Un colofón coherente
El Madrid pierde ante el Paok de Salónica en un pésimo partido
No podía ser de otra forma. De un equipo que, lleva navegando sin rumbo durante meses no se puede esperar que en el momento cumbre de el do de pecho y haga lo que no ha sido capaz de hacer prácticamente semana tras semana. El Madrid ha quedado eliminado salvo que hoy se produzca un milagro (poco probable y mucho menos cuando el Limoges con este resultado no tiene ninguna opción de clasificación) en forma de derrota estudiantil. Y lo ha, hecho con una actuación acorde con el momento que atraviesan individualmente, como colectivo y como entidad deportiva. Un día más fue un conjunto sin rumbo, descabezado, con una falta de actitud evidente (el banquillo estuvo muerto todo el partido) y sin la más mínima solidez.Su único argumento fue Bodiroga y así no se puede plantar cara ni siquiera a un limitadísirno Paok y en un ambiente desconocido por su frialdad. Y es que lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. El Madrid no puede pretender siquiera llegar a los octavos de final mostrando tal cantidad de carencias en su juego, en sus conceptos, en su capacidad para hacer frente las dificultades que se le presentan. Su catálogo de errores (y no es cosa nueva) es de tal calado que le incapacita para cualquier empresa de cierta envergadura. Todo lo ocurrido en los últimos tiempos ha dado como resultado un equipo plano, monótono, previsible incluso en sus fallos. No defiende con inteligencia, no domina los tableros, no corre el contraataque, no mueve con soltura el balón, no tiene tiradores en forma. Y lo que es más grave, no tiene paciencia, ni agresividad, ni mucho menos confianza.
Los jugadores discuten, el entrenador se desespera, el banquillo asiste al partido impávido. Nada nuevo, pero que duele como nunca cuando hay tanto en juego y enfrente se halla un conjunto mediocre hasta decir basta, con dos americanos muy lejos de glorias pasadas y con Stojakovic haciendo de todo, como Bodiroga. Con estos escasos mimbres el Paok dominó el choque.
Se jugó andando, como querían los griegos. No sólo eso, sino que fue el Paok el que en contadas ocasiones se alargó y pudo contraatacar. Gran paradoja. El Madrid, equipo tradicionalmente veloz, con un entrenador que gusta de ese estilo (al menos en el Estudiantes lo practicaba) colaboraba con los intereses griegos. Tiene su explicación. Para poder correr hay que rebotear defensivamente con cierta solvencia. Lo del Madrid en su canasta es la impotencia personificada. Personificada en Mijailov. El pivot madridista estuvo como viene siendo habitual, flotando. Su defensa se limita a poner un par de tapones. Del resto nada.
El Madrid se encomendó a Bodiroga en ataque y a Santos en defensa. Como siempre. A base de llevar al equipo sobre la espalda, Bodiroga llegó tocado físicamente al final y perdió una posesión fundamental con 61-56 y poco más de un minuto para acabar. Santos también cumplio en un principio, hasta que las personales y el desgaste no pudieron evitar que Stojakovic se hiciese el dueño del corral. El resto no respondió a la importancia del evento. Algunos lo intentaron sin éxito. Otros, ni siquiera eso.
El Madrid nunca dio sensación de poder ganar el partido. Las ventajas del Paok no superaron nunca los 9 puntos (31-22, m. 19) e incluso estuvo a punto de ponerse al mando (44-43, m. 28). Puro espejismo. Para dar ese salto hace falta tener confianza en lo que se esta haciendo.
Teniendo en cuenta todo esto, el final de la andadura fue coherente. El Madrid empezó mal la Liga Europea y la ha acabado peor. Todo viene de le os, por lo que no se arregla con exámenes médicos ni con declaraciones de intenciones. El equipo tiene la obligación de recuperar su estima, su entidad. A la sección de baloncesto la han llevado pasito a pasito hasta donde está hoy: Deshecha, desprestigiada. Ver para creer.
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