_
_
_
_
_
'LA NOCHE ABIERTA'

Excesiva pomada

Tomàs Delclós

Pedro Ruiz le han puesto en La 2 sin que sus jefes, por lo que él mismo dice, le pidan un share muy alto. Y eso le tiene más tranquilo que cuando llevaba aquel programa de fútbol y risas. Más de una vez, en La noche abierta, habló de la telebasura para marcar las diferencias y para que el espectador se sintiera confortado viendo un programa digno que no sacará un travestido lanzando cuchillos.Y es cierto. Ruiz no sacó a ningún travestido lanzando cuchillos. El suyo es un talk show casi puro. Salvo algunas actuaciones musicales, el resto son palabras, palabras, palabras. Un aplaudible propósito que, sin embargo, bordea el nausidente. de Castilla-La Mancha, José Bono, y no preguntarle por la financiación autonómica, tema sobre el cual se supone puesto al telespectador de La 2. Está muy bien tener a Concha Velasco y no preguntar aquello de si las actrices nacen o se hacen. Pero Ruiz, animado por el encomiable objetivo de preguntar otras cosas, cruzó otra raya: de la ternura a la blandenguería; de las ideas a la filosofía parda. Es sano defender que no sólo los teólogos pueden hablar de la otra vida, pero que los tres invitados hablaran de ello sin desplegar otro argumentario que el presumible en un ciudadano corriente dio la sensación de una encuesta estas cosas, se da tono a la charla. Ruiz va a tener cola de invitados para ir a su programa porque tienen la garantía de que no serán agredidos, pero puede que no adviertan otro peligro: el halágo :extenuante. Sin darse cuenta, van creciéndose en la manifestación de su lado más presentable hasta resultar personas inverosímiles. Ruiz dijo al final que no pone morbo -cierto-, sino pomada -demasiada-, y recomendó a su público que se fijara en la sustancia de lo que se dice. Desde luego, hubo ganas de ponerla, pero no estaba en los viajes hacia supuestas cumbres metafisicas. A menos que seamos incapaces de descu brirla en frases como: ¿Ustedes son ustedes? ¿Dicen algunos de ustedes que son ustedes sin ser ustedes?". Una frase más de las que prodigó para dejar bien claro a sus espectadores que, por serlo, son de un club más selecto que el resto de público sumergido en la ponzoña televisiva.

Jesús Quintero, cuando probó este difíicil género de la entrevista humana, terminó en un plató que parecía una celda. A Ruiz le han colocado en uno aparentemente enorme. Allí en medio, ya que no habrá vedettes emperifolladas, hay que soltar ideas muy grandes para poder llenar tanto decorado. Si no, se termina con una sensación de vacío.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_