_
_
_
_

Una protesta contra el maltrato a presos da fin a la "semana de lucha social"

Las denominadas jornadas de lucha social, iniciadas el lunes con la ocupación de un hotel en Gran Vía y convocadas por parados, okupas y los grupos de apoyo a marginados Coordinadora de Barrios y Madres Unidas contra la Droga, finalizaron ayer con una marcha de denuncia de la situación de las cárceles, en la que participaron 500 personas. La protesta de ayer acabó con incidentes, cuando un hombre trató de arrollar a unas mujeres que denunciaba en el Simago de la calle de Toledo el "alto" precio de las compresas.

A lo largo de esta última semana, estos colectivos han sacudido la capital con unas protestas planeadas al estilo de las desarrolladas por los parados franceses a principios de este año en París. Con una consigna inconformista ("Rompamos el silencio. Siete días de lucha. Mayo del 98"), salieron a la calle para criticar las situaciones de discriminación generadas por el desempleo y la inmigración e "irrumpir en medio del decorado del supuesto Estado del bienestar".El pasado lunes ocuparon el antiguo hotel Avenida, en el número 34 de la Gran Vía. Su objetivo era utilizar el edificio como cuartel general de sus protestas. Tuvieron que abandonarlo a las cuatro horas. La acción fue pacífica, pero a la salida los agentes detuvieron a un cámara de la televisión local TeleK. Eso encorajinó a los manifestantes, que pidieron su puesta en libertad. Los agentes respondieron con una violenta carga policial en la que hubo cuatro contusionados y que ha supuesto la apertura de una investigación interna.

Desalojados del hotel, los organizadores de las jornadas de lucha social ubicaron su sede en una parroquia de Entrevías. El miércoles quisieron dar un nuevo golpe de efecto: autoinvitarse a comer en el lujoso hotel Palace. Al final desecharon el plan al comprobar que la policía custodiaba el lugar. Decidieron entonces reducir sus expectativas e irrumpir en el Continente de Aluche, situado en una zona obrera, para consumir productos sin pagarlos y reivindicar un mejor reparto de la riqueza y denunciar que hay familias que no tienen ni para adquirir productos básicos.

El penúltimo acto tuvo lugar el viernes en una oficina del Inem de Atocha. Allí corearon consignas contra el trabajo en precario. El final de la agitada semana tuvo como escenario el centro de Madrid. Los manifestantes se concentraron ayer en Cibeles y caminaron hasta la Puerta del Sol con 319 letreros conel nombre de otros tantos pre-sos supuestamente torturados o muertos en circunstancias no aclaradas. Bajo las pancartas, familiares, amigos y compañeros de esos presos, cada uno con una historia dramática sobre sus espaldas, como la de Pedro Martín, que ha denunciado a tres funcionarios de la prisión de Soto del Real bajo la acusación de apalear y vejar su hijo.

"Las cárceles son centros de exterminio", "Abajo los muros de las prisiones", "Preso torturado, crimen de Estado", repitieron todos los concentrados hasta llegar a la Puerta del Sol. En el kilómetro cero, los manifestantes bloquearon la calle con una sentada en la que el cura Enrique Castro hizo de portavoz de estos colectivos y criticó la situación de las cárceles.

Medio centenar de mujeres acudieron al Simago situado al final de la calle de Toledo para denunciar los precios "sangrientos" de las compresas. Al salir del centro ocuparon la calle.

Un conductor empezó a tocar el claxon para que le abrieran el paso. El hombre dio un acelerón y golpeó con el parachoques a una mujer. Las manifestantes agredieron al conductor, golpearon su coche y le rompieron el parabrisas. El hombre consiguió huir.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_