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El euro nace con dolor

Ha nacido la Europa del euro. El parto llegó al filo de la medianoche, con retraso y algunos dolores, pero llegó. Fue una cumbre histórica, con mayúsculas y sin precedentes, varias veces interrumpida a causa del litigio sobre la cúpula del Banco Central Europeo (BCE), cuyo primer presidente será el holandés Wim Duisenberg, por presiones de la delegación alemana, presidida por el canciller Kohl. Los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea (UE) crearon su moneda única, el euro. Aprobaron definitivamente la lista de los 11 países que se integran en su grupo de vanguardia, España entre ellos. El recién nacido euro corona el mercado sin fronteras, augura una mayor integración económica y pretende convertirse en el gran competidor del dólar.

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Más que una moneda

El temor al castigo de los mercados financieros forzó el acuerdo final, ya a medianoche ? Aznar dice que hace dos años "nadie daba ni siquiera una pesetilla" por España y atribuye a su Gobierno el mérito de haber llegado a la moneda única

Esta decisión, que se adoptó sin sorpresas, se completó con las más urgentes para su desarrollo inmediato. Una era la fijación definitiva por los ministros de Economía de las paridades bilaterales de las monedas integradas: el valor del marco se ratificó en 85, 07 pesetas, y el euro, en 168 pesetas.

El otro redondeo fue el reparto de la presidencia del BCE. A Duisenberg se le nombró por un mandato completo ?ocho años?, pero renunciará a mediados del mismo, el 1 de julio del 2002, tras completarse la circulación de monedas y billetes en euros. Se comprometió a hacerlo. Le sucederá un francés. Los Quince tomaron nota de que Francia propone a Jean-Claude Trichet.

Este acuerdo fue revelado casi a la una de la madrugada por el presidente de turno, Tony Blair. Respondía a los dos pilares básicos de la solución de compromiso anticipada ayer por EL PAIS. Quedaban por peinar los flecos de la fecha exacta y la modalidad formal de la renuncia anticipada de Duisenberg. Esos detalles, muy menores, provocaron, sin embargo, una parálisis temporal de la cumbre.

El canciller alemán, Helmut Kohl, afirmó que "el combate fue extraordinariamente duro" y que llegó a dudar de la posibilidad del acuerdo. Pero el temor a que los mercados castigasen la indecisión forzaron el alumbramiento.

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