El Atlético se obliga a sufrir
El equipo de Antic pasa con apuros a semifinales ante el Aston Villa gracias al valor doble del gol de Caminero
Otra vez un gol de Caminero. El Atlético vuelve a deberle la vida. Al zarandeado, al pitado, al deprimido, al acabado... Pero, finalmente, al que siempre aparece. En el momento justo, en el mejor día y en el lugar adecuado. Agarró un balón suelto, tiró de esa sangre fría tan suya y marcó. Actuó con toda la calma del mundo cuando la ocasión invitaba a resolver con prisa: estaba el portero rival en el suelo y cuatro defensas al acecho. Pero Caminero paró su reloj, se preparó la pelota, miró el panorama y no disparó hasta que estaba seguro del gol. Fue ahí cuando se salvó el Atlético. Bueno, ahí, y cuando en pleno acoso local y con la muerte en los talones, Molina sacó una mano imposible a un remate envenenado de Hendrie.Al Atlético le tocó sufrir. Y de verdad. Hasta el último suspiro. Dibujaron los rojiblancos un partido sobresaliente en el plano táctico, vivieron con ventaja buena parte del partido, pero al final les tocó sudar. El Aston Villa despertó, se volcó sobre el área de Molina y le dio la vuelta al partido: dos goles en dos minutos. A los rojiblancos les tocó ya defender con todo. Pero finalmente, aguantó. Y valió el gol de Caminero, el habitual salvador del Atlético en Europa. El Atlético saltó a Villa Park muy templado, mucho más de lo que aventuraba la situación, con la mirada y las amenazas de la familia Gil en el cogote. El Atlético salió bien colocado, organizado y tranquilo. Muy metido en el Igartido. Sabía lo que se iba encontrar delante, que en anticipar las estrategias del adversario no hay quien gane a Antic, y eso le ayudó. Le costó tomar el control, eso sí, pero tampoco permitió que lo hiciera el rival. Fue una labor muy táctica la suya, de poca fantasía, pero enormemente práctica. Lo que pedía el encuentro. El matiz ofensivo que el Aston Villa dio a su alineación, lo metió de defensivo el Atlético en la suya. Gregory enseñó tres delanteros, con Joachim partiendo desde atrás por la derecha. Y Antic respondió dejando fuera a Lardín y juntando de nuevo en el medio campo a Vizcaíno y Bejbl, éste vencido hacia la derecha. Ganó en equilibrio el Atlético con la medida. Lo que mejor hicieron los rojiblancos fue defender. En zona, pero apretando al máximo los marcajes. Costó ver a algún inglés libre de mitad de campo hacia adelante. Hubo mucha coordinación, muchas ayudas, mucho sentido. Por ahí al menos en la primera mitad, el Atlético estuvo sobresaliente.
Le faltó conservar más la pelota, pero tampoco lo pretendió. Cuando atacó lo hizo por la vía directa, muy frontal, sin elaborar, sin socializar la jugada. Quería un gol, pero tampoco le interesaba destinar demasiado personal en esa empresa. Y ese tanto, el que le ponía la eliminatoria muy de cara (el Aston Villa necesitaba ya tres goles para clasificarse), le llegó fácil, sin necesidad de comerse demasiado la cabeza. Bastó que Kiko cogiera un balón, que dispusiera de algo de aire para levantar la cabeza y que descubriera la carrera de Aguilera. Lo demás fue cosa de Caminero: recogió el rechace de Bosnich, que interceptó como pudo el servicio del jerezano, y tiró de sangre fría. Amagó a Southgate, buscó un hueco y colocó el balón, con el guardameta en el suelo y entre cuatro defensas, en una esquina.
El Atlético pasó algunos problemas tras el 0-1, pero sólo por unos instantes, el tiempo que le dio a Molina a sacar un remate de Draper. Luego, y hasta el descanso, no volvió a sufrir. En realidad, no lo hizo ya hasta la hora de juego. Pero a partir de entonces la angustia fue de las grandes.
Perder con los cambios
El Atlético salió perdiendo con todos los cambios. Gregory recurrió a Collymore y Nelson. Y Antic, a Prodan (que suplió al lesionado Andrei) y a Lardín (por Pantic). El Aston Villa se vació en ataque, y los rojiblancos empezaron a sudar para parar sus acometidas. Pasó apuros especialmente por la banda de Aguilera, por donde Hendrie empezó a penetrar con decisión y soltura. Vieri y Lardín tuvieron la sentencia en sus botas, pero sus remates salieron demasiado desviados.Y llegaron las complicaciones. Dos nuevas incursiones de Hendrie, rematadas de forma sobresaliente por Taylor y Collymore, pusieron al Atlético contra la pared: 2-1, el Villa ya estaba a un solo gol de la clasificación. El partido se puso de color épico, con los ingleses tirados literalmente sobre el área de Molina y los españoles, muriendo por defender su ventaja.
A siete minutos del final, Hendrie, otra vez el chico de 20 años empeñándose en salir en la foto, puso un nudo en la garganta del Atlético. Se plantó en una esquina del área y ajustó una rosca al palo izquierdo: Molina se sacó una mano de no se sabe dónde y salvó a su equipo. Segundos después, Kiko mandó a las nubes una ocasión, sin portero, a un metro de la raya de gol, que prolongó la agonía. Tocó sufrir hasta el final. Pero al Atlético le mereció la pena. Está en semifinales.
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