Abrasados por el dinero caliente
El derroche de dos de los autores del 'robo del siglo' les delató ante la Policía
El dinero les quemaba en las manos. En lugar de hacer lo que los grandes delincuentes -dejar que el dinero se enfríe antes de gastarlo- los atracadores de la central de Correos de Zúrich decidieron dar aire a los billetes. Con eso no hicieron sino avivar las llamas y, a la postre, resultar ellos mismos abrasados. Un error de pardillos. Dos de los autores del robo del siglo en Suiza cayeron en las redes de la policía española, otros dos lo fueron en la de Italia, y el quinto es el único que sigue libre. Dieter Müller, uno de los capturados en España, ingresó en un banco de Torrevieja (Alicante) casi 300 millones de pesetas en sólo tres días. "Pensaba que los bancos, igual que en Suiza, no informaban a la policía" ha comentado. Fue sólo uno de sus muchos errores.Cinco hombres, armados con cuatro pistolas y un fusil Kaláshmikov, irrumpieron el pasado 1 de septiembre en la oficina central de Correos de Zurich y, sin pegar ni un tiro, se llevaron varias cajas de aluminio que contenían el equivalente a 5.000 millones de pesetas en francos suizos. El golpe resultó perfecto, de no ser porque una cámara del circuito de seguridad inmortalizó en vídeo los rostros de los asaltantes. Primer fallo. Después del robo, los atracadores se dirigieron en una furgoneta Fiat repleta de dinero hasta un garaje próximo, donde prendieron fuego al vehículo para borrar huellas. La banda se repartió allí mismo el botín y sus integrantes se dispersaron convencidos de que tenían la vida resuelta durante los próximos años.
El mismo día del golpe, el libanés Elías Abdullah, de 32 años, se citó en Bülazh con la italiana Patrizia Febbraio y le entregó 18.792.500 francos suizos. Abdullah, uno de los supuestos autores materiales del atraco, se registró el 4 de septiembre en el lujoso hotel Duca de Milán, dispuesto a iniciar su existencia de multimillonario. Pero su alegría duró apenas unas horas. Las pocas que tardó la policía en echarle el guante junto con su compinche Hassan El Bast, otro de los participantes en el atraco. Fue el principio del fin. Otra docena de cómplices y encubridores cayeron en cascada Italia y Suiza.
Las autoridades españolas apenas sabían del robo del siglo lo publicado en los periódicos Hasta que, a mediados de septiembre, el caso empezó a interesarles mucho más. ¿Por qué? Porque un tal Dieter Müller, nacido el 27 de enero de 1976 en Sieben-Sech (Suiza), se había pasado tres días ingresando sin parar cientos de kilos de francos en una sucursal del Banco Central Hispano de Torrevieja (Alicante). Müller llegó a la oficina el 16 de septiembre e ingresó sin más miramientos el equivalente a 9.975.000 pesetas. Al rato regresó y metió 12.965.500 pesetas. Una hora más tarde depositó 51.112.071 pesetas.
El tal Müller volvió al día siguiente y metió en su cuenta 51.497.000 pesetas más. Y antes de que cerraran al público, soltó 89.575.000 pesetas más. Los empleados nunca habían visto nada igual. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando apareció 24 horas después para hacer un ingreso más por importe de 102.682.000 pesetas. Al nuevo cliente parecía lloverle el dinero como el maná. Y, claro, involuntariamente hizo saltar las alarmas.
La Unidad Central de Policía Judicial fue avisada del extraño comportamiento de Müller. El comisario jefe Juan Antonio González, conocido desde que detuvo al ex director de la Guardia Civil Luis Roldán en Bangkok, ordenó a sus hombres que averiguaran quién era.
El sospechoso, además, dejaba un reguero de pistas desde su llegada a Alicante. Tenía comprado un lujoso chalé en la calle Era Alta 97, de Almoradí, por el que abonó 18 millones en un talón contra su cuenta del BCH. Pagó a tocateja un coche Hyundai y tenía encargado otro lujoso BMW. Era asiduo cliente de una joyería de la calle del Canónigo Torres de Torrevieja, en la que compró con desaforada alegría relojes de oro, cadenas, pulseras y colgantes con figuras de tigre.
El Grupo de Delincuencia Organizada tardó poco en saber quién derrochaba el dinero con semejante ligereza: uno de los cinco presuntos atracadores de la central de Correos de Zurich, como les confirmaría la policía helvética.
El 22 de septiembre pasado, los agentes decidieron trincar al ladrón en Torrevieja. Cuando iban a hacerlo, éste les mordió [descubrió la emboscada] y pisó a fondo el acelerador del Hyunda]. Después de una persecución de película, fue capturado sin resistencia, pese a que en la piernera de su pantalón ocultaba una pistola Bauer del calibre 7,65, con número de serie 158093. En un bolsillo, 706.000 pesetas.
Registrado, su chalé de Almoradí, la policía no encontró nada reseñable. En cambio, en su vivienda de Zurich se localizó más dinero, así como un resguardo de compra de un fusil Kaláshnikov. Curiosamente un arma de este tipo era la que empuñaba uno de los atracadores de Correos.
La captura de Dieter Müller, hijo de una asturiana emigrada años atrás a Suiza, puso fuera de la circulación al tercero de los cinco autores del robo del siglo. Pero faltaban al menos dos más. ¿Alguno de éstos habría elegido España para gastar su parte del botín?
Los investigadores supieron que el detenido había pasado desde su llegada a Alicante muy buenos ratos con Marinalva R. C., una brasileña de 20 años. Y que una compatriota de ésta, frecuentadora del mismo club, se los había hecho pasar a otro amigo de Müller. Atando un cabo a otro, los sabuesos concluyeron que este hombre respondía 9,1 nombre de Zoran Veljkovic, nacido el 25 de enero de 1977 en Pozarevac (Yugoslavia).
Veljkovic, tras la captura de Müller, decidió repentinamente cambiar de aires y trasladarse a la Costa del Sol. La policía halló su rastro en un casino de Málaga y desde ese momento le tuvo marcado, aprovechando los cientos de agentes desplazados a la zona por el campeonato de golf del Ryder Cup en Sotogrande (Cádiz).
Veljkovic cayó en la red en Marbella, cuando viajaba en taxi con destino a Gibraltar. En tres maletas ocultaba 1.350.300 francos, un millón de pesetas y mil dólares. Adornaba su cuerpo con dos relojes de oro Rado, un cordón de oro, una esclava de oro, y tres sortijas de oro y brillantes. No se le ha descubierto ningún chalé ni cuenta bancaria en España.
El pasado viernes llegaron a Madrid dos policías suizos para conocer las pesquisas sobre Müller y Veljkovic, encarcelados en España en espera de ser extraditados. El quinto autor del atraco de Correos, que está ya identificado, podría estar oculto en Italia. Tras el arresto de una veintena de implicados, es el único que falta por caer. Hay indicios de que es uno de los cerebros del golpe y, quizá, el más listo de la banda.
Devorador de solomillo
Dieter Müller, uno de los presuntos autores del chapucero robo del siglo, es hijo de Josefina Fernández, una asturiana de Puerto de Vega, que emigró a Suiza para trabajar en la hostelería. Allí matrimonio con un alemán con el que engendró al joven que con el correr de los años saltaría a fama. Hasta hace unos cinco años, Dieter solía pasar las vacaciones con su abuela materna, Raquel Gión, según publicó hace unos días La Nueva España.El padre del supuesto atracador montó un restaurante en Zurich con intención de que Dieter le ayudara en la cocina. Pero el chico parece que no mostró excesivo entusiasmo por los guisos. Al menos para cocinarlos. Cosa diferente e consumirlos. Prueba de ello es que durante su estancia en Alicante, días antes de ser capturado, entró en un restaurante y devoré un espléndido plato de solo millo. Tanto le gustó, que a continuación repitió el mismo manjar no una vez, ni dos, sino tres veces más. Los camareros del local han confiado a la policía que nunca habían visto nada igual.
Dieter Müller, de 21 años, fichado en Suiza sólo como supuesto autor de pequeños robos, gastó parte del botín en comilonas, cochazos, joyas y el casino de Villajoyosa. Nada más llegar a Alicante, se quedó prendado de la joven brasileña Marinalva R. G., cuya exótica compañía recompensó con largueza a cambio de que pasara más tiempo con él que en su casa de Guardamar de Segura.
Vecinos de Puerto de Vega, a 100 kilómetros de Oviedo, aseguran que los padres de Dieter Müller son honrados y trabajadores, mientras que el hijo siempre fue "un ingenuo". Tan ingenuo que se delató a sí mismo por su mala cabeza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.