JOSÉ MANUEL LÓPEZ DE JUAN ABAD PRESIDENTE DE LAS JUNTAS GENERALES DE ÁLAVA "El Consejo General logró que los vascos creyeran en la democracia"
El presidente de las Juntas Generales de Álava, José Manuel López de Juan Abad (Vitoria, 1942), fue un testigo privilegiado de la etapa preautonómica. Formó parte junto a otros 14 consejeros del Consejo General Vasco, el gobierno de concentración que en 1978 echó a andar la autonomía. Veinte años después, saca a la luz los documentos públicos y privados de aquella época, a los que, como portavoz y secretario del Consejo, tuvo acceso. En su libro La autonomía vasca. Crónica del comienzo, cuajado de apreciaciones y vivencias, se encuentran algunas de las claves de la historia reciente de Euskadi. Pregunta. ¿Que trata de transmitir con este libro? Respuesta. El libro trata de ser un testimonio de un momento reciente de nuestro pueblo. Se refiere al momento en el que se crea la primera institución democrática después de la dictadura: el Consejo General del País Vasco. El libro recoge los hechos, las circunstancias, anécdotas, la respuesta que iba teniendo nuestra actuación en el pueblo, lo que supuso aquella primera institución democrática. Por las circunstancias, fui consejero secretario del Consejo y portavoz y tuve la oportunidad de conocer muy a fondo todas las actividades e inquietudes de los consejeros y disponer de todos los documentos. P. El Consejo nació de la nada y a contracorriente. R. La situación era muy tensa: por una parte estaba la derecha aferrada a las estructuras franquistas, que justificaba las bestialidades de la policía y por otro, la izquierda, que golpeaba con mucha fuerza. Se llegaron a contabilizar hasta 107 asesinatos de ETA en 17 meses. P. Era un gobierno muy singular: cuatro partidos de distinta ideología y un consejero independiente. ¿Cómo fue posible que funcionara? R. Todos teníamos la ilusión de sacar a este pueblo de su situación y hacerle creer que la democracia era algo por lo que merecía la pena luchar. Por eso funcionó. Logramos que el pueblo creyera y se acostumbrara a la democracia. El PSOE fue el que más dinamizó el Consejo, mientras que los consejeros de la UCD tenían mucha ilusión por construir la autonomía, pero dependían para todo de Madrid. Por otra parte, estaban los nacionalistas. Yo era independiente, pero se me identificaba con ellos y Euskadiko Ezkerra era el brazo civil de ETA- pm, que fue la que más desastres promovió en aquel tiempo. P. ¿Cuáles fueron los frutos de aquella institución? R. Además de serenar las posiciones, el más importante fue que el Consejo acostumbró a la sociedad vasca a vivir en democracia, lo que no fue nada fácil. Y por supuesto, está la consecución del Estatuto. La asamblea de parlamentarios redactó el Estatuto y nosotros lo impulsamos. P. ¿Nunca peligró la estabilidad del Consejo? R. No. Incluso puedo decirle que fueron muy pocas veces las que tuvimos que votar. [Ramón] Rubial era muy paciente y dejaba hablar y hablar hasta llegar a los consensos. Las disensiones hubieran sido mortales. P. No tenían medios materiales. R. Dependíamos de la limosna de las diputaciones. La Diputación de Álava fue muy comprensiva y rápidamente nos dotó de locales. Guipúzcoa y Vizcaya fueron más reticentes y el Consejo tuvo que buscarse locales por su cuenta. Partíamos de la nada; éramos como algo sietemesino que se fue consolidando gracias a la ilusión. Yo tuve que recurrir a una especie de empresa de trabajo temporal para que nos proporcionarán una oficinista por horas, lo que me valió una denuncia ante la Magistratura cuando denunciaron a la empresa. Nos sentíamos cómplices en una situación incierta, pero con la vocación de salir adelante y consolidar la democracia. P. Recuerda en su libro la audiencia que mantuvieron los miembros del Consejo con el Rey. ¿Qué sensación les quedó tras ese encuentro? R. Pues de malestar. En el libro hay documentos que en su momento fueron reservados, pero considero que al cabo de veinte años era necesario explicarlos. Lo he consultado con los otros miembros del Consejo y a todos les ha parecido que era una buena oportunidad para sacarlos a la luz. El episodio más sonado fue lo que ocurrió en una audiencia con el Rey. Suárez nos propuso visitar al Rey y acordamos la visita más que nada por curiosidad. Fue un cúmulo de descalabros. En un momento, Rubial hizo ademán de meterse la mano en la chaqueta y el Rey se echó hacia atrás asustado temiendo que iba a sacar una pistola y le preguntó: "¿Usted sería capaz de matarme?" y Rubial le contestó: "Yo no cogería una pistola para matarle, pero si estuviera en mi mano, le destronaría". P. Aunque no lo dice de manera expresa, en su libro subyace la idea de que los derechos históricos propiciaron el Estatuto de Gernika y que es una vía que hay que retomar. R. Sí. Mantengo la importancia que tuvieron los derechos históricos como medio para conseguir el Estatuto. Nuestra autonomía tiene su origen en la defensa de unos derechos históricos que la propia Constitución ampara.
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