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El estadio del futuro

El SDF tiene gradas móviles y está pensado para megaconciertos y palacio de congresos

El SDF (Stade de France en el lenguaje oficial, Sin Domicilio Fijo en el popular) será el escenario de la final de la Copa del Mundo el próximo 12 de julio. Antes, el 28 de enero, el estadio habrá sido inaugurado con un partido entre Francia y España.Se trata de un recinto deportivo polivalente, pensado para 80.000 espectadores instalados en 45 kilómetros de grada y en el han de jugar en el futuro un equipo de fútbol de primera división -el Red Star si consigue subir de categoría sería el candidato ideal-, las selecciones de rugby y fútbol y en el que también han de poderse realizar competiciones de atletismo. En ese caso el estadio pierde 5.000 localidades, ya que parte de los graderíos -25.000 asientos- retrocede dejando al descubierto las pistas al tiempo que las 5.000 plazas citadas se escamotean gracias a un sistema hidráulico.

El SDF está en Saint- Denis, ciudad de 95.000 habitantes vecina a París. Las 80.000 localidades son de asiento y cubiertas y 6.000 de entre ellas corresponden a los palcos, que gozan de calefacción y refrigeración. La sociedad que explotará el SDF espera sacar de esos palcos y asientos de lujo el 48% de su cifra de negocios que, en 1998, deberá rondar los 350 millones de francos (8.750 millones de pesetas).

El confort del estadio y de sus servicios nacen de que ha sido edificado con otros criterios que los meramente deportivos. Por ejemplo, las gradas móviles permiten también adoptar configuraciones distintas, pensadas para megaconciertos -75.000 localidades-, grandes espectáculos -30.000 plazas- o la fórmula de anfiteatro clásico -18.000 asientos-.

Sobre el papel todo es perfecto en el SDF, financiado en un 47% por el Estado y en un 53% por los socios que explotarán el recinto hasta el 2.024. Pero ha aparecido un defecto: el cesped amarillea. Unos técnicos aseguran que es un efecto transitorio de una primera poda mal realizada, otros más pesimistas atribuyen el problema al techo transparente que no deja efectuar la función clorofílica, y unos terceros catastrofistas afirman que el problema es irreparable por los depósitos de hidrocarburos abandonados en el subsuelo por las refinerías que antes ocupaban el lugar. La rentabilidad de una inversión de 2.672 millones de francos (66.800 millones de pesetas) depende de que los jugadores no encuentren oro negro cuando claven sus tacos en el césped.

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