunta de qué serviría sustituir a CiU por el PSC. P. ¿Por qué ERC no consigue penetrar en la zonas donde se concentra más la población de origen no catalán? R. Tropezamos con dos dificultades. Una es que esta parte de la población apenas recibe nuestro mensaje político. Y otra reside en que ERC no se ha librado del todo de un cúmulo de clichés, tópicos y estigmas que la reducían a un club de opinión independentista. El esfuerzo de los dos últimos años ha consistido en elevar ERC a la categoría de partido, reivindicar un espacio propio en el ámbito de la izquierda y actuar como oposición al Gobierno conservador de CiU.
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