Hesp hace más líder al Barça
El portero detuvo un penalti a dos minutos del final e hizo valer el tanto de Luis Enrique
El Barça se hizo ayer más líder en Mallorca. Los azulgrana han abierto una brecha en la tabla. llevan ya siete puntos respecto a segundo, a falta de lo que haga hoy el Real Madrid en Gijón. Dos acciones aisladas le bastaron para anular los incisivos ataques del Mallorca para regresar con los tres puntos: un gol temprano de Luis Enrique, logrado tras una pifia del portero Kike, y el penalti que Hesp paró a Amato a dos minutos del final. El impecable expediente azulgrana engorda a diario y va camino del récord con seis victorias consecutivas. Pero su fútbol, casi mediocre, no concuerda con los números. Sufre en casa y sufre fuera. Aunque sea, como ayer, con cuatro prodigiosos defensas.Van Gaal decidió en agosto en la isla de Mallorca jugar con el sistema del Ajax y ayer rebobinó la película. El holandés empezó el partido justo como lo acabó para amarrar los puntos ante el Tenerife: con cuatro zagueros natos -Abelardo, Couto, Sergi y Reiziger-. Quizá diga el técnico que no ha renunciado a ese sistema porque seguía habiendo tres hombres atrás, pero es evidente que su equipo tiene un faz más robsoniana que holandesa. La armadura superaba a la fantasía anoche .Pero Iván, el estandarte del talento, el hombre que provocó hace 10 días la primera pañolada en el Camp Nou, no fue borrado de la libreta del holandés. Un casi juego de equilibrios. Óscar sigue con el destino de espaldas: como muchas veces le pasa, sus dos goles ante el Tenerife sólo le sirvieron para bajar un peldaño y, desde el banquillo, estar más cerca del césped. Empezó como suplente.
Las torres ante Hesp no amedrentaron al Mallorca. Salió como una máquina revolucionada, a mil. Espoleado por las internadas por la banda izquierda de Stankovic, el grupo de Cuper buscó un gol sorpresa y gozó de tres medios goles en los cinco primeros minutos. Mena, fallando, y los aciertos de Hesp y Abelardo evitaron que se moviera el marcador. Pero la excitación inicial del Mallorca tuvo una vida corta. Luis Enrique escribía dos minutos después su nombre en el partido. El asturiano aprovechó un despeje absurdo de Kiko a un inocente chut del brasileño. El Lluis Sitjar se quedó mudo.
El Mallorca pareció deprimirse y el partido entró en una fase especulativa. El laboratorio preparado por Van Gaal esta vez funcionó: Reiziger marcó a Moya y Abelardo a Amato. El Barça dominó el juego, intentó controlar, pero el balón circuló con el freno de mano. Fue un ritmo cansino, casi a cámara lenta, castigado por el público con silbidos. No, se salió con la suya el centro del campo, formado por Celades, Iván, Amor y Sergi, surgido íntegramente de la cantera. Pocas veces logró enviar balones y generar peligro. Rivaldo se aburrió tanto que acabó defendiendo. El Barça apenas creó ocasiones y vivió de las escasas carreras de Sergi o Figo.
La indolencia de los azulgrana acabó por despertar al Mallorca. Atormentó al Barça con los comers -llegó a sacar 13 en la primera mitad, uno cada tres minutos- y hasta la hinchada reivindicó un gol fantasma. El guion no cambió después: Hesp salvó, goles con la cabeza, el puño y las manos. Y las cabezas de Couto, Abelardo o los despejes oportunos de Amor y Figo se antojaron imanes con el balón. El Barça acabó perdido -apenas chutó dos veces y desde lejos a puerta- y pagó cuando el partido moría la racanería de su propuesta. Amor hizo penalti a Valerón y Hesp, detuvo el balón a chut de Amato. Hesp, en el equipo teóricamente ofensivo de Van Gaal, acabó siendo el héroe. Todo un síntoma.
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