La ciencia y la tradición

Aimé Jacquet sabe que su lateral Thuram recorre 10 kilómetros por partido, a 6,5 kilómetros por hora, y que su 10 Zidane se conforma con 6,5 kilómetros, a seis por hora. Cesare Maldini sabe que los laterales de Francia suben mucho, que tiene que poner un perro de presa a Zidane para que Francia no les descubra huecos y que Vieri remata a gol todo lo que le cae. El seleccionador francés habla de buscar un equilibrio en el juego armonizando las capacidades defensivas y ofensivas; el italiano dice que gana el que comete menos errores. Jacquet diserta sobre el buen punto fisiológico de sus jugadores, de trabajos de recuperación y de 48 horas perfectamente estructuradas para llegar con un perfecto tono de velocidad y resistencia a las 16.30 de hoy; Maldini dice que sus chavales están bien y que la moral es alta. Uno, el francés, preconiza la revolución científico-técnica, el espionaje electrónico, las bases de datos; el otro, el italiano, sólo quiere saber qué equipo sacará Francia para buscarle las vueltas. "Nos conocemos de memoria", dicen ambos de los dos equipos. Maldini ya ha ganado un Mundial como ayudante de Bearzot en 1982. Jacquet ha visto por televisión y vídeo todo lo visible. Jacquet ha preferido construir un equipo desde sólidos cimientos defensivos, a Maldini le ha bastado con conservar la tradición, saltarse a Sacchi.En el banquillo, Maldini es un hombre exaltado, sufre y padece, estalla de alegría o de ira. Vocea y gesticula. Intuye y decide. Jacquet se sienta al lado de un ayudante que introduce datos en un ordenador. No se separa de un cuaderno en el que no cesa de hacer anotaciones. Analiza y decide.