La misteriosa sombra de Irán
La de Irán es la presencia misteriosa. En su hotel cercano a Saint Etienne, la selección asiática se entrena rodeada de indiferencia, como una sombra. Una sola periodista, una iraní de una revista femenina, ataviada con el chador reglamentario, toma notas.
Han transcurrido varios meses desde que la clasificación ante Australia convirtiera las calles de Teherán en una explosión de alegría (palabra maldita para el integrismo) incontrolable. Hasta las mujeres pudieron entrar en el estadio, un lugar tabú hasta entonces. Alguien habló de nuevos tiempos, de apertura política, de que el ultra integrismo perdía peso. Como un símbolo, la contratación del viejo Tomislav Ivic como seleccionador parecía abonar la idea. Pero Ivic fue despedido hace un mes. Con Ivic también cambiaron los hombres fuertes de la federación. A Ivic le sustituyó un hombre del régimen, Jalal Talebi, que formaba parte del equipo técnico de la federación.
Talebi, serio, no tiene remordimientos a la hora de justificar el cambio. Tampoco le faltan argumentos lanzados desde un deseo de libertad. "La cultura de nuestro país prefiere un sistema 3-5-2, sin embargo Ivic había elegido un 4-4-2, un sistema de juego que no permite mucha libertad a los jugadores para que practiquen un verdadero juego de ataque", explica, como si cambiar a un defensa de sitio fuera una decisión ideológicamente vital. También apunta Talebi a otra razón, más creíble, para el fracaso de Ivic. "No se llevaba bien con los jugadores, había bastantes conflictos".
Los jugadores iraníes, todos musulmanes, elevan sus oraciones cuatro veces al día. "Nadie nos lo impone", dice Talebi. "Hacemos lo que queremos. Pero la fe es importante, un hombre sin fe no puede ser un hombre. Nosotros tenemos el Corán, es nuestra fe".
¿Y las mujeres? "Por nuestros principios religiosos, las mujeres no pueden estar ahí donde hay hombres, pero sí que pueden ver los partidos por televisión".
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