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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buenos, serios y currantes

'Periodistas' plantea una visión amable de la profesión llamada a entretener al público

Periodistas buenos, honestos, solidarios, humanos, entregados y con sentido del humor. ¿Quién da más? Tampoco podía dar menos la serie Periodistas, estrenada anoche en Tele 5, dado que Mikel Lejarza, subdirector general de Contenidos de la cadena, asegura que la serie está hecha "pensando en que el periodismo es una forma de vida, más que una profesión". Los protagonistas intentarán demostrarlo en el diario Crónica Universal, con el que el telespectador podrá no sólo entretenerse, sino incluso hacerse una idea de lo que es una redacción, a condición de que le quiten cuarto y mitad de país de las maravillas. Porque los personajes tienen actuaciones creíbles, pero son sus reacciones y sentimientos los que quizá en ocasiones se elevan demasiado.Sólo la subdirectora, Laura (Amparo Larrañaga) se comporta de forma un poco borde con su sustituto, Luis (José Coronado), el nuevo jefe de Local -un jefe de Local, por cierto, con despacho propio, ¡qué más quisieran algunos!-. Laura no gana para blusas, y que en un solo capítulo Coronado le vuelca encima, patoso y reiterativo, dos cafés y una copa de cava. Además, se adivina que la actitud de Laura es sólo preámbulo, de lo que se avecina: el jefe de Local caerá a la subdirectora mejor, mucho mejor.

Los redactores de Crónica Universal tienen su particular escala de valores profesional. Y así, cuando una de ellas tiene que entrevistar al premio Cervantes, Tomás Santillana, se cruza con otra que le espeta: "¡Mañana entrevisto a Luis del Olmo!". Ante lo que la primera exclama: "¿A Luis del Olmo? ¡Cámbiamelo!". El premio Cervantes, por cierto, muere a primera hora de la mañana en la habitación de un hotel, estando en compañía de una alumna veinteañera, sin embargo en la redacción nadie se entera hasta por la noche, mientras en escena, también de sólo relativo realismo, el director del periódico da una copa de bienvenida al nuevo jefe de Local.

Sanz acaba de regresar de Nueva York, tras estar allí dos años de corresponsal, y se encuentra con que sus desvelos por la profesión, que le llevaron a dejar en tierra una mujer y dos hijos, le han costado definitivamente un matrimonio ya previamente tocado, lo que lleva al ánimo del espectador cuán absorbente y sacrificada debe ser una profesión que exige tal entrega. Él transmite a su hija adolescente, que no demuestra intenciones de seguir el trabajo paterno, que ser periodista es precioso: viajas, conoces gente...". Pero, junto al trasfondo de lo buenos, disponibles, serios, currantes y generosos que somos, la serie Periodistas muestra situaciones reales, como el binomio redactor-policía borde pero que echa una mano; el becario al que se hacen novatadas y resulta ser buen chico y una promesa profesional, o la exclamación del director ante las amenazas de la viuda del premio Cervantes: "De cada tres personas que entran en este despacho, dos quieren mi dimisión. Menos mal que no son accionistas".

Hay también algún toque autocrítico, como el diálogo de la alumna-novia del premio Cervantes y quienes la siguen corriendo al grito de "¡Intenta confiar en nosotros!". "¿En unos periodistas? ¿Pero te crees que soy tonta?", responde ella, que, no obstante, horas después, acudirá al periódico a confiar plenamente en sus responsables.

Periodistas está llamada a gustar, porque es dinámica y salpicada de relaciones humanas y abona, a veces más que discretamente, la mitología sobre la profesión. Aunque tenga situaciones de cierto exotismo, como cuando el director felicita a la sección de turno por el trabajo bien hecho.

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