Vender y vencer
El club de Turín hace lo contrario que los demás grandes clubes europeos: traspasa figuras y compra jóvenes
Vender y vencer: parece una acrobacia imposible y, en cambio, algunos se arriesgan, algunos lo consiguen. El Juventus es verdaderamente asombroso: desde hace tres anos ingresa cientos de millones por jugadores aparentemente insustituibles y desde hace tres años gana, a menudo arrasa: dos scudetti, una Liga de Campeones, una Copa Intercontinental, una Copa de Italia, una Supercopa de Europa y una Supercopa italiana. Y además, ¡qué juego, qué espectáculo, qué sensación de poderío!La extraordinaria acrobacia de vender y vencer comenzó a funcionar hace tres años, cuando el Juventus sufrió una auténtica revolución: Giovanni Agnelli, el amo de la Fiat, cedió el control del club de fútbol a su hermano menor Umberto que liquidó a la cúpula juventina (desde Giampiero Boniperti, el dirigente más laureado de la historia blanquinegra hasta él entrenador Giovanni Trappattoni) y entregó la dirección a un mánager frío y calculador, Antonio Giraudo, de vuelta tras encargarse de la gestión de la localidad turística de Setriere. Giraudo a su vez puso su confianza en Luciano Moggi -un dirigente muy discutído por sus métodos, pero que en Italia es considerado el rey del mercado de fichajes y en el ex jugador Roberto Bettega, encomendando la dirección del equipo a Marcello Lippi, un joven entrenador en alza.
El Juventus -hay que recordarlo- llevaba nueve años sin lograr el scudetto.La filosofía del nuevo equipo dirigente blanquinegro quedó rápidamente de manifiesto: primero el equilibrio financiero y luego el resto. Había que saldar una deuda de unos 4.200 millones de pesetas y esta tarea se consiguió en pocos meses gracias a la más impresionante serie de traspasos que jamás haya tenido lugar en el Juventus. Desde Dino Baggio (al Parma) hasta Möller (Borussia Dortmund), pasando por Roberto Baggio (Milan), Vialli (Chelsea), Ravanelli (Middlesbrough), Sousa (Borussia), Jugovic y Boksic (los últimos hasta ahora, traspasados a la Lazio) hasta Vieri, que parece tener su futuro en el Atlético de Madrid; el club blanquinegro ha ingresado cerca de 12.500 millones de pesetas. Y no ha dejado de ganar. ¿Existe un secreto?
Probablemente sí. El nuevo Juventus ha apostado todo por la solidez del grupo, por el espíritu de equipo. "Dentro de este contexto", explica el entrenador Marcello Lippi, "ningún jugador es indispensable, ningún jugador es insustituible. Sólo Maradona podía ganar un partido por sí solo. En cambio, nuestro 'fuera de serie' es el colectivo".
Pero los famosos traspasos han sido estudiados con lupa, son precisos, en absoluto casuales: se han marchado jugadores que ya no estaban al 100% de su condición física (Roberto Baggio, Paulo Sousa y Vialli), que dificilmente encajaban en el esquema táctico del entrenador (Möller y Dino Baggio) o bien que desestabilizaban el conjunto (Ravanelli y Boksic, que mantuvieron relaciones más bien tensas ya sea con los dirigentes e con el técnico, como el propio Vieri). En su lugar, la Juve selecciona, a los mejores jóvenes del continente, los ficha a precios razonables, les inculca el espíritu Juve y los lanza. Luego probablemente los traspasará. "No es cierto que cada año hagamos una revolución", prosigue Lippi. "A lo largo de estos años, el armazón del equipo ha permanecido invariable y los viejos enseñan a los jóvenes nuestra filosofía, nuestra mentalidad. Cambiamos cinco o seis jugadores en una plantilla de 20: esto significa evolucionar, no alterarlo todo"
Hasta la fecha la acrobacia es un éxito, ha funcionado, como si hubiese una red invisible. El pasado verano, la marcha de Vialli de Ravanelli parecía que dejaría verdaderamente tras sí un vacío que no se podría llenar y, en cambio, Zidane y Vieri (junto con Amoruso y el defensa Iuliano, semidesconocido incluso en Italia) han aportado casi tanto como sus predecesores y, sobre todo, cobran menos y son jóvenes. "Estamos empezando un ciclo" dice el director general Luciano Moggi, de regreso tras el fichaje de Pippo Inzaghi, joven revelación del último campeonato italiano en el que ha conseguido el título de máximo goleador con la camiseta de la Atalanta.
En la gestión económica de la entidad, el Juventus ha sido riguroso hasta límites rayanos en el cinismo: contención a la hora de los fichajes y máxima explotación de la mercadotecnia, incluso en aquella ocasión en la que los blanquinegros jugaron un torneo en homenaje al defensa Andrea Fortunato -fallecido un año antes de leucemia - solicitando 300 millones de liras (25 millones de pesetas) despojados al centro médico a los que iban destinados. Pero el sistema funciona, la Juve gana y obtiene dividendos, triunfa y cobra, cierra la puertadelante de las narices de aquellos que piden aumentos en su ficha: es el caso de Del Piero, que pocos meses después de haber renovado su contrato hasta el año 2000 (con un salario de 167 mi llones de pesetas por temporada) ha solicitado una actualización de su salario, señalando el ejemplo de Ronaldo. El Juventus ha respondido con una negativa y el propio Marcello Lippi lanza mensajes bastante claros: "Aquel que se sorprende de al gunos traspasos, debe saber que a menudo existen motivos muy profundos. Si un jugador que acaba de renovar su contrato acude a las oficinas para pedir un aumento, esto se convierte en un chantaje que el club no puede aceptar". Y, en efecto, ningún jugador es intransferible, no existe ningún juventino que no tenga precio. Sólo vender y vencer, mientras dure.Copyright La Repubblica
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