De la esperanza a la decepción
España sufre ante Francia su primera derrota desde 1994 en la inauguración del Estadio de Francia
Zinedine Zidane acabó con cuatro años sin derrotas de la selección española. El jugador más querido de Francia anotó el gol y se abre un sitio en la historia, porque el tanto se produjo en la inauguración del estadio de Saint Denis, un canto al diseño y a la fascinación que produce el fútbol. Durante una hora, España tuvo un papel protagonista en el partido. Jugó bien y a veces interpretó un fútbol excelente, pero llegó el momento de los entrenadores y allí se acabó el encuentro. El encuentro derivó hacia el peor de los tacticismos, con la selección descosida y sin capacidad para recuperar el hilo del espléndido fútbol que había brindado en el acto central del partido.Sin buena parte del espinazo del equipo por las lesiones de Hierro, Guardiola, Kiko y Guerrero, España jugó en el primer tiempo por encima de las previsiones y por encima de Francia, que sacó rédito de un error de Zubizarreta y de los detalles de Zidane y Djorkaeff, dos futbolistas de primer orden. Pero el juego francés resultó decepcionante. Le faltó continuidad, imaginación y soluciones, tres cualidades que se suponen muy desarrolladas en un país que gusta del estilo.
En cuestiones de ingenio, España ofreció un repertorio más completo. Había dudas sobre la cohesión de un equipo formado con algunos jugadores que pasan días difíciles en su club, mayormente Nadal y Amor. Pero los pronósticos de un fútbol combativo y poco más se vieron contestados por una actuación que alcanzó momentos espléndidos en el segundo tercio del encuentro. Contra la naturaleza de Clemente, su equipo se dio al toque a partir de la capacidad de asociación que tiene Amor. A su alrededor entraron Raúl, que recuperó todas las condiciones que le convierten en un futbolista ganador, y Alfonso, cuya habilidad resultó imparable para los defensores franceses. Como la aportación de Etxeberría y Luis Enrique tampoco fue desdeñable, España encontró un núcleo de futbolistas suficiente para imponerse a Francia. El problema es que la selección se vió obligada a jugar contra el resultado.
Zidane había, marcado mediada la primera parte en una jugada que nació de un error de Alkorta, que perdió el balón y permitió el contragolpe francés. El segundo error correspondió a Zubizarreta, sorprendido por el estacazo de Djorkaeff. El débil despeje del portero español se estrelló en el larguero. Al rechace acudió Zidane, que fusiló. En ese momento, el partido pasaba por un periodo de indeterminación, después de un prometedor arranque de la selección española
Tres o cuatro maniobras de Alfonso habían metido en problemas a los defensores franceses, gente que dispone de un físico, espectacular como Thuram o Desailly. Pero sus dificultades ante Alfonso se hicieron tan evidentes que provocaron la aprensión de los defensas. Quizá en su interés por buscar la gloria en un partido de tanto prestigio, Alfonso neutralizó un remate que correspondía a Etxeberría y que sonaba a gol. Recién había comenzado el partido, que fue más intereresante en el primer tiempo que en el segundo.
El mayor problema de la selección era de carácter defensivo y tenía que ver con las características de la gente que acompañaba a Amor. Tanto Raúl, como Luis Enrique y Etxeberría tienen alma de delanteros y sufren para defenpara defender en el medio campo. En este sentido, Amor se quedó aislado en situaciones de desventaja númerica, aprovechadas bastante bien por Zidane, que encontró sitio para moverse. Pero el trescuartista francés no encontró demasiada ayuda para desestabilizar a la defensa española, bien dirigida por Nadal.
El duro trabajo de Amor -defender demasiado espacio y tejer el juego- fue decisivo en la regresión que sufrió en el segundo tiempo. Mientras le llegó el aire, Amor realizó el partido equilibrado que se espera de un medio centro. A su alredededor comenzaron a conectar Alfonso, Luis Enrique y Raúl,que actuó en la media punta con mucho garbo. Y Etxeberria daba señales punzantes. En varias ocasiones apareció por detrás de la línea de defensas francesas. Había cohesión, una buena utilización de la pelota y una especie de autoridad general sobre el adversario.Todo aquello estuvo a punto deconcretarse en una maravillosa acción de Alfonso, que regateó a Zidane en la baldosa y metió un pase excelente a Raúl, cuyo remate cruzado se escapó por una cuarta.
El partido, que no había caído en el tacticisimo, se emborronó en la segunda parte con las decisiones de los dos técnicos. Clemente movió ficha en primer lugar. Cambió a Etxeberria por Lardín, pero el asunto no funcionó. Y como Amor comenzaba a dar síntomas de fatiga, metió a Ríos para ayudarle. Tampoco funcionó, porque el cambio significó la retirada de Sergi, que había superado a Ba durante todo el partido. La última media hora fue un desastre. Aimé Jacquet respondió una por una a las medidas de Clemente y se diría que salió ganador, porque Francia reapareció en el partido, con varias oportunidades, algunas casi solemnes ante el desconcierto de la selección española, que había dejado atrás sus mejores momentos.
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