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FÚTBOL DECIMONOVENA JORNADA DE LIGA

El Athletic peca de soberbIa

El Zaragoza empató un encuentro en el que fue muy inferior

La soberbia impidió ayer al Athletic proseguir su racha de triunfos lejos de San Mamés. Intentó que los 40 minutos finales, los que restaban tras la expulsión de Cuartero, fueran los de la basura, y se encontró con un empate que a buen seguro despertará la hilaridad de Luis Fernández. Era tal la superioridad del, Athletic, tanta la facilidad con la que se presentaba ante Juanmi y tan descompuesto andaba el Zaragoza que nada hacía presagiar que se produjera otro resultado que la victoria bilbaina.Tuvo que ser una jugada fortuita, de las que normalmente rompen a un equipo, la que devolviera al Zaragoza a la realidad del partido. Apenas habían transcurrido cinco minutos del segundo periodo cuando una durísima entrada de Cuartero a Julen Guerrero acabó con ambos en el vestuario. El zaragocista, expulsado por roja directa, y el bilbaino, lesionado. La autoridad del Athletic se vino desde ese momento abajo y permitió que el Zaragoza recompusiera líneas para buscar un empate en el que hasta entonces no había creído.

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El encuentro fue vibrante, duro y repleto de emoción. El Athletic hizo una apuesta por el fútbol físico, que el Zaragoza aceptó. Los jugadores de Luis Fernández se encontraron, sin embargo, con una ventaja inesperada: el cambio táctico que Luis Costa propuso respecto a los últimos partidos se le atragantó a sus jugadores. El resultado fue que en cuanto el Zaragoza perdió fuerza, el Athletic se hizo dueño del partido.

Guerrero y Alkiza encontraron el camino para marcharse de Aragón y Acuña y el Athletic comenzó a inquietar la portería de Juanmi. Mejor plantado sobre el césped, con mayor empuje físico, el gol que a la media hora conseguía Guerrero pareció definitivo. El Zaragoza perdió la conexión entre líneas, desapareció en ataque y mostró lagunas defensivas.

El descanso sólo sirvió para afianzar el dominio visitante y únicamente la fortuna salvaba al Zaragoza de encajar más goles. Con los locales arrojando la toalla y el Athletic amo y señor de cuanto sucedía sobre el césped, nada hacía presagiar que, los locales retomaran el ritmo del partido. Pero la expulsión de Cuartero y la entrada de Radimov cambiaron el panorama. El Zaragoza no jugaba, pero ponía empuje, entusiasmo y ganas. Mientras el Athletic era preso de su falta de humildad y de puntería ante Juanmi.

Una de esas acciones de rabia, llevada por el mejor jugador zaragocista, Acuña, permitió a Radimov marcar con la rodilla. No suponía un empate merecido por lo visto en el campo, pero sí el castigo a un equipo al que le sobra soberbia, pecado del que ya se ha quejado Luis Fernández en repetidas ocasiones.

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