Figo lleva al Barca hasta la copa
El portugués remató al Betis en la prórroga tras una densa final
La tradición pudo más que el guiño, de la historia, que esta vez no se repitió. Pareció que esta final se encaminaba hacia el recuerdo de aquella de 1977, inolvidable para el beticismo. Pero el Barça, siempre afilado en las grandes ocasiones, ganó el partido a última hora, en la prórroga, cuando se avecinaba la serie de penaltis. No llegó porque el fútbol hizo justicia a un futbolista, a Figo, el hombre del partido. Figo, que acudió siempre en rescate de su equipo, también apareció con puntualidad para marcar el gol del triunfo después de una noche que se vivió entre la pasión y el drama. Así es la Copa.El partido sacó las mejores cualidades y los peores defectos de cada equipo. El Barça, que tuvo más pinta de ganador, volvió a jugar de manera desorganizada, sin una línea coherente, con dificultades para seguir un hilo conductor. A veces quería tocar, pero sin demasiada convicción, y otras tiraba el pelotazo, con Couto como protagonista y sin resultados aparentes. Y la defensa casi siempre expuesta, mal diseñada, cada uno a su aire, en estado de emergencia frente a los contragolpes del Betis, que se produjeron con frecuencia y buen ojo. En el medio campo, la inferioridad del Barça era numérica. El equipo se partió en dos, con Guardiola y De la Peña sometidos al acoso de Cañas y Alexis y perjudicados por el escandaloso desinterés de Stoichkov, uno que hizo mutis y dejó a su equipo con diez. Pero el peso del Barca fue superior al del Betis, que. aceptó de buena gana el papel secundario. Salió con la idea de taparse, especular con la impaciencia del Barça y cazar el partido a la contra.
El Betis está armado para ese tipo de juego. Es un equipo que tiene una mentalidad defensiva, pero cuenta con tres jugadores explosivos en el ataque. El plan era taponar al Barga y sacar el máximo rendimiento de Finidi, Jarni y Alfonso. Si estaban en su día, meterían en problemas a la defensa azulgrana. Pues bien, tuvieron su día. Alfonso resultó incontrolable en el arranque del partido. Se metió en zonas blandas para descolocar a los centrales y desde allí hizo uso del regate o de la velocidad para romper. Frente a Alfonso, Couto y Abelardo no sabían si iban o venían, como sucedió en el gol del Betis. Alfonso salió desde atrás, sorprendió a Abelardo, recibió un excelente pase de Finidi y marcó con algo de barullo.
La cosa se puso estupenda para el Betis, que había sembrado el campo de marcas individuales. Como declaración de principios resulta demasiado pobre, como de la posguerra o así. Aunque los marcajes complicaron la vida a algunos jugadores del Barça -De la Peña decepcionó durante todo el encuentro y Guardiola sufrió demasiado para encontrar el rastro del juego-, la concesión del Betis se hizo muy visible. Le daba la manivela al Barça y se buscaba la vida con las incursiones de Jarni y Finidi. En este capítulo, Finidi estuvo irreprochable. Volvió a jugar con clase, categoría y precisión. Qué jugador éste, que siempre toma la decisión correcta.
El Barça tomó conciencia con rapidez de varias cosas. Tenía un día complicado por el gol del Betis, por la renuncia del equipo andaluz a un partido interpares y por las dificultades para encontrar algo de luz en su juego. El duelo se volvió lineal: el Barça tomó la dirección de las operaciones con todas las consecuencias y el Betis esperó su oportunidad. Con todos sus errores, el Barça tenía un punto de grandeza. Y además contó con la mejor versión de Figo, que se decidió a ganar el partido, a arreglar la noche para el Barca con un gol espléndido, que además se produjo en un momento crucial, a un minuto del descanso, después de remar de lo lindo.
Las condiciones del juego no cambiaron en la segunda parte. Acaso el Barça hizo más evidente su autoridad, a pesar del imperfecto mecanismo de su juego. Pero el Betis aceptó sin rechistar su condición de inferior. Ni tan siquiera se acomodó para el contragolpe. Alfonso, Finidi y Jarni apenas se proyectaron, ocupados en tapar agujeros. Era tiempo de cambios. Se fue Stoichkov, como era de ley, y también Cañas, sacrificado hasta entonces en la persecución de Guardiola. Pero las variaciones no tuvieron incidencia. Amunike confirmó que no le alcanza para jugar en el Barça y Pier esperó sin éxito su oportunidad.
El Barça estuvo a punto de alcanzar el gol en dos ocasiones -dos remates de Couto y Pizzi fueron bien despejados por Jaro- y Figo volvió a aparecer en plan estelar. Pero la fatiga fue el factor decisivo en el último tercio del partido, que se rompió irremediablemente. Sin cohesión en los dos equipos, partidos por el eje, el encuentro quedó a expensas de cualquier destello. Por ejemplo, el deslumbrante de Alfonso, que dejó tirado a Couto y metió el pase corrido a Finidi, cuyo remate entró junto al palo de Baía, que cantó.
En medio de la agonía, Guardiola metió un centro maravilloso que Pizzi cabeceó con potencia y precisión. Si al partido le había faltado clase, ahora le sobraba desgarro. Pareció que la prórroga sólo sería el dramático prólogo a los penaltis, como en 1977, en aquella noche memorable para el beticismo. Pero el partido terminó por hacer justicia a su héroe: Figo, que llegó para ultimar al Betis y dar la victoria al Barça en un partido desigual y trepidante, como es costumbre en la final de Copa.
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