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MUNDIALES DE CICLISMO

La Inacabable Jeannie Longo

Carlos Arribas

La pregunta que todos se hacen nadie se atreve a planteársela a ella directamente. "Con el carácter que tiene, cualquiera le pregunta si el hecho de que aún siga ganando a los 39 años significa que el ciclismo femenino no progresa", dicen los periodistas franceses. Cualquiera le tose a Jeannie Longo, la histórica ciclista que ayer, en la contrarreloj, logró su octavo título mundial en carretera (con los logrados en pista, la francesa llega a 12 maillots arcoiris). Nadie le tose porque más que reflejar la pobreza del ciclismo femenino, tanta perduración en la cumbre sólo significa la gran calidad de campeona, el tesón y el sacrificio de la última gran bestia de las dos ruedas."Voy a seguir". Sin que nadie le preguntara, Longo, que el sábado puede ganar otro título en la prueba en línea, ya anuncia que esto no se acaba en este 1997 tan duro para ella, aunque con un final tan feliz. Aunque fuera por menos de un segundo -85 centésimas exactamente fue el tiempo por el que la rusa Zabirova, la ganadora de Atlanta 96, perdió el oro- Longo alcanzó ayer un objetivo que hace sólo unas semanas parecía imposible. Fue en julio cuando un juvenil la arrolló en su caída en un velódromo. Longo se rompió la clavícula, dos costillas y se hizo un agujero en la tripa al clavarse el manillar. "Estuve un mes sin poder dormir en una posición normal", dice la francesa. Pocos daban un duro por ella, como si no la conocieran.

Más perdida parecía a comienzos de los 90. Su racha -cuatro mundiales entre 1985 y 1989, tres Tours- parecía acabada. Las nuevas figuras -Van Moorsel, Marsal, Clignet- se la comían.Sus energías se desperdiciaban sin ningún provecho en luchas contra las federaciones y todo lo que se oponía a su desarrollo.

Sin embargo, todas las nuevas desaparecieron del mapa, y en Colombia 95, Longo recuperó su poder. Y en Atlanta, a los 37 años, ganó su primer oro olímpico. Y pocos meses después, el 26 de octubre, en México, recuperó el récord de la hora: 48,159 kilómetros. Y esto seguirá, pese a que la campeonísima francesa, una luchadora de por vida, no haga más que quejarse del estrés. Ayer, en el podio, cuando nerviosa se colocaba la txapela de campeona, ya daba vueltas en su cabeza a la cita del sábado, al miedo que tiene a correr en pelotón. "En contrarreloj es más fácil", dice, "porque voy sola y toda la energía nerviosa la aprovecho, la convierto en velocidad".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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