Estudiantes echó mano de su veteranía
El Estudiantes, que disputaba el primer partido con los colores de su nuevo patrocinador, la empresa Adecco, salió ayer victorioso de la pista del Covirán Granada pese a la gran motivación de los andaluces en la segunda parte, aunque la contienda le vino grande al equipo de Pedro Martínez, que no supo rematar el triunfo cuando lo tenía a tiro.En los primeros veinte minutos, el juego discurrió como un auténtico correcalles, plagado de imprecisiones técnicas, y sólo la incertidumbre de un marcador cambiante (11-8, 19-20, 32-33) salvó del aburrimiento a los más de seis mil espectadores que, por primera, se congregaron en el pabellón granadino.
A falta de un minuto para el descanso, el Estudiantes, con un parcial de 0-8, desequilibró lo que había sido un pulso igualado y enfiló los vestuarios respaldado por su mayor diferencia hasta entonces (43-49).
La segunda mitad comenzó con los mismos desatinos de los primeros veinte minutos, y es que hasta el m. 23 el Covirán no estrenó el casillero.
El Estudiantes, con un Shaun Vandiver al que le salía todo, volvió por sus fueros y con un parcial de 0-10 pareció encarrilar un cómodo triunfo (45-59, m. 25).
Los pupilos de Pedro Martínez se mostraban flojos en defensa e imprecisos en ataque, pero sus males se agravaban por el poderío reboteador estudiantil.
La falta de ideas locales y el acierto madrileño se reflejó en el marcador, puesto que en cinco minutos sólo hicieron cuatro puntos, y los madrileños, situados en zona, se aprovecharon de las carencias granadinas.
Pero Estudiantes se confió, no fue capaz de dar la puntilla al encuentro y entonces el Covirán Sierra Nevada despertó y puso en peligro su triunfo.
Un tiempo muerto solicitado por Pedro Martínez resucitó a sus jugadores y, antes de llegar al ecuador del segundo tiempo, el cuadro andaluz hacía un parcial de 7-0 que situaba el electrónico en 56-61, que tuvo su continuación en un 10-0 que los ponía por delante (66-63).
Era un nuevo partido. El Covirán podía pensar con más argumentos en el triunfo mientras que José Vicente Hernández echó mano de Carlos Jiménez para recuperar el camino perdido, y es que los locales estaban lanzados.
Sin embargo, esta recuperación andaluza fue un espejismo, porque los hombres de Martínez se pusieron nerviosos y Nacho Azofra, en la dirección, y Chandler Thompson y Vandiver tomaron el mando de las acciones y el Estudiantes no se desmoronó. Todo lo contrario, aprovechó su mayor veteranía y su acierto para sentenciar al final un encuentro que tenía encarrilado y que se le complicó.
Al Covirán se le escapó una gran oportunidad de haber sumado la quinta victoria a costa del Estudiantes, cuyos americanos resultaron letales.
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