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FÚTBOL

Goles a cambio de casa y comida

El mercado africano ofrece mano de obra barata y sin riesgo al fútbol modesto

Mattheuw Deguenon no quiere que le llamen Mateo. Se llama Mattheuw. Es nigeriano, tiene 26 años, juega de delantero, según sus representantes es un "diamante en bruto" y acaba de firmar contrato hasta el 30 de junio con el Jaén, un club situado en los puestos conflictivos de la Segunda División. Para no ser menos que los demás, en su contrato consta una cláusula de rescisión importante por si acaso. Por si acaso, hay posibilidades de sacarle dinero a la operación. Su contrato no es tan interesante, pero no se puede pedir más a estas alturas del año: Mattheuw llevaba siete meses en España haciendo pruebas en Córdoba, Gijón y Jaén. En estos siete meses, los clubes sólo le garantizaban casa y comida. Gana bastante menos de la mitad que cualquier jugador español en Segunda.Mattheuw Deguenon puede considerarse afortunado. Muy pocos jugadores llegan de África y encuentran un contrato digno en España. Soltero, dejó Nigeria, donde jugaba en el Nigerstones de la Primera División. Dicen que allí marcó 18 goles. Jaén es una estación de tránsito, con vistas a probar fortuna en Europa convencido de que puede alcanzar la Primera División española o, en su defecto, un buen club en Francia o en Holanda. Lo suyo es una inversión. Necesita tiempo y que le vean jugar. Pero no ha sido fácil.

Siete meses sin salario han sido muchos meses. Estuvo en Córdoba buena parte del tiempo. Llegó a entrenarse solo. Viajó a Gijón, donde pasó otra larga temporada probando con el Sporting. Comía y dormía en la residencia que tiene el club para los jugadores de la cantera. "Donde comen cuatro comen cinco", comenta el secretario técnico Ramiro Solís para explicar que la prueba no ha sido costosa para el club. No parece haber dejado mucha huella a la vista de lo que dice Solís: "Es un chaval rápido, creo que ha ido a un club por la zona de Andalucía". Ese club es el Jaén, cuyo presupuesto para fichajes es mínimo. En Jaén le daban pensión completa en un restaurante y le dejaban usar un apartamento, donde reside actualmente. El jueves pasado firmaba contrato, pero nadie quiso desvelar su salario. A la vista salta que no debe ser muy alto. Su representante, Antonio González, reconoce que tardó dos horas en convencerle para firmar. "Me habló de lo ingrato que es el fútbol"

Pero Mattheuw Deguenon puede considerarse un privilegiado.

España ha descubierto África, de donde proceden muchos juga dores para alimentar el fútbol español. A todos les suena bien un africano y a los africanos les suena bien España, tierra de promisión más conocida por la riqueza de sus clubes que por la excelencia de su fútbol. Un fútbol que permite los extranjeros en Primera y Segunda División, pero también en las categorías regionales. Y ahí está el problema, las llamadas categorías inferiores, una parte de la sociedad poblada de intermediarios sin escrúpulos y dirigentes de ocasión, un fútbol para el que el mercado africano es sinónimo de mano de obra barata y sin riesgos.

Les prometen dinero. Pero, sobre todo, la posibilidad de salir de su país con papeles. No es muy complicado: el intermediario acuerda con un club enviar un fax con un supuesto contrato de trabajo al consulado. El consulado emite un visado. Y el jugador llega a España. Ahí empieza su aventura.

Normalmente el contrato no tiene validez. Ha de pasar una prueba. Por todo salario se le ofrece casa y comida. Si el chico vale, podrá percibir una cantidad mensual que no suele sobrepasar las 150.000 pesetas. En ocasiones, debe compartir ese salario con el intermediario o, bien, completarlo con otro tipo de trabajo, bien sea en labores del campo, bien en trabajos dentro del propio estadio. No hace mucho tiempo se supo que dos nigerianos que habían fichado por un equipo de la regional murciana se dedicaban, entre otros menesteres, a pintar las tapias del campo.

Si no hay suerte, no hay dinero. El intermediario le abandona y el jugador se convierte en un emigrante africano más, de los que buscan cualquier tipo de trabajo a bajo precio porque lo peor es regresar a casa. No es extraño que la mayor bolsa de jugadores africanos en España se encuentre en Almería, Murcia y Cataluña, áreas donde se concentra mucha emigración. En algún caso, ni siquiera tienen dinero para pagarse el billete de vuelta. Su sueño de hacerse ricos se ha evaporado.

La Unió Esportiva Deltebre, de Tercera regional, tiene en plantilla a dos jugadores de nacionalidad africana. El presidente, Leonardo Ventura, no sabía con exactitud si se trataba de dos argelinos o de un marroquí y un argelino. Uno de ellos se llama Ahcene KhodJa y el otro responde al nombre de Mohamed Al Katabi. La directiva no aportó muchos más datos de ellos. "Son buenos chicos y buenos jugadores. Nos están ayudando mucho a mantener el liderato de nuestro grupo", comentó el presidente. Los dos son delanteros, el primero es extremo y el segundo suele jugar como media punta. Rondan los 27 años.

Cuando salieron de su país seguro que pensaban que el destino les depararía otra suerte. Khodja trabaja en lo que puede, recogiendo mandarinas o en tareas en el campo. Mohamed es peón albañil. Ambos fueron ayudados al principio por directivos del club para encontrar trabajo. "Les ves apurados y son buena gente", comentó un miembro de la directiva. El fútbol, sin embargo, les aporta poco dinero. Perciben unas 5.000 pesetas por partido jugado. Mohamed está casado en segundas nupcias con una mujer africana y tiene un hijo de la primera esposa. Sus ingresos son escasos, pero su situación económica no es desesperante.

La pasada temporada, cuando el equipo estaba en Segunda regional, Hassan -así llaman a Kolidja- jugó incluso algunos partidos, pero el club recibió una notificación de la Federación Catalana de Fútbol prohibiendo al club su alineación. "Nos decían que en esta categoría no pueden jugar extranjeros. Y me parece una incongruencia", comenta Ventura. Problemas semejantes encontró el jugador egipcio Yassser Gomaa, de 26 años, cuando el año pasado recibió una oferta para jugar en Primera regional. Desde hace tres años está jugando sin cobrar en el Ritmo Club de Tercera regional. Trabaja de marmolista y está casado con una catalana. Pero no tiene nacionalidad española. "Intentamos ayudarle, hablando con la Federación, por que podía obtener unos ingresos importantes para él en Primera regional. Pero fue imposible", comentó un dirigente del club. Los clubes reciben ofertas a diario, informes por escrito, vídeos. Hay empresas en las partes más sorprendentes de España que parecen controlar todos los rincones del fútbol mundial. Hace unos días, el Numancia, también en Segunda División, aceptó recibir a prueba a un jugador brasileño que ni siquiera estaba federado, Marcos Luque Martins, un delantero de 23 años. "Nos lo han traído a través de un representante", manifestó el gerente del club, Felipe Martínez. "No nos importa hacerle una prueba porque no pagamos los gastos. Parece ser que ha estado a prueba en el Rayo Vallecano". ¿Por qué tanto interés por fichar extranjeros? Martínez es bastante explícito: "Cualquier jugador español pide una barbaridad por seis meses de contrato. Y no podemos pagarlo".

El sindicato de jugadores (AFE) conoce el problema, pero carece de denuncias. "Es muy complicado para ellos", dice Gerardo Movilla, su presidente, "primero porque no conocen que existe un sindicato de futbolistas, ni conocen sus derechos y luego tienen miedo a que el club se desprenda de ellos, porque en muchos casos el contrato es puramente verbal".

No es de extrañar que a Mattheuw Deguenon no le guste que le llamen Mateo. Es un apelativo cariñoso, que esconde un paternalismo mal entendido. "Mateo, buen chico", dice un directivo. Pero nadie le dio dinero durante siete meses. Mientras era Mateo jugaba gratis, a cambio de casa y comida. Ahora que tiene contrato en vigor por seis meses y hasta cláusula de rescisión, quiere que le llamen Mattheuw.

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