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FÚTBOL CUARTA JORNADA DE LIGA

El Zaragoza se acostumbra a sufrir

El Zaragoza ha hecho hábito del sufrimiento y sólo es capaz de desplegar su fútbol cuando siente próximo el riesgo de la derrota. Ayer deambuló durante 60 minutos sobre el césped, ante un Compostela que controló el partido a su antojo. El Zaragoza salvó un punto, pero se mostró anímicamente débil y futbolísticamente confuso.No fue preciso que el Compostela exhibiera- ninguna condición extraordinaria, le bastó con mantener el orden, la disciplina y el sistema de un Fernando Vázquez que le ganó la batalla 'táctica a Luis Costa. El técnico zaragocista sigue obsesionado con defender su ,portería, lo que merma considerablemente la capacidad de un equipo que sigue construido en torno a jugadores ofensivos y de buena calidad técnica. Tanta preocupación defensiva permitió que Vázquez aparcara su habitual criterio de situar cinco defensas lejos de San Lázaro. Con Manel de compañero de Penev, el Compostela fijó a la defensa local y además maniató al tándem Aragón-José Ignacio, encargado de construir el juego ofensivo del Zaragoza. Con estas premisas, los primeros 45 minutos resultaron soporíferos.

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El Zaragoza se mostró con más velocidad en el segundo periodo, aunque con la misma desconexión de líneas. Wooter y Gustavo López hacían del individualismo su arma, ignorando las funciones de enlace con el medio campo. Entre pérdida y pérdida de balón, el Compostela dejaba muestras de su capacidad para contragolpear, aunque fuera en un córner cuando Bellido, desde la misma línea de gol, adelantara a su equipo.

El gol en contra, como ya es costumbre, cambió la actitud del Zaragoza. El equipo buscó el balón, los pases perpendiculares y la velocidad. Adelantó líneas, hasta el punto que Sundgren y Aguado, los dos centrales, fueron protagonistas del gol del empate. Diez minutos más tarde, el propio Aguado, en otra ironía del fútbol, marcaba el segundo tanto.

Lejos de ahondar en la herida y mantener al Compostela en la incredulidad, el Zaragoza se vino abajo. Ya en el descuento, Ohen cabeceó un córner y logró un empate que su equipo había merecido de forma sobrada.

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