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Reportaje:

El Tropezón no tropieza

El club cántabro es el único de categoría nacional que no conoce la derrota

El Tropezón, club cántabro que milita en el grupo 3º de Tercera División, es el único equipo de fútbol en categoría nacional que aún no conoce la derrota. A lo largo de 29 jornadas, el Tropezón, fundado por Amador Guerra el año 1983 en el pueblecito de Tanos, núcleo agrario y ganadero de 5.000 habitantes, perteneciente al municipio de Torrelavega, no ha tropezado, valga la redundancia, ni una sola vez. Ya suma 19 victorias y 10 empates. En la clasificación, bajo la casilla de los partidos perdidos, luce un cero como una casa.Nadie ha sido capaz hasta ahora de hincarle el diente, ni parece próxima su caída del pedestal cada vez más alto al que se ha encaramado por méritos propios. Máximo goleador de Tercera (50 goles), es, asimismo, el segundo equipo español menos goleado (14 goles), tras el Mérida B, que ha levantado una barricada en su portería y sólo ha recibido seis tantos. Líder indiscutible de su grupo, el Trope (67 puntos) ha cobrado ya una ventaja de 16 puntos sobre su inmediato seguidor en la tabla (51). La última vez que perdió un partido de Liga fue el 23 de febrero de 1997. No resulta arriesgado anticipar con suficiente antelación que jugará por cuarto año consecutivo la fase de ascenso a Segunda B. "Ese es nuestro verdadero objetivo, lograr el ascenso de categoría", afirma el guardameta Ricardo Uriona, 30 años, hijo de un ex futbolista vasco de Gernika. "No estamos obsesionados con el récord", precisa, "que no deja de ser una anécdota bonita, pero si perdemos un partido no pasa nada".

La opinión del capitán es compartida por el resto de la plantilla, compuesta por 20 jugadores aficionados que no viven precisamente del fútbol, sino de su trabajo profesional, a veces realmente duro. Duro y penoso es igualmente entrenar de noche, como es su caso, bajo la luz de tres focos que ilumina a duras penas el terreno de juego generalmente enlodado en los lluviosos meses de invierno.

La hazaña del Trope, su increíble capacidad de resistencia a dejarse atrapar por la derrota que no cesa, parece muchas veces un ejercicio de puro voluntarismo. El delantero Marco Ruiz, de 26 años, casado y con dos hijos, simultanea su trabajo de peón de obra con el doble papel lúdico de entrenador y de jugador. "Sacamos tiempo de donde no lo tenemos", afirma. Pero no todo es sacrificio y disciplina espartana en el Tropezón. Su día sabático es el viernes.

Aunque abundan los trabajadores del ramo de la construcción, el Trope es un equipo interclasista donde conviven ingenieros técnicos, abogados, marineros en tierra, peones, estudiantes universitarios, empleados... Ninguno madruga tanto como el benjamín del equipo, José Manuel Echaves, 19 años, objetor de conciencia y albañil; a las siete de la mañana se levanta y emprende el camino hacia el tajo. Regresa a casa a las seis de la tarde, entrena de ocho y media de la tarde a diez de la noche o realiza la prestación social en Protección Civil, de ocho y media a once de la noche.

A los andamios de las casas en construcción va y viene todos los días Manolo Herrera, nacido en Torrelavega hace 42 años, entrenador del Trope durante ocho temporadas y principal forjador de su buen nombre. El ha hecho de un equipo de fútbol modesto una réplica de la Armada Invencible. "Ahora nos quiere ganar todo el mundo, acabar con nuestro récord es un reto, pero a medida que pasa el tiempo lo veo más difícil". Con un presupuesto de 15 millones de pesetas, el mayor de la historia del club, el Tropezón mantiene nueve equipos de todas las categorías integrados en su escuela de fútbol. Su esponsor es una distribuidora de hormigones, cuyo nombre comercial figura estampado en las camisolas amarillas del equipo. Cuenta con 564 socios y una media de 500 a 600 espectadores por partido. Cada jugador percibe 5.000 pesetas de prima por partido ganado. Al máximo responsable del Trope se le suele sorprender en tareas de menos lucimiento social, por ejemplo, marcando el terreno de juego con cal viva o devolviendo los balones que salen fuera del rectángulo.

Pero gracias a ellos Tanos vive perplejo por la resonancia que ha alcanzado en los medios de comunicación nacionales la gesta del invicto Tropezón.

Es como si empezara a hacerse realidad la letra de la canción regional: "No hay pueblo como mi pueblo / ni unos mozos tan alegres / como los mozos de Tanos".

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