El Madrid deja de sufrir
El Pamesa se rinde y los madridistas entran en semifinales de la mano de Victoriano
El Real Madrid ha dejado de sufrir. Y el Pamesa Valencia, de soñar. La amenaza valenciana sólo se extendió durante unas horas. El cuarto partido condujo el emparajamiento hacia el raciocinio. La mesura acabó por imponerse. El Real Madrid se clasifica para las semifinales porque su munición es infinitamente superior a la del Pamesa Valencia. Al fin y al cabo, en la eliminatoria que ayer concluyó, cada conjunto cumplió su papel: los madridistas plasmaron su hegemonía y los valencianos elevaron su resistencia hasta donde sus energías, ya muy alicaídas, se lo permitieron.El partido de ayer ofreció los momentos más estelares de la serie. Hubo pasajes espléndidos durante el primer acto. En especial, con el duelo mantenido entre Victoriano y Rodilla. La batalla de los bases alumbró el choque. Ha encontrado el Madrid un diamante en el argentino. Victoriano conjuga personalidad, calidad y eficacia. Su magia empezó a forjar el triunfo visitante. Sus cuatro triples consecutivos durante la primera mitad inyectaron veneno en la precaria consistencia del Pamesa Valencia. Victoriano catapultó a su equipo. El argentino propulsó al Real Madrid para que la artillería pesada acabara por descoser al rival. El derrumbamiento del Pamesa era inminente. Antes del descanso, las cicatrices de los locales ya se tornaban insalvables.
Pamesa Valencia: Rodilla (17), Luengo (11), Swinson (19), Radunovic (7), Perry (8); Albert (3), Maluenda (3), Álvarez (0), Alonso (0), Zubizarreta (0) y Fox (6)
Real Madrid: Antúnez (3), Bodiroga (16), Herreros (10), Orenga (9), Martin (10); Angulo (15), Rogers (6), Victoriano (14), Santos (0), Van Rijn (0) y Sanz (0). Árbitros: Ramos, Llamazares y Rosado. Cuarto partido de la primera ronda de las eliminatorias por el título disputado en el pabellón de la Fuente de San Luis ante 9.200 espectadores. Se clasifica el Madrid para semifinales.
El segundo tiempo fue una constante sangría para el Pamesa. El Madrid exhibió todo su potencial para silenciar las tibias réplicas de los hombres de Vukovic. El monólogo madridista fue ensordecedor. Y su juego de voces, armónico. Los Bodiroga, Angulo, Herreros o Martin ahondaron en la acusada desproporción que siempre presidió el choque. La pasión ambiental quedó congelada.
Para el Pamesa, se plantea lo más difícil: saber administrar el enorme capital, social y deportivo, adquirido durante este brillante ejercicio. El Pamesa Valencia ha laureado su presente. Ha llegado. Ahora, ha de mantenerse.
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