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EDITORIAL

La alternativa de ETA

Mientras los políticos -con especial fruición los del PP- calentaban ayer los fuegos fatuos de sus ridículas querellas, tirándose los indultos a la cabeza, ETA ponía de nuevo sobre la mesa su alternativa unívoca: el asesinato. El cadáver de José Luis Caso, concejal de Rentería por el PP, asesinado anoche en Irún, interpela a la conciencia de los responsables políticos y demanda la solidaridad de los ciudadanos que hace cinco meses se movilizaron en respuesta al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Que ETA buscaba a otro concejal era algo más que una presunción, era una evidencia verificada hace sólo unos días en San Sebastián. Que buscaba víctimas entre la gente más desprotegida, los concejales de pueblo, se sabía por documentos aprehendidos a algunos detenidos. Algunos equidistantes de plantilla considerarán incoherente que ETA mate en vísperas de la movilización prevista para este sábado en protesta por la condena de los dirigentes de HB. Se equivocan. ETA no aspira a alcanzar tal o cual objetivo, sino a demostrar que lo que ocurra, sea lo que sea, es consecuencia de su actuación. Si va a haber una manifestación, deberá quedar claro que es en apoyo de la necesidad ineludible de la lucha armada, y que quien participe en el paro lo haga en apoyo de la legitimidad del tiro en la nuca. Algo que deberían tener en cuenta aquellos que sin pertenecer a ese mundo se han sumado a las protestas convocadas para los próximos días. Si ELA-STV mantiene su apoyo a la manifestación del sábado y al paro del lunes, habrá traspasado la frontera de la irresponsabilidad. Lo mismo cabe decir de esos partidos que, sin apoyar oficialmente la convocatoria, no se atreven a desmarcarse. Afortunadamente, los equilibrios de esos políticos que se pasan el día buscando coartadas para evitar enfrentarse a ETA tienen, después de Ermua, menor eco en la sociedad. Lo que pretende ETA está demasiado claro: imponerse mediante el amedrentamiento de la población. Al atacar preferentemente a los concejales del PP buscan que los amenazados pidan a su partido que modifique su política, que ceda a las exigencias de los terroristas. Frente a esa estrategia sólo existe una respuesta decente: la firmeza democrática de los responsables políticos y el respaldo de los ciudadanos a esa firmeza. Resulta literalmente incomprensible que en un asunto como éste en el que tan clara está la provocación de los terroristas y sus heraldos, los partidos sigan enredados en miserables discusiones sobre minucias. Hoy se repetirán las declaraciones a favor de la unidad democrática, pero es de temer que en cuanto baje la marea cada cual vuelva a su discurso particular y todos a las ridículas querellas sobre si son galgos o podencos. Esto no puede seguir. Si existe acuerdo sobre una prudente política de acercamiento de presos, que no sea ETA quien la interfiera. Ni siquiera con asesinatos. Pero que se respete la decisión de quien tiene la competencia legítima sobre ese asunto, sin emplazamientos ni amenazas de ruptura. Una de las lecciones de estos años es que nada beneficia tanto a los terroristas como las peleas entre demócratas por asuntos cuya importancia es muy menor en comparación con la magnitud de la amenaza que a todos nos afecta. Ojalá que la respuesta a este nuevo crimen esté a la altura de la provocación que supone.

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