"Los políticos defienden los informativos y desprecian todo lo demás"
Josefina Molina (Córdoba, 1936) ha cultivado con apasionamiento el teatro, el cine y la televisión, pese a que en su tiempo "no estaba bien visto que una chica burguesa de provincias se dedicara a hacer cine". Como realizadora de Televisión Española ha adaptado a los clásicos (Ibsen, Poe, Goëthe, Proust), se ha embarcado en series de gran envergadura y ahora rueda cuatro capítulos del documental Ésta es mi tierra junto a escritores españoles de relieve. Con su último trabajo, Entre naranjos -que se estrenará en TVE-1 el próximo día 27 y se emitirá en tres sesiones consecutivas-, ha ido a contracorriente, "porque no es usual contar con presupuestos como los que teníamos hace años".Pregunta. Entre naranjos tuvo una adaptación cinematográfica con Greta Garbo como protagonista. ¿Ha tomado alguna referencia de esta película?
Respuesta. Se titulaba El torretente, pero no hay copia. He visto fotos. Y me dieron mucha risa. Era todo un poco folclórico. Queríamos saber cómo había enfocado Hollywood la novela. Por el argumento, vi que la habían trastocado completamente.
P. ¿Su versión respeta el texto de Blasco Ibáñez?
R. Jesús Martínez de León y yo intentamos a toda costa conservar lo que de sátira política tiene la novela. No sé si a Blasco Ibáñez le gustaría esta versión. Probablemente, sí. Hemos querido conservar su espíritu y ser muy respetuosos con su punto de vista, aunque hemos alterado cosas, porque la imagen es un lenguaje distinto a la literatura.
P. ¿Qué mensajes dominan en la serie?
R. Se contraponen conceptos muy tradicionales que están siempre enfrentados: libertad y orden instituido, amor y dinero, política y honestidad. La serie es un melodrama que mezcla elementos universales como el dinero, el amor, la política y la libertad.
P. ¿Qué ha buscado en los actores protagonistas?
R. Para el personaje de Leonora (Nina Agustí) buscamos un personaje muy fuerte, físicamente y de carácter, y que supiera música. Leonora es una cantante de ópera, una diva que viene de Europa, mientras que Rafael Brull (Toni Cantó) es un hombre que vive en el pueblo de Alzira. Es la contraposición entre lo recalcitrante de unas posturas provincianas y los aires nuevos. Nina canta y es una excelente actriz. Ha entendido muy bien lo que yo quería. Toni Cantó es un actor muy preparado, con gran seriedad ante el trabajo. No tenía duda de que él tenía que hacer ese personaje.
P. ¿Ha sido fácil adaptar la novela?
R. Sí, porque Blasco domina las situaciones. Eso es muy bueno para el cine, que es acción. Además, está la música. Concebíamos la serie como una ópera muy larga. La banda sonora es música de Wagner. Hemos trabajado mucho con Tristán e Isolda. En la serie hay también un filtro de amor, que es el azar de los naranjos. Es muy de Blasco Ibáñez.
P. Después de Entre naranjos, ¿cómo ha dado el salto para enfrentarse a escritores como Luis Landero, José Saramago, Ana María Matute y Carlos Castilla del Pino?
R. Fácilmente. La serie Ésta es mi tierra pertenece a un tipo de televisión que me gusta. Soy partidaria de una televisión pública que cuide la salud mental de los espectadores o que por lo menos sirva de contrapunto a eso que todo el mundo admite como cosa hecha: que las televisiones privadas están única y exclusivamente para ganar dinero. Yo lo rechazo de plano. Lamento que los políticos no lo perciban y vean la televisión como un elemento para manipular a la audiencia. Defienden los informativos y desprecian todo lo demás.
P. ¿Cree que la televisión pública se ha contagiado de las fórmulas de las privadas para conseguir audiencia a toda costa?
R. La televisión pública se ha metido en un callejón sin salida. La televisión, en general, fomenta conductas patológicas. Si eres un criminal, un ladrón y un traidor tienes atención. Los muertos son el plato fuerte de la televisión. Tendremos que acostumbrarnos a convivir con la locura.
P. Parece que tiene una visión catastrofista de la televisión.
R. Sí, pero yo no soy catastrofista. Me limito a decir lo que pienso. Creo que esta tendencia se puede modificar si abandonamos la ley del mercado, que es tan inhumana.
P. ¿Existen fórmulas mágicas?
R. La fórmula mágica es un compromiso de Estado. Que los políticos quieran una verdadera televisión pública donde la pluralidad, la cultura y la libertad de expresión sean la clave. Es lo mismo que la sanidad pública. Ésta se ocupa de los cuerpos y aquélla se podría ocupar de la mente de los espectadores. De quitar un poco de hojarasca.
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